La Guerra de Las Malvinas supuso un enorme impacto para la sociedad argentina. Sin embargo, pocas son las visitas que el cine ha hecho a este tema. Tristán Bauer, un realizador que proviene del documental, ha sido uno de los primeros en analizar un conflicto que marcó a toda una generación de su país, y lo ha hecho de manera correcta y efectiva.

La película, inspirada por la novela del mismo título de Edgardo Esteban y Gustavo Romero Borri, cuenta la historia de un periodista de 40 años, veterano de Las Malvinas en el año 1982, que se entera de que un compañero suyo ha intentado suicidarse. El hecho destapará todos los recuerdos del personaje, y, así, mediante el empleo de flashbacks, iremos conociendo los horrores de la guerra y las penalidades que los protagonistas tuvieron que sufrir.

El film está bien dirigido, con un estilo cercano al documental en algunos momentos, y cuenta con un buen elenco de actores encabezado por Gastón Pauls (Nueve reinas). Las secuencias bélicas están bien resueltas y los efectos especiales son creíbles, pese a no tratarse de una película de gran presupuesto. Elementos como la banda sonora o la fotografía son mejorables, pero muy correctos.

La trama, sin embargo, no está muy lograda y, a pesar de contener algunos datos interesantes (como, por ejemplo, que el número de suicidios de veteranos de Las Malvinas es superior al de muertos en el campo de batalla), el guión peca de típico en muchas ocasiones y cae en multitud de clichés del cine bélico. En ese aspecto podemos encontrar elementos ya utilizados hasta la saciedad en filmes como Salvar al soldado Ryan, de Steven Spielberg.

En cualquier caso, Iluminados por el fuego es una buena muestra de cine de guerra, género poco frecuentado por los iberoamericanos. Presenta una factura muy clásica, aun teniendo en cuenta sus escarceos con el documental, y, durante el metraje de la cinta, no faltan acción, drama ni crítica social. En definitiva, se trata de una película bien hecha que muestra de manera realista lo que pudo pasar en aquellos días del 82 y que satisfará a los amantes del buen cine bélico.

Tras el enorme éxito de Saw, thriller de psicópatas al estilo de Seven, en la que un sanguinario asesino apodado Jigsaw llevaba a cabo escalofriantes juegos con sus víctimas, llega esta secuela en la que todo resulta menos efectivo y más previsible que en su antecesora.

En esta ocasión, el inteligente psicópata interpretado por Tobin Bell es capturado por la policía, pero esto no es más que el inicio de un diabólico plan en el que el experimentado agente Eric Mathews (Donnie Whalberg) tendrá que embarcarse en una frenética carrera a contrarreloj para salvar la vida de su hijo adolescente y de otras siete personas, encerradas en una casa llena de trampas mortales y sanguinarias.

A pesar de contar con algunos buenos giros argumentales y sorpresas inteligentes, el film cuenta con una serie de fallos y carencias que no pueden ser obviados. En primer lugar, la película se ve perjudicada por las comparaciones con la primera entrega, que se estrenó hace apenas un año, y que es muy superior en todos los aspectos a ésta. La frescura y originalidad de Saw se ve aquí lastrada por unos personajes mucho menos interesantes, un elenco de intérpretes inferior (el protagonista Donnie Whalberg, por ejemplo, no le llega ni a la suela de los zapatos a Danny Glover), una serie de situaciones mucho más inverosímiles y un desarrollo de la historia algo previsible.

En cualquier caso, la película entretiene y consigue mantener la tensión desde su escalofriante inicio hasta el final. La sordidez y truculencia de la primera parte se reproducen en ésta de manera bastante parecida, así que los amantes del gore suave, los sobresaltos y el suspense tienen aquí un filme recomendable para sus gustos. Además, Saw 2 nos regala una buena actuación del inquietante Tobin Bell, acostumbrado a papeles secundarios y que, en esta ocasión, lleva gran peso de la historia. Ojo también a los decorados, iluminación, fotografía y montaje, que consiguen transmitir una sensación de desasosiego intenso deudora de la primera película.

En definitiva, una secuela bastante inferior a su predecesora pero que satisfará a los amantes de los thillers de psicópatas entretenidos y sin pretensiones.