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Críticas de Juan Marey
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Críticas 639
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de marzo de 2014
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada entre 1938 y 1939, “L’espoir, Sierra de Teruel” de André Malraux es una obra emocionante y emblemática en la representación cinematográfica republicana de la guerra civil española. El guión escrito por Malraux en colaboración con Max Aub y Denis Marion se basa en algunos episodios de la novela “L’espoir” que Malraux había escrito entre mayo y octubre del 37, cuando todavía los progresistas del mundo entero confiaban en la derrota de la sublevación franquista en España. André Malraux, escritor y aviador, fue el responsable y organizador de la escuadrilla “España” de las brigadas internacionales, participando en la batalla de Teruel y siendo sus propias experiencias lo que después relató tanto en la novela como en el film, pero la película se desarrolla respetando una unidad de tiempo, durante 48 horas, y de lugar, todo sucede en la sierra de Teruel, mientras que la novela transcurre entre el 36 y el 37 en diversos lugares.

La película fue comenzada en el 38 con la autorización del gobierno republicano, pero se terminó en el 39 en vísperas de la entrada de las tropas de Franco en Barcelona. El optimismo del relato literario estará así ausente en la narración cinematográfica, concebida por su autor como una especie de réquiem o marcha fúnebre en honor a la República, cuyos aviadores son bajados de la montaña al final en una procesión popular con el apoyo y la solidaridad de toda la población. Un efecto dramático ampliado por la música de Darius Milhaud y por un montaje inspirado en los maestros del cine soviético.

Cuando Malraux llega a París con el material filmado realiza un primer montaje en el mes de julio del 39, pero en septiembre estalla la Segunda Guerra Mundial, entre tanto la derecha ha vuelto al poder en Francia, instaura la censura y prohíbe la difusión de “Sierra de Teruel”, hubo que esperar a 1945 para que esta película militante, concebida por Malraux como un arma en la lucha contra el fascismo, se estrene por fin en Francia, proyectada con un comunicado de Maurice Schumann, portavoz de la Francia libre, en donde se compara la lucha de la República española en el 36, con la que toda Europa libró contra el nacismo durante la Segunda Guerra Mundial, “Ayer en Teruel, hoy en París, es la misma lucha” proclama solemnemente el portavoz de la Francia recién liberada.
Juan Marey
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9
8 de diciembre de 2013
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje del director francés Jacques Demy en 1960, “Lola” empieza con una significativa dedicatoria a Max Ophüls, un homenaje del muy cinéfilo Demy a ese maestro del cine que fue el alemán Ophüls y a su célebre película “Lola Montes”, pero que nadie vea en esta dedicatoria una tentativa de imitar a tan venerado cineasta. Jacques Demy firmó con su ópera prima “Lola” una película original y absolutamente personal que se desarrolla en su ciudad natal Nantes, en donde esos mismos decorados urbanos fueron los que lo vieron crecer y en donde se forjaron sus sueños de niño y su pasión por el cine.

Lola es una atractiva cabaretera, una madre soltera que ha educado sola a su hijo de siete años y que espera con confianza, aunque no con fidelidad, el regreso de su primer amor, ese hombre que se fue a las colonias, que le prometió que un día volvería, una esperanza insensata como lo dice la canción que interpreta Anouk Aimée y que compuso para la película Agnès Varda, la esposa de Jacques Demy y ella misma reputada cineasta. El guión está sabiamente construido a partir de varias acciones paralelas que se entrecruzan en esa ciudad portuaria en donde transcurre la adolescencia de Cécile, en donde Lola trabaja en un cabaret y tiene una relación pasajera con Frankie, un marino americano, en donde Roland, un amigo de la infancia de Lola se enamora de ella sin ser correspondido, una ciudad a la que de pronto llega Michel, el amor absoluto y esperado de la protagonista.

Anouk Aimée está magnífica, lozana, chispeante como una copa de champán, en la representación de la feminidad y del amor en su estado más puro, una mujer que sigue creyendo en ese amor aunque para educar a su hijo y seguir con su carrera de bailarina se acueste con uno u otro cliente del cabaret, a sabiendas de que como en el caso de Frankie no serán el amor de su vida.

Poesía, ternura, desenfado al abordar los sueños humanos y las relaciones sexuales en esos años 60, con un lenguaje directo y de absoluta actualidad. Todo esto es “Lola” una de las grandes películas del cine francés. La crítica de la época, que aplaudió el estreno de “Lola”, calificó con razón a Jacques Demy como “El poeta de la nouvelle vague”.
Juan Marey
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7
26 de octubre de 2014
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante uno de los episodios emblemáticos en la historia de los Estados Unidos, la batalla de “El Álamo”, que en 1836 enfrentó a un pequeño grupo de independentistas tejanos contra miles de soldados del ejército mejicano. Durante dos semanas 300 voluntarios resistieron el asedio de las tropas invasoras, un acto de heroísmo que se saldó con una masacre entre los habitantes de Texas y que catapultó a la categoría de héroes a sus cabecillas, Jim Bowie, William B. Travis y Davy Crockett.

En estos personajes se han inspirado numerosos libros y películas como es el caso de este entretenido film, “La última orden”, el testamento cinematográfico del director de cine Frank Lloyd. El bajo presupuesto que impuso la compañía “Republic Pictures” fue una de las causas por la que John Wayne desestimó este proyecto, aunque cinco años después rodaría otra de las grandes versiones de los hechos ocurridos en “El Álamo”, sin embargo, estos escasos recursos no le impidieron a Frank Lloyd contar con un acertado reparto encabezado por Sterling Hayden, con una impresionante banda sonora compuesta por Max Steiner y con un equipo técnico capaz de convertir a unos cuantos extras en un auténtico ejército de miles de mejicanos, dotando de gran espectacularidad a las escenas de acción.
Juan Marey
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8
4 de noviembre de 2012
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que os voy a contar, pobre de mí, que no sepáis a estas alturas de Don Camilo y Peppone, el párroco medio reaccionario y el alcalde medio bolchevique, imaginado por Giovanni Guareschi en un pueblecito italiano. Que os voy a contar de estos personajes campechanos que nos acompañaron en el cine a partir de los años 50, predicando con el ejemplo esa tolerancia política de costumbres que el régimen se empeñaba en negar.

Don camilo y Peppone se asomaron a la pantalla de la mano, mano experta, de Julián Duvivier, en una película con premios en Venecia y Francia, y que fue un éxito arrollador en toda Europa. En seguida llegó la segunda, “El regreso de Don Camilo”, pero desde mi humilde opinión creo que ésta es sin duda la mejor y la más entrañable de las cinco que se rodaron a lo largo y ancho de 15 años con el dúo Fernandel y Gino Cervi. Fernadel, 48 años, encarna con pasión al párroco y arrolla literalmente al buenazo de Gino Cervi.

Una auténtica bocanada de aire fresco supusieron estas trifulcas ahora quizás un poco trasnochadas, pero con todo Don Camilo permanece como una de las películas más entrañables y divertidas de aquellos años.
Juan Marey
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8
13 de julio de 2014
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rita (Julie Walters) es una sencilla peluquera que proviene de un barrio obrero, un buen día decide estudiar literatura inglesa con el fin de poder escapar de su aburrida vida y se matricula en un curso de literatura de la “Universidad Abierta” (la “Open University”, una institución pionera que comenzó a funcionar en abril de 1969 y que fue creada con la intención promover aprendizajes de alto nivel de calidad a personas que no hubieran tenido la oportunidad de asistir a universidades convencionales y dar de este modo una solución al problema de la exclusión). A través de los libros y del conocimiento quiere descubrirse a sí misma, saber quién es, antes de atreverse a dar los pasos que su familia y los demás esperan de ella, la educación va a ser fuente de creatividad, de apertura a nuevas ideas, a un mundo hasta ahora desconocido, ella desea cambiar por completo su forma de vida, sus amigos y su forma de ser. Pues bien, allí se encuentra con un tal Caine, un profesor cínico y amargado de la vida, pero ella conseguirá que dicho profesor recupere un poco de ilusión ante la vida, muchas cosas en la vida de nuestro amigo Caine van a cambiar, ambos salen ganando, ninguno de los dos volverá a ser el mismo.

Una estupenda película inspirada en el “Pygmalion” de Bernard Shaw y realizada en tono de comedia agridulce. Tras una apariencia de ligereza intenta hacer reflexiones más serias en torno al sentido de la vida, al conocimiento, al crecimiento personal, retrata la vida gris y sin esperanzas de la clase trabajadora y ofrece opciones de cambio personal, a través de la educación y la cultura. Muy bien interpretada y dirigida y con unos fantásticos diálogos.
Juan Marey
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