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Costa Rica Costa Rica · San José
Críticas de wílliam venegas
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como expresión visual del arte naturalista, la película costarricense "Dos aguas" (2015), dirigida por Patricia Velásquez, se muestra imponente y arraigadamente telúrica. De alguna manera, podemos decir que está dentro de la intuición del también filme costarricense "Caribe" (2004), de Esteban Ramírez. Con "Dos aguas", la realizadora –con el apoyo de la expresiva fotografía de Gustavo Brenes– le ha dado a la Naturaleza un papel más que protagónico: dentro de su belleza profusa, esa Naturaleza es aplastante: es caribeña, aún dentro de algún paisajismo que se permite la directora.
En ese ambiente natural, los sujetos humanos se ven más débiles desde sus confictos. Así, el mar es presentado con fuerza y exquisitez visual, capaz de recordarnos –con otra sintaxis– a aquella selva que se traga a Arturo Cova, en esa pieza literaria del naturalismo que es "La vorágine", del colombiano José Eustasio Rivera. A propósito de dicho personaje, es justo señalar que el actor César Maurel es el único que cumple bien con su trabajo actoral. No siempre es fácil trabajar con actores no profesionales y es evidente que Patricia Velásquez no destaca con este tipo de dirección. Las actuaciones son tan deficitarias que hay momentos en que uno siente que se está ante dos películas (dos aguas): una, muy buena, que es esa con una poética del paisaje y su enlace con los personajes. La otra parte del filme, talón débil, tiene un frágil diseño de personajes, que se “cae” con pésimas actuaciones, acartonadas, recitadoras de parlamentos, por lo que la trama, mínima y fragmentada, deviene más bien algo didáctico.
Se debe agregar el buen subrayado que recibe el filme con la música inteligente de Óscar Herrera. Resulta expresiva la sinergia habida entre música y fotografía. Sin forzar la situación, "Dos aguas" bebe de aquella conocida frase de Auguste Rodin: “El arte es el placer de un espíritu que penetra en la Naturaleza y descubre que también esta tiene alma”.
http://lahuelladelojo.blogspot.com
wílliam venegas
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8
23 de junio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco a poco, la palabra “precuela” se va filtrando dentro de la jerga cinematográfica. Se les llama así a aquellos filmes que se estrenan luego de otro, pero cuya trama sucede antes. Es el caso ahora de la película animada Monsters University (2013), con Dan Scanlon como director. Monsters University es película exquisita, grata, gentil y rica parábola sobre la amistad. Con sus personajes, se estructura un mundo del todo imaginario; pero las virtudes narrativas del filme nos hacen pasar ese mundo imaginario como si fuese real. Se trata de un lenguaje cinematográfico tan bien manejado que estructura casi a la perfección, en este caso, un mundo ficticio donde los acontecimientos nos seducen y nos atrapan como a moscas tras el dulce. Personajes bien diseñados; núcleo argumental bien definido; diálogos ingeniosos; rico humor y melodrama sutil; grata fábula. Expone bien el concepto de que lo mejor es trabajar con solidaridad grupal y no con el pragmatismo individualista propio del sistema económico vigente en nuestra realidad. Antes pasan un corto de fascinante poesía amorosa. Se titula Azu-lado (2013, The Blue Umbrella), logro estético dirigido por Saschka Unseld. Texto completo en:
http://lahuelladelojo.blogspot.com
wílliam venegas
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9
21 de abril de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las ágoras eran plazas públicas donde las ideas hervían. Hoy, el director español Alejandro Amenábar intenta reproducir esa condición con una muy buena película suya: Ágora (2009). Esta cinta se maneja con mucho respeto por lo conceptual y sin caer en los tópicos exagerados del llamado cine peplum (el de túnicas y danzas exóticas entre soldados de la antigüedad). Es cine igualmente biográfico o biopic, donde con un personaje se caracteriza toda una época. Igual, es cine de acción y romántico. La historia que le da sustento es la vida de la filósofa y astrónoma Hipatia, quien ansía lograr una explicación racional para fenómenos naturales aún no entendidos entonces. Sucede en el siglo IV, en Egipto. Tras los muros de la biblioteca de Alejandría, Hipatia lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo, mientras a su alrededor los juegos políticos son expresión de la barbarie. Los cristianos ya no son perseguidos; al contrario, pasan de ser perseguidos a ser perseguidores. La propuesta visual tiene una penetrante intención significativa. La música solo refuerza esta intención sígnica de la imagen. Lástima que las actuaciones no sean las mejores, excepción hecha de la actriz Rachel Weisz, quien, como Hipatia, hace nuestro su desasosiego por el avance de las masas incultas y fanatizadas.
http://lahuelladelojo.blogspot.com
wílliam venegas
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8
28 de marzo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película de boxeo, sin que sea –exactamente– una más de pugilato: no es una más. Tampoco es una obra maestra, pero sí es un muy buen largometraje. Su dinámica consiste en mostrarnos cómo las contradicciones sociales al interior de una familia de Massachusetts, en los años 80, confluyen, se desatan y hasta se resuelven en el tinglado del boxeo (dentro y fuera de un ring, porque las peleas se extienden más allá de las cuerdas).
Se basa en hechos verídicos y las imágenes, entre los créditos finales, pretenden ser prueba de ello, por lo que les recomiendo a los espectadores no salir tan pronto de la sala. Casi siempre, además de un cuadrilátero, los filmes de boxeo nos muestran familias disfuncionales, agresiones, drogas, cárceles, noviazgos conflictivos y demás condimentos. El peleador no es ninguna excepción en este caso.
El relato nos está contado con habilidad formal y con pericia narrativa, pero sobre todo con mucha vehemencia al adentrarse en los pliegues de los conflictos dados y al meterse de lleno dentro de lo laberíntico de cada conducta, con personajes muy bien diseñados y mejor mostrados gracias a actuaciones impecables e intensas.
Todos los actores lo hacen muy bien (pulida dirección actoral), pero será difícil olvidar los angustiantes y poseídos trabajos de una extraordinaria Melissa Leo (como la madre de dos hermanos boxeadores) y de un Christian Bale eximio, magistral, fructuoso, espléndido, soberbio y cuanto adjetivo superlativo quieran ustedes agregar, como el boxeador degradado y llevado al fondo mismo de la vida.
Solo el hecho de ver a Christian Bale en tal estado de gracia histriónica hace válida la razón para ir a ver este filme. Como dijo alguien: Christian Bale se instala en una brillantez interpretativa insólita. Con este actor y con Melissa Leo, el cuadro se completa con la buena labor de Mark Wahlberg y con una fascinante Amy Adams, quien demuestra su valía otra vez.
La narración ofrece un buen soporte con la fotografía de Hoyte van Hoytema y con la música de Michael Brook. Sin embargo, nos queda debiendo con el trabajo de montaje, por lo que algunas secuencias pierden tensión y se tornan arrítmicas, sobre todo las que suceden para mostrarnos el proceso de un personaje durante sus peleas de box. Es cine con dignidad artística, no dudo en afirmarlo.
Estoy convencido de que el boxeo no es deporte (¡eso de dos tipos golpeándose de manera salvaje entre el bullicio ajeno!). Peor, ahora, en Costa Rica, hay quienes se jactan de que una mujer “campeonice” en ese juego de agresiones. Pues bien, de alguna manera, el filme asume una posición crítica ante el sangriento y corrupto boxeo, al menos elípticamente, lo cual me resulta un plus de la película.
crítico de cine
periódico La Nación
[email protected]
wílliam venegas
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3
21 de marzo de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin se estrena, en San José, la película costarricense Agua fría de mar (2009), dirigida por Paz Fábrega. Se ha exhibido en distintos festivales en otros países y nos dicen que con buenos resultados ante la crítica. Aquí se estrenó en la playa donde fue filmada, en el Parque Nacional Marino Ballena.
El guion es de la propia directora, en afán de darle a la película un apropiado concepto de cine de autor. En realidad, se trata de un guion sin ninguna historia propiamente dicha, por lo que es imposible aplicarle un doble principio analítico y estructural, que consiste en descomponer el relato en unidades abstractas y en definir las combinaciones posibles de esas unidades, en analizarlas o clasificarlas.
Ciertamente hay una situación inicial: una niña que se pierde de su casa durante una noche, que duerme a la vera de la playa, y la muchacha que la encuentra. Hay un breve diálogo entre ambas que, por alguna razón, las marca. Nosotros continuamos viendo –de manera alterna– el suceder de poses poco intensas en ambas, hasta un nuevo encuentro entre ellas.
Es importante el trabajo de María Secco con la fotografía, quien sabe plasmar la intención visual de la señorita Fábrega. Hasta ahí. Con abandono importante de la banda sonora, muy pobre, y con actuaciones más bien malas del elenco principal (se siente la novatada, la incapacidad de los actores para ir adentro de sus personajes), el guion sufre de una catálisis opresiva: el posible argumento comienza a disolverse en sí mismo, como una reacción química donde nada se altera.
El filme es solo una mirada superficial de algunas emociones poco intensas de sus personajes femeninos (la muchacha y la niña), por lo que Agua fría de mar nos pone en el punto exacto del aburrimiento. Las situaciones se caen como hojas secas de un árbol. A lo anterior, agréguese la pésima dicción de los histriones, capaces de hablar sin que se les entienda lo que dicen. El resultado es una película sin rostro, que pretende ser intimista, lo que no funciona por la superficialidad con que plantea sus descripciones. Es filme sin acontecimientos ni puntos de giro, ni siquiera con un clímax propiamente dicho. Parece una copia ingenua y sin fuerza alguna del cine de Bergman o de Tarkovski.
Este cine no se adentra en nada ni tampoco logra excitar la epidermis del espectador; su debilidad reside en la ausencia de una estructura lógica de sus ideas y resulta como atravesar un mar de agua fría con una barca sin remos ni timón. Su argumento está estirado más allá de lo razonable, es monocorde, lleno de tiempos muertos, donde las imágenes son el único esfuerzo por ofrecer un mínimo de dignidad artística. Aún así, es bueno que vayamos al cine a ver esta película, para confrontar criterios sobre el cine costarricense.
wílliam venegas
crítico de cine de periódico La Nación, Costa Rica
wílliam venegas
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