Recomendable para los que padecen insomnio o para dormir la siesta, para una persona normal es un suplicio y un peñazo, pero como es la típica película lenta y mística que adoran los críticos franceses hay quien la tiene en un pedestal.

Los de Dreamworks se creen muy listos: han fotocopiado "Los 10 mandamientos" de Cecil B. De Mille y han pintado encima, pues bueno, pues vale, pues me alegro.

Ocurre que la película fotocopiada es tan buena que algo queda en la copia, inevitablemente.

Lo mejor: escuchar cantar juntas a la Houston y a la Carey.
Lo peor: copia-copia-copia.

Hola, padres y madres. Disney se debe de estar revolviendo en su tumba (o en su congelador) ya tenemos el nuevo aquelarre de la jefa de contenidos de la empresa que en un tiempo que parece lejano fue la fabrica de sueños de todos nosostros... ahora solo fabrica pesadillas.

Las otras críticas santifican la serie y dicen con alegría que cada vez hay menos padres contrarios al mensaje "woke", al pensamiento único de Disney. No me extraña: os lo están metiendo con un embudo.

Técnicamente hay que decir que es una serie bastante chapucera, cosa habitual en los últimos tiempos, se ve que los universitarios wokes de Disney intentan copiar algo del estilo del anime japones, pero no lo consiguen. Lo único que consiguen es provocar ataques epilépticos con tanto fogonazo de hechizos.

Pero vayamos a lo que nos interesa: el mensaje.
Para algunos sectores es un mensaje maravilloso, la niña protagonista cruza un portal hacia otro mundo (lo mismo pasa en Anfibilandia) y se hace alumna de una bruja asesina, luego se hace amiga de demonios y demás seres de las tinieblas, parece que con su ayuda y "coaching" infernal va a ser alguien importante.

Así que ya sabéis, niños y niñas y "niñes", si queréis triunfar en la vida, abandonad vuestra casa, abandonad a vuestros padres, abandonad a vuestros amigos, escapad a un lugar extraño donde unos demonios muy amables y mimosos os enseñaran cosas. Seguro que os pedirán algo a cambio, pero eso no se enseña en la serie.