Y una vez más nuestros queridos protagonistas de “Fuga de Cerebros” nos hacen desternillarnos de risa delante de la pantalla bajo la excusa de embarcarse de nuevo en una aventura (esta vez en Harvard) para encontrar el “amor verdadero”.

El film de Therón partía con bastantes altas expectativas para aquellos espectadores que ya disfrutaron de la primera entrega, pero hay que reconocer que el director español consiguió pasar la prueba y con nota; siendo el artífice de una comedia tremendamente divertida y, aunque en cierto punto similar a la anterior entrega, con matices que implantan en la mente del espectador la idea de haber pasado cerca de 105 minutos riéndose y pasando un muy buen rato delante de la pantalla.

Salta a la vista de cualquiera que no estamos ante una buena película propiamente dicha: el guión y la trama son totalmente surrealistas, las situaciones son tremendamente absurdas e incluso las interpretaciones no destacan por su calidad; pero, tratándose de una película de humor, el film de Therón no deja indiferente al espectador en absoluto.

Bajo el telón del rocambolesco y estrambótico viaje de nuestros jóvenes protagonistas y sus enamoramientos varios, se nos demuestra la importancia de un privilegio del que todos deberíamos disfrutar: el valor de la amistad. En este aspecto me gustaría destacar la capacidad del film para hacer referencia a dicho valor a través de parodias y estupideces varias llevadas a cabo por ciertos personajes que sí hacen reír de verdad.

Una comedia creada pensando en un público joven y para espectadores con ganas de pasárselo bien echándose unas risas con unos personajes esperpénticos que realizan en apenas una hora y veinte minutos muchas más locuras de las que podríamos siquiera imaginar.