Película que, a pesar de su corta duración, se hace larga y pesada. Los actores parecen acartonados y muy sosos y la historia de amor no despega ni llega a interesar demasiado.
Pasable, pero únicamente por su corta duración.

La película lo tiene todo para ser un clásico moderno, pero no termina de funcionar bien y la historia nunca engancha del todo. Se presenta a una serie de personajes: el interpretado por Brannagh, los soldados, los aviadores, el patrón de la embarcación, etc. Como en un Carrusel Deportivo, la película va conectando con unos y otros y narrando lo que les sucede, aunque en ningún momento provoca mucho interés lo que les pueda suceder. No sé de qué adolece, si es el ritmo, el guión o qué, pero es fallida.

Por ahí dicen que técnicamente es muy buena, pero me pareció ver un par de edificios modernos y las imágenes de las playas parecen del telediario; no tienen aspecto de ser de los años 40.

Película violenta y desagradable que, encima, es inverosímil, absurda y algo aburrida. Una niñata y su hermana, a cual más repelente, y sus andanzas al ingresar en una universidad, que más bien parece la prisión de Sing Sing, por los abusos, clanes y violencia totalmente ajenos a cualquier institución de este tipo.
Por otro lado, el que haya estudiado veterinaria sabe que no se opera a una vaca o caballo el segundo día de clase.

Por si todo esto no fuera poco, es además muy previsible: se intuye enseguida el origen del veganismo y dónde va a terminar todo.

Un despropósito con ínfulas intelectuales para el público adolescente.

Los conciertos de Rammstein son un espectáculo visual de llamaradas, detonaciones y fuegos artificiales. Como las canciones están a la altura, la suma de música y espectáculo es digna de ver.

En este caso, mucho mejor aquí, con tropecientas cámaras y un sonido e imágenes perfectas, que en un concierto de verdad.

Lo que no me ha gustado es la excesiva post-producción, efectos especiales añadidos (esas lenguas bífidas), movimientos vertiginosos y mareantes de cámara y una falta excesiva de espontaneidad, pues una grabación de un concierto debería recoger el concierto tal cual sin quitar ni añadir nada.

Hay poca atención al público, que sólo aparece al final.

Aguanten a que terminen los títulos de crédito, que hay sorpresa final..

¿qué sucede con los exteriores?

Son tan cutres como las montañas pintadas de un western de los años 30.

Ya sabemos que Madrid está hecho unos zorros y es casi imposible hacer un rodaje de época, pues apenas hay calles empedradas y aun en las calles más recónditas del Madrid de los Austrias se corre el riesgo de que aparezca en la toma un establecimiento de yogures helados, pero ¿no podrían haber rodado en otros escenarios reales de Segovia, Cuenca o Ávila, en lugar de meter esas tomas digitales?

Por ponerle otra pega, el lenguaje utilizado es el actual y muchas palabras que aparecen en la serie no se usaban entonces, como sabe cualquiera que haya leído alguna novela de Galdós..

Aparte de estos detalles, es una serie entretenida que se ve con interés y tras ver cada capítulo apetece ver el siguiente, por lo que merece la pena.