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Críticas de Pp Ferrer S
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Críticas 132
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
6 de febrero de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medida que pasa el tiempo, después de la guerra, Japón va rápidamente modernizándose y en su presentación de cada película, Naruse nos ofrece imágenes que lo indican, y no solo con edificios modernos o circulación, sino que cuando va a los barrios o suburbios nos pone unas imágenes muy luminosas y unos encuadres que denotan una mayor organización, en calles y en el interior de las casas. Otra vez los problemas de la mujer japonesa y el matrimonio, a lo que hay que añadir que después de la guerra hay menos hombres y más mujeres. Los padres solo piensan en casar a sus hijas o que estas, por su cuenta, encuentren un marido que tenga trabajo y, a ser posible, dinero. Pero si el tema gira en torno a los problemas femeninos, aquí Naruse se pasa un poco y los personajes principales masculinos son demasiado negativos: vagos, borrachos, mentirosos, infieles. Entre las mujeres las críticas a los hombres son demoledoras, llegando de algún modo a insinuar que es preferible tener un gato que un marido. Pero siempre hay una esperanza en las historias de Naruse, y en este caso los hombres jóvenes parecen ofrecer una nueva forma de vida a las mujeres japonesas. En la filmografía de Naruse que he visto, la música casi siempre es clásica o tradicional. Aquí hace un uso de la música clásica para reforzar esa esperanza en el futuro. Algo así como diciendo que la occidentalización es el futuro del Japón. De hecho, las mujeres cada vez utilizan más los vestidos occidentales que el kimono.
Pp Ferrer S
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9
4 de febrero de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una localización perfecta y un par de planos, como siempre para saber que está ocurriendo con los personajes. Tampoco falla un toque de humor, como siempre, con el tropezón del vecino en la escalera y que será el objeto de risa en la historia. Este es Naruse y por si queda duda hay que fijarse en los encuadres, perfectos, con la cámara en el sitio apropiado y los actores moviéndose por el plano exactamente. A mi me ha parecido una lección de cine la realización de los trece primeros minutos. Si Naruse es especialista en contarnos historias sobre la mujer japonesa moderna y sus circunstancias sociales, aquí da con otra historia que borda en su exposición, y además cuenta con una interpretación de la protagonista, Setsuko Hara, que raya lo sublime. La sobrina está también bien para dar la réplica de la joven soltera y el marido de la primera y tío de la segunda, interpreta su papel correctamente. Digamos que el director ha dado aquí con el casting perfecto. A mitad de la película ya tenemos muy claro que es lo que ocurre en el matrimonio y Naruse repite la misma escena del principio para llevarnos otra vez a la rutina. Es un buen recurso. Utiliza un plano de la protagonista, de espaldas, y a través de los barrotes de dos puertas, que manifiesta perfectamente la situación anímica de la esposa que considera el hogar como una cárcel. Y ese tren siempre presente, como deseando llevar a los personajes a algún lugar donde encontrar la felicidad. Y no se pierdan el final, aunque si conocen el cine de Naruse ya saben… moraleja.
Pp Ferrer S
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7
3 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este caso, sin olvidar que son los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial que Japón perdió, Naruse utiliza un internado de prostitutas, que sin ser una cárcel, sirve para reconocer, de algún modo, lo que ocurre en el exterior. En ese tiempo de postguerra, cuando no hay trabajo, la mujer tiene que recurrir a la prostitución para sobrevivir. Pero esa forma de vida llevaba en ese tiempo un alto riesgo de contraer la sífilis o de quedar embarazada, además del estigma social que representa su trabajo. Naruse, como siempre, muy didáctico y colaborador con la sociedad japonesa, quiere advertir de los peligros a los que la prostitución conlleva. Es una historia bastante folletinesca y básicamente de mujeres, y se nota que el director se encuentra a gusto trabajando con ellas, de las que consigue todos los matices. No le ocurre lo mismo con los hombres que siempre están por debajo del nivel interpretativo que el de las mujeres y posiblemente se debe a que a Naruse les cuesta más dirigirlos. Naruse cuida mucho los cambios de secuencia para que el espectador sigua la historia con naturalidad y aquí hay un ejemplo significativo, cuando los pies de la vigilanta al ritmo de la música se funden con los pies de la mujer trabajando en la máquina de coser.
Pp Ferrer S
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7
1 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el mismo principio sabemos que se trata de una película reivindicativa. Pero la forma de reivindicar del protagonista, sus gritos, nos presagian una narración menos realista que la que nos tiene acostumbrados este director. Naruse suele cuidar mucho sus arranques, y aquí no lo cuida menos, sino que se arriesga a planos generales con mucha gente y a un sonido extraño que se extiende entre esa gente. El guión y la planificación narrativa, ese montaje, me recuerda mucho a la “nouvelle vague” francesa que aparecerá mucho después y ofrecerá sus películas como un gran logro narrativo, cuando en realidad esas formas ya estaban inventadas. Para enfocar sus reivindicaciones Naruse introduce el papel que en el Japón, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron los “zaibatsu”, camarillas muy influyentes que controlaban la economía, la política y otros aspectos del país. Algunos ejemplos de estos grupos, entre otros, fueron Mitsubishi y Fuji. A estos “zaibatsu” se les culpaba de que Japón hubiera entrado en guerra. A partir de la segunda mitad la película toma unos derroteros surrealistas con la desaparición de personajes imaginarios y la introducción de personajes etéreos, como su “alter ego”, que expresan sus dudas. Pero al mismo tiempo se introduce una historia de amor. El director sabe que quiere llevar su mensaje reivindicativo a la mayoría de los espectadores y entonces no duda en introducir un número musical, bastante erótico para su tiempo, en la fiesta del Partido de Felicidad de Japón (el nombrecito también se las trae). Una vez más hay que perdonarle a Mikio Naruse su moraleja final.
Pp Ferrer S
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7
30 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Naruse vuelve a empezar su película de esa forma que él sabe hacer muy bien: con un toque de humor. La danza tradicional de kabuki que interpretan los dos empleados es impagable. Y yo pienso que cuando el espectador se encuentra con algo así en el principio de una película siente mucho mejor ánimo para continuar viéndola. A continuación unos pocos planos bien estructurados y montados, y conocemos la situación familiar de cada empleado. El director tiene claro que ha de entretener a los espectadores y monta otra secuencia cómica genial en el jardín del jefe. La Segunda Guerra Mundial ha terminado y muy mal para Japón, por lo tanto hay que olvidar lo más pronto posible. Pero Naruse se pone de parte de la sociedad que ha sufrido la guerra, y aunque en un tono muy desenfadado, cómico, realiza una serie de reivindicaciones sociales, laborales y hasta políticas. Es de esas impensables películas que uno no espera después de Hiroshima y Nagasaki, pero el espíritu japonés es así, enfoca los contratiempos con alegría, como en alguna película anterior Naruse nos ha hecho ver.
Pp Ferrer S
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