Experimento cinematográfico encaminado a guayones e intelectualoides con estética de Woody Allen y autoetiquetados como entendidos en cine. No obstante, si se realiza una preparación previa a su visionado, reflexionando levemente acerca de la situación del mundo y el papel del individuo en éste, y habiendo leído algunas obras básicas de Filosofía, será una película más fácil de digerir que llegará a ser interesante y te hará pensar en tu condición como persona en esta época determinada que te ha tocado vivir, entiéndase el cambio de milenio.

La película arranca magistralmente con un planteamiento inicial superatractivo, pero que después te darás cuenta será la tónica general de todo el filme. Es por ello que hacia la mitad del metraje es posible que un sopor dulzón se apodere de tu mente y des alguna cabezada, pero bueno, poco o mucho después retomarás el hilo argumental para sentirte un pequeño insecto más en una sociedad decadente y desestructurada donde algunos de los personajes dejan caer algunas soluciones metafísicas con pocas probabilidades de éxito.

El pensamiento occidental actual (y leves incursiones del oriental) en premisas básicas de manual y concentrado en 97 minutos de metraje.

Sin ninguna duda es la película que mejor muestra la crudeza de la muerte en una sociedad que decepciona y agoniza a cada minuto de reloj.

Kieslowski nos muestra al hombre ensayando su final social sin posibilidad de renovación. Y buenas pruebas de ello son el asesinato individual como el colectivo, cuya narración cinematográfica es ejecutada con brillantez a lo largo de la película. De ese modo, el acto de matar se acerca al espectador con un realismo impresionante, describiendo un momento que parece impensable poder vivir personalmente. Asimismo, la representación de la pena de muerte de ese modo tan frío y tan deslizado fuera del mundo en "No Matarás" es la mejor prueba de la devastación del individuo a nivel social.

Película imprescindible para comprender que el hombre, la mayoría de las veces, se constituye como un accidente del mundo imposible de subsanar.

M I E R D O S A 100%. Parece mentira lo de este hombre, habiendo dirigido con brillantez peliculones como "La Cosa" y "Golpe en la pequeña China" entre otras...

Y aún tenemos que leer afirmaciones como "Narrativamente compleja". Joder lo que tiene uno que ver a estas alturas de la vida...

La película es una de las mejores muestras cinematográficas de la posguerra española en entornos rurales, mostrando un paralelismo claro entre los elementos definitorios de la Castilla más profunda e histórica, como son la soledad, la sobriedad, el silencio y la dureza, con los de sus habitantes, que parecen perpetuarlos en una involución pausada en el tiempo y que parece hacerse eterna.

El tiempo está detenido, anclado en un momento que nos permite ver el interior más profundo de la persona, aquel en el que descansa nuestro yo más íntimo. Y este escenario está impregnado de psicología individual por el curtido Fernando Fernán Gómez y la joven Ana Torrent (impresionante es poco). El frío seco y cortante golpeando sus rostros nos indica que atraviesan una de las épocas más duras de nuestra Historia. La carga psicológica es tan acusada que produce una leve sensación de agobio: vacío, silencio y esencia que reflejan el aislamiento interior del individuo y de toda una tierra.

Esto es la realidad en estado puro. Una porción de vida analizada brillantemente. A Víctor Erice no le hace falta nada más para moldear una historia perfecta, una narración que irremediablemente nos trae a la memoria los versos de Machado y la crudeza de Delibes.

Otra muestra más del gran cine de Rossellini, que para esta ocasión contó con el enorme talento de una actriz imperecedera que da lecciones de interpretación por segundos cada vez que se encuentra actuando tras las cámaras.

El rostro de Ingrid Bergman es quizá de los que más fuerza y expresión denotan en cada secuencia filmada. Cualquier plano que incluya el rostro de esta gran actriz es entender, sin teoría, el concepto y significado de la interpretación en el cine. La angustia, el miedo, la culpa, la desesperación, y al mismo tiempo, la bondad, la alegría, y el amor son clases magistrales de las señas de identidad y sentimientos innatos del ser humano. Y Dentro de este registro quizá sea la intensa melancolía y tristeza de la Bergman en su papel de madre que se inculpa por la muerte de su hijo lo que más sobresalga en todo el metraje de la película.

Asimismo, la búsqueda de opciones y explicaciones sólidas a su pérdida conducen a la protagonista por un camino repleto de duras realidades que son paralelas a su estado, y cuyo final es el logro de una "perfección" interior que alcanza un estado místico que se confunde con conductas características de la locura.

Grandísima Ingrid Bergman y no menos Rossellini en la dirección. Notable alto.