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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de gerardops
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Críticas 304
Críticas ordenadas por utilidad
7
12 de septiembre de 2014
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador holandés Anton Corbijn ha ligado estrechamente sus inicios profesionales a los campos de la música y la fotografía. Cuenta con una amplia y sólida trayectoria como artífice de videoclips para grupos como U2, Depeche Mode o Metallica y para solistas como Bryan Adams. De hecho, eligió rodar para su debut en la pantalla grande un biopic sobre Ian Curtis, líder del conjunto británico Joy Division, que se suicidó a los veintitrés años tras padecer una epilepsia unida a conductas depresivas, y que dejó un legado artístico muy particular. Aquel film, titulado Control, se estrenó en el año 2007, cosechando magníficas críticas que contribuyeron a la consecución del BAFTA de la Academia Británica de Cine al mejor guión. Asimismo, resultó nominado en las categorías de mejor película y mejor actriz -Samantha Morton-. Recibió también otros galardones en diversos certámenes cinematográficos, como el Festival de Cannes. Por lo tanto, Corbijn demostró ser un director valiente, audaz y serio, cualidades que le abrieron las puertas de Hollywood, cuya industria le encargó el rodaje de “El americano”, un thriller sobrio con George Clooney de protagonista y alejado de las excentricidades de gran parte de las películas de acción, con el que el cineasta demostró nuevamente su rigor a la hora de contar una buena historia.
Ahora estrena la adaptación cinematográfica de la novela de John le Carré “El hombre más buscado”. El autor inglés, con numerosas obras llevadas al cine (“La casa Rusia”, “El sastre de Panamá”, “El jardinero fiel” o “El topo”, entre otras), aumenta su leyenda de escritor especializado en intrigas conspiratorias y espionaje político, aunque muy alejado del alarde de explosiones, persecuciones e interminables tiroteos que suele presidir este tipo de relatos. Por el contrario, los citados títulos son ejemplo de la originalidad del británico, en comparación con otras referencias del género, como la del agente James Bond y su visión desenfrenada de las misiones secretas y de las labores de contrainteligencia. Personalmente, me decanto por la recreación más contenida de Le Carré, cuyos perfiles humanos y cuyos diálogos están situados al mismo nivel que la acción. Sin embargo, quienes prefieran la espectacularidad visual y el despliegue de efectos especiales, se sentirán decepcionados por la sobriedad de esta narración.
Es posible que los espectadores se enreden y terminen por perderse en la complejidad de una trama con muchos personajes, cada uno con su propio laberinto de intereses inconfesables. Pero si alcanzan a seguir el hilo conductor y optan por degustar los entresijos de la política que engulle a las agencias de espionaje, se entretendrán a lo largo de dos horas con esta cinta, que responde fielmente al espíritu del libro en el que se basa. En este sentido, y sin olvidar que se trata de ficción, puede calificarse de realista, lo que para algunos supondrá un mérito y para otros no.
En cualquier caso, no quisiera concluir sin manifestar la sensación de tristeza que me invadió al final de la proyección, al constatar la enorme pérdida que para el Séptimo Arte ha supuesto el fallecimiento de Philip Seymour Hoffman. Su talento interpretativo era tan deslumbrante que, también en esta ocasión, su trabajo destaca por encima de los demás miembros del reparto. Actores de la talla de Willem Dafoe, Robin Wright, Daniel Brühl o Rachel McAdams, pese a llevar a cabo una correcta labor, quedan irremediablemente ensombrecidos ante la presencia de Hoffman. Repasar las magistrales actuaciones que conforman su filmografía y saber a ciencia cierta que no podremos contar con su calidad en el futuro, es un durísimo golpe para todos los aficionados al cine.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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6
18 de mayo de 2018
37 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que en varios momentos de “Deadpool 2” me reí con ganas, ya que mantiene esa irreverencia insolente recubierta con cierta genialidad para burlarse de todo. La combinación de vulgaridad casposa y humor corrosivo funciona en numerosas fases del metraje. Y es precisamente ese aire desenfadado el que salva la película, ya que la acción, los héroes y los villanos solo pueden digerirse porque están rebozados de una picante capa de comicidad. Sin embargo, desde un punto de vista cinematográfico, sus carencias resultan tan evidentes como la desproporción de esta segunda parte. El largometraje es una concatenación de “gags” que resultarían igual de efectivos si se hubiesen equivocado en la sala de montaje al ordenar las escenas. De la misma forma que el tráiler por sí solo ya arrancaba alguna sonrisa, o el famoso vídeo de promoción junto al ex futbolista David Beckham parecía muy divertido, lo mismo sucede con numerosas secuencias del film. En ese sentido, considerando que el divertimento es su principal (más bien, su único) objetivo, justo es reconocerle que lo alcanza. Cuestión distinta supone valorar la historia, la narración, el estilo, el ritmo, la puesta en escena, es decir, el producto cinematográfico. Y en ese ámbito los déficits son importantes.
Como ya me sucediera con títulos como la primera parte de “Kick-Ass” o alguna de las entregas de “Austin Powers”, la descontrolada furia aderezada de gracia de la una y el desenfreno ocurrente de la otra me hicieron disfrutar durante varias tramos de la proyección, si bien su visión en conjunto me produjo mayor pereza. En el caso de “Deadpool 2”, su afán por la parodia -incluyendo la autoparodia- se agradece y, además, neutraliza el peligro de fomentar la grandilocuencia y el exceso. Explosiones, persecuciones, huidas y peleas se diluyen en su propia desproporción, dado que la sobredosis de chistes y gracias nos recuerda que nada de lo que se ve debe tomarse en serio y que todo está al servicio de una mofa, a veces ingeniosa, a veces chabacana, pero siempre irónica.
Dirige David Leitch, un experimentado especialista que ha participado coreografiando secuencias de acción y sustituyendo en las escenas peligrosas a los protagonistas de títulos tan destacados como “El ultimátum de Bourne”, “V de Vendetta” o “Sr. y Sra. Smith”. Como realizador ha firmado la decepcionante “Atómica”, junto a Charlize Theron y la irregular “John Wick” (si bien su labor no aparezca reflejada en los títulos de crédito). Consigue adaptarse bien a un producto muy marcado por el descaro. Lo que cuenta, en realidad, da igual. No ofrece una trama convencional, pero tampoco lo pretende. En esta parodia desmesurada lo único que cuenta es la capacidad para provocar. El toque gamberro constituye la auténtica marca que define a una saga que, como ya era previsible, ha anunciado su tercera entrega.
Ryan Reynolds vuelve a interpretar a la dualidad Wade Wilson/Deadpool. Se trata de un intérprete con muchos y sonoros desatinos en su carrera profesional, pero también con algunos trabajos interesantes (“Buried”, “Definitivamente, quizás”). Su intención de explotar el éxito de esta franquicia en “X-Force” y “Deadpool 3” y de reiterar errores pasados como participar en una segunda parte de “El otro guardaespaldas”, evidencia su errática trayectoria. Le acompañan Josh Brolin (“No es país para viejos”, “Mi nombre es Harvey Milk”, “Sicario”), Morena Baccarin (vista en la serie televisiva “Homeland”), Zazie Beetz (“Geostorm”) y Brianna Hildebrand (“First Girl I Loved”). Todos ellos se entregan a este descaro políticamente incorrecto y cinematográficamente discutible, pero humorísticamente efectivo.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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5
1 de diciembre de 2012
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principal problema que presenta “Golpe de efecto” es que, pese a publicitarse en letras bien grandes a la sombra del nombre de Clint Eastwood, no se trata de una película de Clint Eastwood. Aunque forma parte del reparto, no se sitúa detrás de la cámara y esa ausencia se nota y mucho. Hacía casi veinte años que este mito del cine norteamericano no interpretaba y dirigía simultáneamente. La última vez lo hizo en el correcto y muy entretenido thriller de Wolfgang Petersen “En la línea de fuego”.
En esta ocasión, el realizador es Peter Lorenz, uno de sus colaboradores habituales, que debuta detrás de las cámaras con este film. Hasta ahora había sido ayudante de dirección de muchos de los proyectos de la estrella californiana. Y es que Eastwood, con ochenta y dos años cumplidos, más de cincuenta interpretando y cuarenta dirigiendo, no solo es uno de los referentes fundamentales de la cinematografía estadounidense sino, también, uno de los cineastas que más notablemente ha mejorado con la edad. Es indudable que a partir de la década de los noventa firma sus mejores trabajos. Cuatro son los Oscar que ha obtenido de un total de diez nominaciones y, a pesar de su fama de especialista en el género de acción ganada en su primera etapa profesional, ha triunfado realmente gracias a otras interpretaciones dotadas de una sensibilidad y un dramatismo difíciles de igualar. “Sin perdón”, “Million Dollar Baby”, “Mystic River”, “Los puentes de Madison” o “Más allá de la vida” son algunas muestras de su capacidad para transmitir al espectador experiencias originales, profundas y narradas con gran habilidad. Además, cuando él aparece en pantalla, sabe mejor que nadie combinar la imagen de hombre rudo y varonil con una carga de emotividad muy loable.
Sin embargo, al prodigarse excesivamente, -al igual que Woody Allen, rueda una película al año de media- no siempre logra el mismo nivel de calidad y, en el concreto caso de “Golpe de efecto”, su sola participación como actor impide que el citado film pueda catalogarse entre lo mejor de su filmografía. De entrada, una de las señas de identidad de su cine (la que consiste en dotarlo de sensibilidad pero sin caer en la cursilería) se esfuma. La intensidad de la trama mengua y la complejidad de matices de los personajes brilla por su ausencia, tornándolos excesivamente simples. En consecuencia, el resultado final se acerca más al formato de telefilm de sobremesa que a un proyecto cinematográfico de entidad.
No obstante, cuenta a su favor con dos aspectos destacados. El primero, un buen equipo artístico del que sobresalen el propio Eastwood y la actriz Amy Adams que, de nuevo, vuelve a regalarnos otra buena actuación. En su momento ya nos asombró en “The Fighter”, “Julie y Julia” o “La duda” y aquí también nos deleita con su presencia en pantalla, acumulando argumentos para no perder de vista sus próximos proyectos. El segundo, algunos diálogos ágiles y mordaces que, aunque escasos e intermitentes a lo largo del metraje, consiguen remontar la proyección a trompicones. La conclusión final es que nos hallamos ante una película menor que se ve engalanada con la presencia de actores de primera fila. A ratos se ve con pasividad y a ratos con agrado, pero siempre sin eludir cierta sensación de simplicidad que impregna todo el conjunto.
Confiemos en que la próxima cita de Eastwood con la cartelera sea a través de una obra suya al cien por cien, de la que asuma la dirección y desde donde imparta esas lecciones de buen cine a las que nos tiene acostumbrados.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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7
3 de octubre de 2014
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ned Benson decidió que su debut como director de largometrajes se llevara a cabo, no con una, sino con dos películas. Por ello, filmó la misma historia de amor desde ambas perspectivas, la del chico y la de la chica. Y así fue como se estrenaron en Estados Unidos “The Disappearance of Eleanor Rigby: Him” y “The Disappearance of Eleanor Rigby: Her”. Sin embargo, la complicación de tener que ver dos cintas diferentes para poder apreciar la creatividad del cineasta y obtener una visión completa del relato, animó a los responsables de su distribución a realizar un tercer film que aglutinase los puntos de vista masculino y femenino.
Por esa razón, “The Disappearance of Eleanor Rigby: Them” llegó a las salas de proyección, provocando que el estreno de Benson en la pantalla grande haya sido triple. No obstante, mientras en el mercado anglosajón sí han podido disfrutar de los tres títulos, en España sólo se estrenará el tercero, seguramente por las reticencias de los exhibidores y de la distribuidora a que un experimento de esta envergadura funcione a nivel de taquilla. Lo cierto es que, tanto en el Festival de Cannes como en el de Toronto, la obra de este realizador ha cosechado buenas críticas y aplausos generalizados. Argumentos a favor no le faltan, entre ellos que, como sucede en el resto de las artes, lograr ser original e imaginativo en el campo cinematográfico es difícil pero Ned Benson lo ha conseguido.
La trama está protagonizada por Eleanor y Conor Rigby, una pareja que vive en Nueva York y cuya relación disfruta de unos idílicos comienzos, hasta que la vida se encarga de que no todo sea dulzura y felicidad. La parte que se centra en Eleanor nos ofrece su visión sobre esos cambios, su forma de abordarlos y el modo en que afectan a su situación conyugal. La parte que corresponde a Conor refleja el modo en que éste se vuelca en su trabajo en un restaurante para evitar afrontar los problemas, sin ser consciente del impacto que esa actitud provoca en su esposa. Ambos anhelan recuperar aquella magia del pasado, aun a sabiendas de que ya no será posible.
Los aciertos de “La desaparición de Eleanor Rigby” son numerosos. Para empezar, nos coloca ante una perspectiva honesta, creíble y realista de una relación de pareja. Además, su director posee una visión cinematográfica que traduce en unas buenas filmación y narración. Asimismo, los espectadores disfrutarán de unas magníficas e igualmente verosímiles interpretaciones de los protagonistas, que logran transmitir a la perfección todos los sentimientos que han ido acumulando a lo largo de sus vidas. Si hubiera que buscar (más bien, rebuscar) algún reproche, podría indicarse que la intensidad decae en algún momento de la proyección y que la desilusión de los personajes contagian puntualmente el ritmo narrativo. En ese sentido, tal vez decepcione a quienes ansiaran una edulcorada y divertida comedia romántica porque, desde luego, no lo es.
El elenco de actores es excelente y está encabezado por dos, a pesar de su juventud, grandes intérpretes: Jessica Chastain y James McAvoy. La primera ha sido doblemente nominada al Oscar por “Criadas y señoras” y “La noche más oscura” y demuestra un especial tino a la hora de escoger proyectos interesantes. En mi opinión, mereció el preciado galardón en 2013 por su actuación en la citada cinta de Kathryn Bigelow. El segundo, tras despuntar en “El último rey de Escocia” y encandilar en “Expiación”, retorna con este título a la buena senda profesional. Les acompañan algunos secundarios de lujo, como William Hurt (avalado por un Oscar y tres nominaciones), Viola Davis (dos veces candidata a la estatuilla de Hollywood) y la siempre eficiente actriz francesa Isabelle Huppert. Todos ellos sirven de perfecto acompañamiento a los protagonistas.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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3
30 de octubre de 2015
33 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por alguna razón que no acierto a comprender, el actor Robert De Niro ha encauzado su carrera profesional de los últimos años hacia ese subgénero de comedias norteamericanas ausentes de gracia que, incluso, rozan el ridículo. Insulsas, basadas en un humor básico cercano a la ordinariez y sin genialidad alguna, asientan sus opciones de éxito sobre el reclamo en taquilla de los integrantes de sus repartos. Hasta en sus títulos más recientes, como “El lado bueno de las cosas”, su actuación resultaba exagerada e histriónica, desluciendo el conjunto del proyecto más que aportándole virtudes, si bien han sido sus intervenciones en “Plan en Las Vegas”, “La gran boda” o “Ahora los padres son ellos” las que han encendido todas las alarmas sobre el criterio de quien fuese en el pasado siglo un referente indiscutible del arte de la interpretación. Además, sus próximos estrenos (“The Comedian”, con Jennifer Aniston, y “Dirty Grandpa”, junto a Zac Efron) no auguran un futuro tranquilizador para una trayectoria que alcanzó su cima con los dramas, dentro de aquel cine transgresor que definió la década de los setenta. Constatar su involución en “El becario” e intuir el declive del otrora icono de la gran pantalla, ahora en total decadencia, produce un hondo pesar, siendo preciso recurrir a sus títulos del pasado para disfrutar de aquel talento que le aupó a la cumbre de la profesión.
Por su parte, la realizadora Nancy Meyers inició su andadura en el Séptimo Arte con acierto. De hecho, en 1980 recibió una nominación al Oscar por su labor como guionista en la divertida “La recluta Benjamín”. Sin embargo, el recorrido de sus diversas facetas de producción, dirección y escritura lo ha trazado en el marco de unas comedias bienintencionadas, tan blandas como sosas, que le han acompañado de manera constante. “No es tan fácil”, “Cuando menos te lo esperas” o su versión de “Tú a Boston y yo a California” definen a la perfección su sello personal. Se trata de historias planas, inundadas de personajes previsibles y aliñadas con ese pegajoso tono de permanente espíritu navideño (sea cual sea la época del año en la que se desarrollen). Desde el mismo comienzo de la proyección anuncia con luces de neón un final feliz, dulcificando sin es preciso esas partes del metraje llamadas a reflejar los conflictos y los problemas cotidianos. En mi opinión, dedicar una carrera profesional a rodar en exclusiva esta clase de largometrajes es un error y, de cara al espectador, resulta soporífero.
Una joven y exitosa empresaria que dirige un sofisticado negocio online del sector de la moda se cruza con un ex jubilado de 70 años, que retoma su vida laboral como becario. Las diferencias generacionales y de estilo deberían suponer el fracaso de tan peculiar alianza pero, por el contrario, el hombre se irá convirtiendo poco a poco en una persona indispensable para ella, no sólo en el ámbito laboral sino también en el personal, como su consejero y confidente.
Pese a su intento por resultar divertida y entrañable, la cinta se limita a ofrecer alguna escena graciosa, sobre todo por lo chocante del planteamiento. Lamentablemente, ello sólo basta para aguantar la proyección un máximo de media hora, lapso a todas luces insuficiente para resistir los casi ciento veinte minutos de proyección. Sin enjundia en los diálogos, sin mordiente en las interpretaciones, sin originalidad en la narración, con suerte interesará a un público proclive a esos films amables que garantizan la dicha y la redención de sus protagonistas.
Acompañando a De Niro en el reparto, figuran las también desaprovechadas Anne Hathaway y Rene Russo, dos notables actrices que necesitan rodajes de mayor nivel para poder brillar.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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