Jaime Rosales se consagra como director intimista y Lorquiano, todas sus películas tienen un aire melancólico que recuerda a las poesías de Federico. El director recurre a paisajes cálidos y luminosos para enmarcar a unos personajes atormentados y oscuros. Hace deambular la cámara, pero lo hace con la precisión que requiere que cada detalle revele algo importante.

Esta no es una película sobre Petra. Esta es una película sobre Jaume, porque es su perniciosa influencia la que provoca el vacío en las miradas de los que le rodean. Absolutamente todo gira en torno a la mezquindad de este cínico e inalterable ególatra que destruye todo lo que toca.

Mención especial merece Marisa Paredes; musa de Almodóvar (y con razón). Soberbia, maravillosa… Si Glenn Close se ha metido a la crítica en el bolsillo por su actuación en “La buena esposa”, tanto o más se merece Marisa Paredes por su actuación en “Petra”.

Puede que los actores hayan encarnado sus papeles bastante bien y puede que la ambientación de la película este bastante lograda gracias a una fotografía y un sonido excelentes. Sin embargo, todos estos son aspectos meramente decorativos del que, según mi punto de vista, es el aspecto fundamental de una película: la trama. En este caso, las casi dos horas de película transcurren sin pena ni gloria, sin aportar ni un ápice de originalidad o sobresalto a lo que podría considerarse un crimen común y corriente de los que, de vez en cuanto, aparecen en las noticias. Asumo que la película es española y que, por lo tanto, no van a aparecer superhéroes en acción al estilo Schwarzenegger, pero me esperaba un poco más de originalidad a la hora de contarla y, por su precipitado y errático final, sospecho que el director también, tal vez por eso remata la historia con un fallido intento de generar sorpresa en el último momento. No he tenido la ocasión de revisar la película pero, a primera vista, me doy cuenta de la cantidad de escenas y acontecimientos que no tienen coherencia con el desenlace.

El problema de las adaptaciones cinematográficas de historias ya conocidas por todos es que siempre acudes a verlas con ciertas expectativas predeterminadas. Este es el caso de Noé, una película que introduce la dosis exacta de emoción y originalidad a un argumento ya conocido. Esto tiene dos consecuencias previsibles y radicalmente opuestas. Por un lado, causará la decepción más profunda en los espectadores que acudan al cine esperando encontrarse una adaptación no tan desviada de la historia narrada en la Biblia cristiana. Por otro lado, maravillará a los amantes de la ciencia ficción que se dejen encandilar por la grandiosidad de sus efectos y la pertinencia de sus variaciones argumentales las cuales, por otro lado, tampoco son tan fortuitas, basta con recurrir a otros relatos religiosos no cristianos en los que también se alude a la historia de Noé.

¿ No había nada más interesante en la cabeza de John Malkovich?. En la de John Malkovich no sé, pero en la cabeza de los autores de esta película diría que debía de haber bastante paja, por no decir que seguramente estaba bajo en influjo de alguna sustancia de dudosa legalidad.
No comprendo como simular ver el mundo a través de un catalejo, que es la impresión que le da al espectador cuando alguien se introduce en el cerebro de John Malkovich , ha suscitado tanto interés.
Por si fuera poco el argumento esta plagado de absurdos, intenté encontrar en ellos un significado adicional, pero ese significado es inexistente.

Es el escenario en el cual los personajes que componen el reparto de la serie exponen sus conflictos y desavenencias.
Puesto que no cuenta con sólo una o dos horas de duración, resulta difícil encontrar en una serie de televisión un producto de calidad perpetua. En una serie es preciso rellenar horas y horas de grabación y el resultado es un producto mucho mas heterogéneo con momentos buenos y no tan buenos.
Everwood no es la excepción que confirma la regla, y tiene sus defectos, pero también sus virtudes y gracias ellas se convierte en algo muy digno de ver.