En un mercado, cómo es del cine de terror, tan plagado de malas películas, M3GAN logra entretenerte cómo pocas. Simple, pero efectiva, nos devuelve a los fanáticos la esperanza de qué las películas de terror vuelvan a ser lo que antaño fueron.

Ciertamente, no sé trata de la mejor película de terror (ni en dirección ni en actuaciones, en algunos momentos exageradas), qué haya visto, ni siquiera una de las mejores, pero su historia con la que empatizas (sobre todo con la de la pequeña Cady), lo aterrador qué resulta pensar lo cerca qué estamos de vivir algo así, y un final emocionante (eso sí me hubieran gustado más escenas cómo la final a lo largo de la película, y mayor número de momentos de tensión, y sustos), permiten qué te evadas durante unas horas. Destacar qué, a pesar de resultar cómica innecesariamente en algún momento, resultan menos frustrantes las escenas en las que M3GAN da rienda suelta su creatividad de lo que resultaban con Chucky (o el muñeco diabólico).

A quién le guste el cine de terror, y quiera evadirse con una simple, pero efectiva historia de terror, le recomiendo verla, ya qué, el entretenimiento está asegurado.

El Gran Showman, además de cumplir con los requisitos mínimos exigibles a un musical, te desgarra con un mensaje acerca del amor propio, y la importancia de cuidar a los seres queridos.

Como su propio nombre indica en la película nos encontramos con un espectáculo a la altura de los mejores musicales, la cinta cuenta con una puesta en escena (el filme deja algunos set-pieces difíciles de olvidar, a la altura del mejor Damien Chazelle) colosal; una banda sonora magnífica (compuesta por Benj Pasek y Justin Paul, compositores también de la letra de las canciones de La La Land, y las canciones originales de Aladdín, y Querido Evan Hansen), que se ganó por la canción This Is Me el globo de oro a mejor canción original; unas actuaciones (de un elenco, por otra parte, estelar) sobresalientes (especialmente las de Hugh Jackman, Zack Effron, y Zendaya), y una historia, que a pesar de adolecer de sencilla (y de estar en algún punto pillada con pinzas), no te deja indiferente, y con la que es difícil no estremecerse, y conmoverse.

Todo esto, junto con alguna interesante crítica social (hacia las clases sociales, hacia la desmesurada importancia que le damos al aspecto físico, etc.), y reflexión (acerca del verdadero significado del amor, y la amistad, etc.); un precioso, y fundamental mensaje (en los días que corren) que envuelve toda la película acerca del amor propio, y la importancia de cuidar a los seres queridos, y unas escenas final e inicial trepidantes, queda un musical más que brillante, y más recomendable.

A pesar de que me gustasen más el Vicio del Poder (Vice), y la Gran Apuesta (the Big Short) Adam McKay demuestra con No Mires Arriba (Don't Look Up) seguir estando en una muy buena forma.

Lo más duro es pensar qué a pesar de presentarse como una caricatura, realmente se trata de un reflejo más que verosímil de lo que hemos vivido (y nos engañemos seguimos viviendo) estos últimos años. Unas actuaciones excelentes (sobre todo de Leonardo DiCaprio, y Jennifer Lawrence), una banda sonora magnífica (compuesta por Nicholas Britell, compositor de casi toda la filmografía de Adam McKay), y una dirección, que sin sobresalir tanto como el guion, no es mala ni mucho menos, junto con un guion, en el que no se dan puntadas sin hilo, y en el que la crítica (a prácticamente todo, aunque especialmente al negacionismo, al conspiracionismo, y al Trumpismo), eso sí a pesar de hacerte reír, puede resultar burda en algún momento, y una invitación constante a al reflexión (en mi caso particular, acerca de si en esta sociedad posmoderna podrían darse los hechos reflejados en la película) componen una entretenidísima cinta.

Sin ser (desde mi humilde opinión) la mejor película del cineasta, sí que se trata de un entretenido, crítico, y reflexivo filme, en el que el divertimento está más que asegurado.

En la década de 1960, siete desconocidos, cada uno de ellos portador de un secreto, se reúnen en un hotel junto al lago Tahoe, en California. A lo largo de la noche, cada uno de ellos tendrá una última oportunidad de redimirse.

Malos tiempos en el Royale es de esos thrillers en los que se te van dando pequeñas piezas de información perfectamente dosificadas acerca de la trama, los personajes y el mundo que les rodea a medida que la película avanza. En este sentido, el estilo y la dirección están muy basados en las películas de Quentin Tarantino, como se puede apreciar en la división en partes de la película, lo que la hace absorbente e intrigante.

Los planos están increíblemente rodados, y aderezados por una carismática banda sonora, que incluye éxitos como twenty five miles, 26 miles o you can’t hurry love, esta última cantada por la actriz Cynthia Erivo.

El reparto principal está excelentemente elegido, y las interpretaciones son casi brillantes, destacando la realizada por Chris Hemsworth. Además de todo esto la película está cargada de multitud de escenas que te harán reflexionar acerca de ellas.

En definitiva, Malos tiempos en el Royale se trata de una más que recomendable cinta.

Cómo en la mayor parte de las películas M. Night Shyamalan en Tiempo (inspirada en la novela gráfica Castillo de Arena, de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters) si nos dejamos llevar, nos encontramos con una magnífica película de suspense.

Como decía, ciertamente el gran problema de la película, es que exige que nos dejemos llevar (sumado a esto también decir que a pesar de prometerse en la película no hay prácticamente momentos que resulten terroríficos), porque en caso de detenernos los fallos y agujeros argumentales (a causa de una premisa, e historia inverosímiles) que podemos encontrar son bastantes. Sin embargo, una vez hecha esta concesión (que entiendo que no todo el mundo esté dispuesto a hacer), queda una gran película de suspense. El filme cuenta con un ritmo vertiginoso (la hora y cuarenta que dura se hacen cortas, es envidiable en este sentido la cantidad de cosas que ocurren a lo largo de todo el metraje), una premisa, que a pesar de no explotarse del todo, resulta muy interesante (y que por ende hace que la historia también lo resulte), unas actuaciones (especialmente las de Alex Wolff, un especialista ya en esto del cine de suspense, y Thomasin McKenzie) buenas, una dirección, cada vez más depurada por parte M. Night Shyamalan (que nos regala algunos planos-secuencia, y algunas secuencias, sobre todo sin entrar en spoilers, las de las alucinaciones, y envejecimiento, impresionantes), una banda sonora que sin ser brillante tampoco demerita al conjunto, algún giro en la trama (aunque no todos ellos inesperados), y un final satisfactorio (a pesar de ocurrir como con la premisa, y la historia inverosímil).

En definitiva, se trata de una cinta suspense en la que si nos dejamos llevar, nos encontraremos con un gran entretenimiento, y una historia que nos mantendrá deseosos de saber que es lo que va a suceder a continuación.