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España España · Complutum
Críticas de Pableras
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Críticas 198
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
8 de mayo de 2015
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género de terror en España no es ni muy prolífico ni excesivamente brillante, pero de vez en cuando (más habitualmente de lo que su corta producción implica) surgen estupendas ideas y autores valientes y talentosos que levantan sólidos y muy exportables trabajos de horror, con alma ibérica y un espíritu inquietantemente costumbrista como feliz común denominador. Quizá Rafa Martínez, en ésta su ópera prima, haya asimilado muy bien ese ambienten tétrico y castizo que tan bien le ha sentado al género en España desde siempre en contraposición al hecho de que, en el fondo, no ha pergeñado una gran película, ni siquiera lo que entendemos por una buena. Curtido en el mundo del cortometraje, donde con apenas unos escasos trabajos logró dar a entender que sabía muy bien lo que hacía (por cómo movía la cámara, por su manejo de la puesta en escena), Martínez pone (casi) toda la carne en el asador en el prólogo de 'Sweet Home' (2015), donde da buena cuenta de su buen hacer a través de precisos movimientos de cámara que capturan imágenes amparadas bajo una cuidada fotografía aunque, como en el resto del metraje, le falte algo de contundencia a la hora de ponerse manos a la obra (a la obra sanguinolenta se entiende).

'Sweet Home' es, a la vez, una demostración de buen gusto formal y remarcable habilidad tras las cámaras y una ocasión perdida. Es indudable que la premisa da juego y es estratégicamente malévola y pertinente, una suerte de parábola salvaje sobre los trágicos desahucios que asolan nuestro país desde una perspectiva aún más terrible que la de la propia realidad, en la que las inmobiliarias llevan a cabo un mobbing muy particular, de carácter marcadamente sádico y asesino; esto es, contratando a criminales para acabar con la vida de aquellos propietarios que hayan tomado la insensata decisión de no vender sus casas para complacer la voracidad especuladora. En esta peliaguda coyuntura, una joven pareja pasará la noche en un edificio barcelonés en el cual han sido asesinados los últimos inquilinos, y sus asesinos, al descubrir que aún quedan como testigos los felices enamorados en dicho inmueble, no cejarán en su empeño de atar todos los cabos sueltos y tratarán de segar dos vidas más. Huelga decir que no será una tarea fácil, ya que la novia y su chico plantarán cara con lo puesto. Un escenario suculento para el buen aficionado al género, que sabrá valorar esta pequeña variante del subgénero del “asalto al hogar” que ha perpetrado Rafa Martínez con un innegable cariño hacia ese tipo de cine y, ay, ciertas arritmias y torpezas que, no obstante, no vale la pena entrar a desentrañar al tratarse de un debut cinematográfico. Tampoco ayudan, y esto no es culpa del director pese a las inevitables (y mínimas, muy superficiales) similitudes, las comparaciones que se le han hecho a la cinta desde antes de su estreno comercial con la muy superior (y diferente) '[·REC]' (Jaume Balagueró & Paco Plaza, 2007), que quizá jueguen en contra de las expectativas de este producto sencillo y simpático, intermitentemente disfrutable y que carece de pretensiones más allá de ofrecer un digno slasher que, nota importante, no es menester tomarse muy en serio (el momento en que suena el 'Eres tú' de Mocedades demuestra que aquí prima el alborozo y el guiño cómplice y socarrón, lo cual un servidor celebra).

Por lo demás, y volviendo a insistir en lo mismo, cabe destacar la elegancia visual de la cinta y el loable esfuerzo de Rafa Martínez por otorgarle a su primer largometraje un acabado formal, quizá, digno de mejor causa. Bien interpretada por su pareja protagonista, emanando buena química y hasta con ciertas tablas pese a la inexperiencia de ambos (más aún teniendo en cuenta el género y siendo, para más inri, el primer papel protagónico de Bruno Sevilla), adolece de una banda sonora en ocasiones un poco machacona y demasiado tendente al subrayado emocional, amén de la ingrata sensación casi constante de asistir a un quiero y no puedo que se traduce en un producto bien empaquetado aunque finalmente olvidable, pero su tour de force final entre una entregada Ingrid García Jonsson (con apenas superada la bendita resaca post Rosales) y el psicópata de turno deja satisfecho al espectador, que con cierta benevolencia sabrá perdonar sus errores y habrá pasada un rato distraído sin más complicaciones, y que una vez haya abandonado la sala es probable que empiece a pensar que, con un poco de fortuna, el próximo trabajo de Rafa Martínez estará más equilibrado con su potencial calidad como cineasta. Con todo, y quizá ante todo, un trabajo respetable, humilde, digno.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-sweet-home-asalto-inmobiliario-al-slasher/
Pableras
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9
1 de mayo de 2015
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas cuatro paredes y pequeñas parcelas de campo, habitadas por cuatro personajes obligados a coexistir por las tristes vicisitudes de una guerra, son suficientes para que Zaza Urushadze, cineasta georgiano con escasas películas a cuestas que alcanza el reconocimiento global con la que nos ocupa, logre componer uno de los retratos más conmovedores y efectivos, en lo que a alegatos pacifistas se refiere, que uno haya tenido la oportunidad de ver jamás. 'Mandarinas' (2013), que hace unos meses competía en la categoría de mejor película de habla no inglesa en los Oscar representando a Estonia (siendo, para el que esto escribe, la mejor de las candidatas junto a la notable 'Leviatán' -Andrei Zvyagintsev, 2014-), narra una historia (aparentemente) mínima en el contexto de la guerra de Abjasia, acaecida a principios de los años 90, donde los intentos de Georgia por independizarse de la Unión Soviética se enfrentaron a la negativa de la etnia abjasia (muchos de ellos estonios afincados desde mitad del siglo XIX en Georgia y que volvieron a su patria histórica al comenzar el conflicto) y, sobre todo, de los rusos. Un conflicto, como bien se menciona en un diálogo del film, por la tierra. Ahora que se ha expuesto el contexto histórico en que se enmarca este largometraje, cabe resaltar un dato no fundamental, pero sí estimable: su director posee la nacionalidad georgiana, pero la cinta nace bajo producción estonia. Lo que alguno podría ver como una incongruencia, o quizá como un elemento aparentemente conflictivo, no lo es de ningún modo, ya que ejemplifica, al margen de la propia narrativa de la película, una explícita voluntad de contar una historia sin maniqueísmos ni tergiversaciones, amparada bajo varias miradas a priori enfrentadas, pero que convergen en los mismos anhelos, miedos y sueños.

No elabora un discurso político ni entra a discutir sobre los motivos de unos y otros. No le interesa, entonces, en cuanto empieza a matarse en nombre de algo (un ideal, tierra...), ya que las razones se difuminan, se manchan de sangre y se tiñen de odio, perdiendo así todo su sentido (si es que alguna vez lo tuvieron). Bajo esta premisa, a la cual su autor es fiel hasta las últimas consecuencias, la narración discurre suave y sin alzar la voz a lo largo de unos breves pero estimulantes 80 minutos que, créanme, dan para mucho. Sostenida bajo diálogos muy bien escritos y amparada bajo el cálido techo de una hermosísima melodía que va repitiéndose cadenciosamente y con diferentes instrumentos a lo largo del film como un eco melancólico que va calando hasta los huesos, la historia no alberga hueco para el efectismo ni para la moral de un solo recorrido, pues todo en ella late bajo un mismo corazón que pretende aportar un pedazo de vida sencillo pero con muchas dobleces, donde se encuentran aspectos tales como la convivencia, el perdón, la pérdida o el simple y puro deseo de vivir. Su humanismo, en absoluto ingenuo, va sedimentándose bajo la piel del espectador sin apenas darse uno cuenta. Es una película accesible para cualquier tipo de público, lo cual no es en absoluto un menosprecio, pero su tristeza es insoslayable, casi infinita, pues le acompaña a uno a cualquier lugar. En varios momentos, un servidor estuvo a punto de ser inundado por un mar de lágrimas. No se preocupen. Es una tristeza necesaria, un sentimiento que todos deberíamos dejar que nos invadiera de vez en cuando, y Urushadze la acompaña de su sincera, profunda elegía que es, a un mismo tiempo, un canto por la paz y por la vida, y que alcanza, en la escena final frente al mar, un hechizo conmovedor e inolvidable que más valdría atesorar en nuestro interior para siempre.

Así concluye 'Mandarinas', con una pequeña sorpresa que revela el motivo por el cual el protagonista no quiere abandonar ese territorio sumido en el horror de la guerra, un pequeño gesto que engrandece (aún más) a la propia película. Ha sido estrenada tan sólo una semana después de la pobre 'El maestro del agua' (Russell Crowe, 2014) y se revela, así, como el antídoto perfecto para sobrellevar el amargo recuerdo que dejó aquella, otra muestra de cine pseudobélico con opuestas maneras y resultados; como la manera de volver a creer en un cine serio y comprometido que haga de la emoción un sentimiento sincero y sencillo, no una retranca manierista y acartonada que invalide cualquier atisbo de mensaje conciliador. 'Mandarinas' está llamada a ser uno de los estrenos de referencia del año, que más valdría no dejar pasar.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-mandarinas-hijos-de-la-muerte/
Pableras
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3
26 de abril de 2015
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Actor más que consolidado y de probado talento interpretativo, el neozelandés Russell Crowe encontró en el guión de la que se ha convertido en su primera incursión tras las cámaras la suficiente motivación para lanzarse a semejante reto artístico. A saber, un relato sobre un padre coraje que busca a sus tres hijos desaparecidos en la cruenta batalla de Gallipoli, acaecida durante la Primera Guerra Mundial. Un proyecto tremendamente ambicioso con un presupuesto muy ajustado, como el propio director ha reconocido, cuestión que en principio no debería saldarse necesariamente con una producción de pobre nivel. Admitiendo las limitaciones económicas con las que ha tenido que lidiar Crowe en su ópera prima (algo henchido de importancia en diversas entrevistas al nombrar como referentes a autores de la talla de Peter Weir, cuyo espíritu ni siquiera asoma en todo el metraje), lo cierto es que no es excusa para la desgana con que está narrada y realizada.

'El maestro del agua' (2014) se abre con una secuencia bélica que funciona como perfecto (y desolador) paradigma de las debilidades que aquejan este film. Por un lado, la mano de Crowe tras las cámaras se muestra impersonal y bastante torpe, a menudo titubeante. Se descubre también que la escasez de medios no se disimula en absoluto, perjudicando al impacto de una historia que se presumía trágica y dolorosa y que, finalmente, se muestra incapaz de atravesar nuestro corazón o mantenerse en la retina apenas unos segundos. Por último, se hace patente que la película posee una fotografía plana y sin matices, al margen de algunos planos de postal que, paradójicamente, chirrían más que otra cosa. Lo que resta de metraje es, aparte de la constante de estos tres aspectos tan poco agraciados, la historia de las rencillas sociopolíticas de la guerra en Turquía a través de una mirada que poco quiere reflexionar más allá de la superficie, aunque (y esto es lo mejor de la cinta) propone un reivindicable tono conciliador entre los bandos enfrentados, enarbolando un mensaje sobre el horror de todo conflicto bélico en el que, a fin de cuentas, no hay vencedores y vencidos sino sólo derrotados (encarnado en el personaje del oficial turco que acompaña al protagonista, el más afortunado y estimulante del relato). Esa intención es loable pero, claro, jamás suficiente, máxime cuando se empaña y empantana (aún más) la historia con la obligada historia de amor, digna del más obvio manual de guión, que termina por convertir a la película en otro acartonado drama con espíritu rancio de telenovela, sumida en los mismos tics de forzadas y sobreactuadas emociones y terribles ralentís (visuales y sentimentales) que agotarían a cualquier espectador alérgico a los culebrones con o sin coartada histórica, y en el que una tibia Olga Kurylenko funciona como pareja de función sin ningún atisbo de sensualidad ni magnetismo, lo que denota la escasa habilidad de Crowe a la hora de dirigir a sus actores.

Un debut nada prometedor de un actor metido a director que no parece dispuesto a entrar en el selecto club de, por ejemplo, George Clooney o Kitano, ni siquiera a jugar en la liga menor de, por poner un caso, Angelina Jolie. Crowe ha puesto más pose que talento, más ganas que auténtico corazón, y el resultado, un simulacro de gran cine amanerado y bastante aburrido, se antoja insuficiente incluso para espectadores poco exigentes. En definitiva, un 'Amar en tiempos revueltos' con algo más de movimiento e idéntica desidia tonal y estilística, y que parece haber llegado a nuestras carteleras con décadas de retraso.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-el-maestro-del-agua-sopor-en-tiempos-revueltos/
Pableras
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7
22 de abril de 2015
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracia Querejeta es de esos cineastas que, sin hacer mucho ruido, han ido componiendo una filmografía muy personal y, dicho sea de paso, estimulante. Algo lejos queda ya, quizá, el celebrado brillo de 'Cuando vuelvas a mi lado' (1999) o 'Héctor' (2004), pero con cada película que estrena, la hija del fallecido (y fundamental) productor español Elías Querejeta sigue sumando nuevas piezas a su discurso, hilvanado con una firme voluntad realista, a la vez crítica y tierna, aunque jamás complaciente, que algunos vieron caduco en su anterior '15 años y un día' (2013). En este 2015, Querejeta vuelve a colocarse detrás de las cámaras para ofrecer otro ejercicio de bien entendido costumbrismo que, en esencia, parece una suerte de proyección perfecta para un festival como el de Málaga, y es que 'Felices 140' diríase que ha sido concebida para engatusar a crítica y público por igual. Lejos de ser algo negativo, cercano al conformismo, supone una muestra más del talento de su creadora, de su capacidad de empatizar con el público (el que sea) con agradable transparencia y aparente facilidad.

En 'Felices 140' se sigue el esquema clásico del reencuentro (inter)generacional entre amigos y familiares, presentes o pasados, que nace de la alegría para ir enturbiándose según pasan las horas (y los días). La protagonista (interpretada con algo más que convicción por Maribel Verdú) ha reunido a sus más cercanos en una lujosa finca para, entre otras cosas, revelarles que sido la ganadora de un bote de 140 millonesde euros. Huelga decir que, una vez superada la euforia inicial, los trapos sucios que elegantemente han ido guardando todos empezarán a salir a la luz, ensuciando con rencores, rencillas pretéritas y súbitos enfrentamientos lo que prometía ser casi idílico. Hasta aquí el lector pensará (y con razón) que no hay nada nuevo bajo el sol. Tampoco pretende su directora, más allá de su competente factura, hacer alardes técnicos o estéticos de ningún tipo. Lo realmente distintivo y sorprendente de su relato es la manera en que, derribando toda expectativa, la película se quiebra y termina por romperse en un giro tan brusco como meritorio, que obra el (casi) milagro de reenganchar al espectador a una historia que, aunque siempre interesante, no se había apartado de lo convencional y más o menos previsible. Un servidor no va a revelar en qué consiste el juego malicioso en que convierte de golpe y porrazo Querejeta su último largometraje, pero insta a cualquiera que lea esta crónica a descubrirlo por sus propios ojos.

Como es difícil entrar en más detalles sin desvelar algún que otro aspecto sustancioso de la trama, sólo cabe agradecer el trabajo de un reparto perfecto en que cada personaje, incluso a través de escasas líneas de diálogo, ha sido definido a la perfección para que todos tengan su peso en diversos momentos del metraje y posean matices y claroscuros suficientes para desterrar con contundencia la temible brocha gorda. Así pues, una película española con diferentes pieles y serias aspiraciones de cara a futuros premios, donde Gracia Querejeta coloca un espejo inclemente que nos devuelve el incómodo reflejo de lo que somos, a lo largo de una narración precisa y certera que, incluso, sabe reírse eventualmente en la mejor tradición de la comedia negra. ¿La conclusión más evidente que puede extraerse? Que sí, que el dinero da la felicidad, pero arruina a las personas a nivel moral de manera terrible, casi inexorable. Allá cada uno.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-felices-140-los-abajo-firmantes/
Pableras
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2
16 de marzo de 2015
25 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duodécima Muestra SyFy en los cines Callao. Es el preestreno de 'Chappie' y, en resumidas cuentas, el público se ha reído cosa mala aunque, eso sí, el mayor número de las ocasiones de la película y no con la misma. Malo, malo. Aquí van mis humildes impresiones...

Neill Blomkamp entró por la puerta grande hace seis años con 'District 9' (que ya fue algo sobrevalorada), logrando el beneplácito de crítica y público hasta el punto de lograr varias y sorprendentes nominaciones a los Oscar (un hecho excepcional dada la naturaleza de la película, con nacionalidad sudafricana y de un género poco dado a semejantes recibimientos). El listón estaba alto, muchos hablaban de nuevo autor en ciernes a seguir muy de cerca en el género de la ciencia ficción, aunque todas esas voces se vieron impelidas a rebajar el tono tras la decepción que fue 'Elysium' (2013), no suponiendo en absoluto un fracaso, pero sí un paso atrás en el discurso de un director que demasiado rápido sonab a fórmula, que demasiado pronto se acercaba peligrosamente al cine más convencional y acomodaticio, a conceptos manidos y poco (o nada) revolucionarios. Como bien me sugirió Carlos Laullón el otro día, redactor en Asgeeks, nadie le puede negar a Blomkamp el atrevimiento, y es que cada película suya resulta ambiciosa sin incurrir jamás en lo pretencioso. Sin embargo, su tercer y último trabajo, 'Chappie' (2015), es un mejunje inestable que el realizador sudafricano echa por tierra debido a su nulo control a la hora de medir y mezclar sus variados y estrambóticos ingredientes.

Poco (o nada) funciona. Intérpretes de renombre perdidos en arquetipos resbaladizos y básicos, personajes secundarios con demasiada presencia prestados a la más burda caricatura (risible desde el minuto uno para una platea que jalea lo ridículo a la misma altura que lo brillante), y una aplastante y deprimente falta de carisma que todo lo cubre, incluyendo el bienintencionado robot que da título al film, todo embutido en una narración arrítmica, torpe, caprichosa, perjudicada por una labor de montaje un tanto desastrada. El problema no es que todo suene a visto y oído o que el concepto de sorpresa sea totalmente ajeno a la película (que también). Lo que realmente convierte a 'Chappie' en un producto (muy, muy) mediocre es su torpe conjunción entre drama y comedia, entre seriedad y chanza, que al principio de la película resulta más fácilmente distinguible, reconocible, pero que según van avanzando los minutos provoca una incredulidad exponencialmente creciente en el espectador, rendido ante un encadenado de situaciones grotescas, que alcanzan su cénit en un tramo final desbocado que despertó en un servidor eso tan poco gratificante llamado vergüenza ajena. El público (y yo mismo) se desternillaba ante la sucesión de despropósitos (que incluyen horrorosas cámaras lentas, un sentimentalismo ridículo y un histrionismo sencillamente abominable, digno de una culebrón latinoamericano). Dicho en otras palabras, si Neill Blomkamp la hubiera hecho así aposta, estaríamos hablando de una película quizá brillante, pero mucho me temo que sus intenciones iban encaminadas en direcciones opuestas, como demuestra su mismo final, un broche de oro hilarante y chalado que, en otras circunstancias o en otro contexto (el de una típica película producida por SyFy con animales mutantes gigantes o similar, por ejemplo) habría significado una idea tan demente como decididamente genial. Al principio algunas bromas funcionan (un robocop gantsa recién nacido y gravemente confundido, ¡bravo!), pero precisamente el talón de Aquiles de este largometraje es la gracia, que la tiene (y mucha) sin buscarla con tanto ahínco como le gustaría. ¿Recomendable? Para ver con colegas, birras, palomitas y ganas de desbarrar, por supuesto. Pero la cinta deja a 'District 9' como un oasis, como flor de un día, dejando el (presunto) talento de Blomkamp entre rejas hasta la próxima vista oral.

www.asgeeks.es/movies/muestra-syfy-2015-inauguracion-chappie/

PD: ruego en spoiler a los usuarios de FA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pableras
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