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España España · Barcelona
Críticas de Eduardo
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Críticas 1.293
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de junio de 2012
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No la había visto desde el momento de su estreno. Guardaba un excelente recuerdo. No me había equivocado. Gracias a una colección de cine negro del Periódico la he recuperado y disfrutado una vez más. Y no comprendo la injusticia de crítica y público con esta gema del noir más extremo y salvaje (olvidemos el happy end clarísimamente impuesto). Está claro que no perdonaron a Cimino el fracaso estrepitoso de La puerta del cielo (una película que urge reivindicar, sobre todo en su versión completa), o que Manhattan sur es una película demasiado incorrecta políticamente para no atragantarse a determinado personal pacato y cobarde. Ahí está Mickey Rourke dando el do de pecho con una interpretación bigger than life (no es el papel de su vida porque ése fue el de La ley de la calle, pero casi), un dominio del montaje y el ritmo que evidencian la maestría de Cimino, y una inteligente banda sonora de David Mansfield. No dejéis de revisarla o descubrirla.
Eduardo
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7
4 de octubre de 2012
24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los atracadores es una película importante, que se impone a sus evidentes defectos, fruto "d'un temps, d'un país", como diría Raimon. En primer lugar, es un alegato contra la pena de muerte en pleno franquismo, sigiloso y cauto, pero alegato al fin y al cabo, como demuestra la escena final, rodada como si se tratara de un documental, sólo que muestra la ejecución a garrote vil de uno de los atracadores. A los escalofríos que produce la secuencia contribuye la muy verosímil interpretación de Julián Mateos, en el papel que le catapultó al estrellato (bueno, en la medida que él lo permitió). En segundo lugar, trata otros temas tabú, como la infidelidad de un hombre casado, con mantenida y todo, la delincuencia en una España perfecta, las relaciones extramatrimoniales, todo ello con cierta moralina y continuas concesiones al Régimen imperante, pero Madame la Censura era difícil de engalar. Y en tercer lugar, Rovira Beleta filma con un pleno dominio de la cámara, de los claroscuros, y de las posibilidades de una ciudad que, en el recuerdo de los que llevábamos pantalón corto en esos años, siempre será en blanco y negro, triste, lóbrega y atemorizante. En conjunto, un pequeño clásico.
Eduardo
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7
16 de junio de 2013
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por los años 30, Dick Powell era un galancito de sonrisa profidén, aspecto melifluo y cara de bofetada. Le recordamos, sobre todo, en La Calle 42. Una década más tarde se había convertido en uno pequeño pilar del noir, al encarnar a Philip Marlowe en la seminal Historia de un detective. Había perdido los mofletes y su mirada era dura y acerada, un punto peligrosa. A partir de entonces, encadenó un rol tras otro de dichas características, con películas tan notables como Venganza, Johnny O'Clock y Opio. Como afirma la leyenda, fue uno de tantos damnificados del film El conquistador de Mongolia, horroroso por lo demás, rodado en el desierto de Nevada tras diversas pruebas atómicas. La mayoría de los participantes en dicha cinta murieron de cáncer.
En Pitfall encarna a un agente de seguros hastiado de su trabajo, de su matrimonio y de la vida en general. Hasta que en el curso de una gestión rutinaria conoce a la hermosa Mona Stevens (la maravillosa Lizabeth Scott) y se extravía en sus brazos. Lo cual despierta los celos del psicótico MacDonald, un detective de tres al cuarto que trabaja en ocasiones para su compañía de seguros. Ese conflictivo trío, combinado con un tercer hombre que sale de la cárcel, el ex novio de Mona, dará pie a un final trágico para todos los implicados. La mirada final de ambos cónyuges al concluir la película no presagia precisamente un futuro demasiado halagüeño. Por lo demás, dejadme hablaros de Raymond Burr. Este hombre era inconmensurable. Sus papeles de villano en tantos films noirs de los 40 y los 50 tendrían que haberlo convertido en un mito (Hitchcock se lo sirvió en bandeja en La ventana indiscreta), pero en su camino se cruzó Perry mason y ahí terminó lo que habría podido ser una carrera gloriosa, para dar paso a otra tal vez mejor remunerada, pero mucho menos exquisita. Os aseguro que sólo por Burr vale la pena ver Pitfall, con independencia de sus demás virtudes. ¡Loor y gloria a Lizabeth Scott!
Eduardo
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7
5 de diciembre de 2017
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Movistar+ ha tenido a bien obsequiarnos este estupendo documental sobre una de las mujeres más hermosas de la historia del Cine, que muestra de paso su aspecto más oculto: el de una inventora genial y una mujer adelantada a su época en muchos aspectos. Se rebeló contra la tiranía de los estudios, produjo algunas de sus películas, vivió como le dio la gana y, si bien fracasó con sus hombres, los elegía ella, qué demonios. Inventó un sistema de comunicaciones en el que se basan el wifi, el bluetooth y el GPS, entre otros. Ninguneada por el ejército estadounidense, probablemente para no pagarle, lo utilizaron con éxito en numerosas ocasiones.
El documental recoge las opiniones de sus hijos y de amigos íntimos. No se habla tanto de la actriz como del ser humano que fue, no se concede protagonismo a su carrera cinematográfica que, en realidad, no fue tan gloriosa como parece, salvo ejemplos aislados (Cenizas de amor, Noche en el alma, Argel). Oímos su voz, grabada en algunas casetes que estuvieron a punto de perderse para siempre, con las imágenes y el sonido de sus rememoraciones se va componiendo un retrato impresionista de la mujer nacida en el Imperio Austrohúngaro y fallecida bajo el sol de Florida, anciana y arruinada.
Para amantes de mitos y bellezas malditas.
Eduardo
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7
16 de mayo de 2014
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos niñas han aparecido violadas y asesinadas. El inspector Gallien (inmenso Lino Ventura) tiene un sospechoso y, pese a ser Nochevieja, no piensa soltarlo hasta que confiese. El abogado Martinaud (tremendo Michel Serrault) es un hombre chulesco y despreciativo, que esconde más de lo que aparenta. La noche es larga, y la inesperada llegada de la esposa de Martinaud (la llorada Romy Schneider, en su penúltima aparición en pantalla) dará un giro radical a los acontecimientos. Garde à vue, muy interesante polar de Claude Miller, está estructurada como una obra de teatro, pese a ser una novela. Casi toda la acción se desarrolla en el interior de la comisaría, con Ventura y Serrault aguantando el peso de la función. Es la pericia de Miller a la hora de filmar (primeros planos, cortos, medios, leves movimientos de cámara) lo que impide la claustrofobia del espectador, sin contar los excelentes diálogos de Michel Audiard. Es una lección de cómo filmar a dos personajes en un único decorado. Levísimos apuntes musicales de Georges Delerue contribuyen a reforzar la tensión creciente del interrogatorio, hasta la explosión de violencia del tercero en discordia, el inspector Belmont (Guy Marchand). Película poco conocida, vale la pena acercarse a ella y disfrutar de su ritmo pausado pero implacable. Los norteamericanos, siempre raudos en fabricar remakes para que sus tarados compatriotas puedan entender películas foráneas, rodaron años después Bajo sospecha, dirigida por el inepto Stephen Hopkins, y con Gene Hackman y Morgan Freeman en los papeles protagonistas. Lo único interesante de esa basura era la aparición de Monica Bellucci, tan fascinante como siempre. Muchísimo mejor el original que la copia.
Eduardo
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