El cine mexicano comercial sigue centrando sus esfuerzos en desarrollar comedias románticas como única posibilidad para generar taquilla, en esta ocasión, dándole por fin su primer protagónico en cine a Mariana Treviño, actriz que suele destacarse en cada película en la que participa y que ha logrado notoriedad gracias a su trabajo en la serie ‘Club de Cuervos’.

Treviño interpreta a Amanda, una terapeuta que se ha especializado en ayudar a las mujeres a concluir relaciones dañinas, solo que ahora deberá ayudar a su hermana (Camila Sodi) para que se dé cuenta que sale con un patán y alejarlo de su vida.

Para ello, decide buscar ayuda en el mejor amigo de su hermana, (Christopher Von Uckerman) para que trate de enamorarla, pero en la búsqueda de ayuda para su hermana, ella misma deberá hacerle frente a su miedo a enamorarse.

Dirigida por la argentina Gabriela Tagliavini (Ladie´s Night), la película desaprovecha la figura de Treviño, quien se topa con un personaje mal diseñado y con un perfil mal definido, en una película que narra una historia simplona y poco interesante.

A Treviño la han rodeado de actores con un nivel muy menor y que no logran dar la adecuada replica a los supuestos momentos de comedia, dando lugar a una historia que se torna redundante y poco atractiva, además de carente de buenos momentos de comicidad, los pocos, obviamente, a cargo de Mariana Treviño.

Se ha vuelto un lugar común en cada película en la que ella participa escuchar/leer el comentario que menciona que lo poco rescatable de la película en cuestión es la participación de Treviño, y ésta que ahora protagoniza lamentablemente no es la excepción.

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Tres años después de la primera entrega de ‘Kingsman: El servicio secreto’, una película que sorprendió por su humor inteligente y sus geniales y sangrientas secuencias de acción llega ahora su secuela, la cual introduce muchos nuevos personajes con la finalidad de establecer una nueva franquicia, el resultado es muy divertido, pero sin llegar al nivel de su predecesora.

El cuartel general de la agencia Kingsman y el domicilio de cada uno de los agentes, exceptuando a Eggsy (Taron Egerton) que viajó a conocer a sus futuros suegros, han sido destruidos en un mortal ataque a cargo de una desconocida organización denominada “El círculo dorado”.

Tras descubrir que en Estados Unidos existe una agencia aliada denominada Statesman, la cual fue fundada en la misma época, Eggsy viaja para conocer a sus colegas con los que habrá de unirse para enfrentar a su nuevo enemigo común que amenaza la estabilidad mundial.

Si bien en esta secuela la novedad queda anulada y no logra generar el encanto de su predecesora, esta nueva entrega de Kingsman ofrece mucha acción de la más violenta y bastante humor.

Las adiciones al elenco son en su mayoría funcionales, destacándose la desopilante aparición especial de Elton John, y de Julianne Moore quien compone a una villana retorcida y muy divertida, además de las efectivas apariciones de Pedro Pascal, Jeff Bridges, Mark Strong y el infalible Colin Firth, quienes se suben al esperpéntico tono que la película requiere, quizá se echa en falta un poco más de Channing Tatum en pantalla, pero en general el renombrado elenco responde a la altura de lo que el relato necesita para funcionar.

Matthew Vaughn consigue una secuela que es un entretenimiento efectivo, con espectaculares e ingeniosas secuencias de acción, filmadas con precisión y placer que se disfrutan como tal, que deja todo listo para próximas secuelas, las cuales son más que bienvenidas.


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A pesar de su título, la sexta película del chileno Pablo Larraín, que este año también estrenó su filme ‘Jackie’, está lejos de poder ser catalogada como una película biográfica, mezclando algunos datos históricos alrededor de la figura del famoso poeta, con muchos momentos de ficción, todo contado de una manera poco convencional.

Después de enfrentarse al gobierno, el también Senador Neruda (Luis Gnecco) pasa a ser, al igual que sus compañeros del Partido Comunista, perseguidos por el presidente González Videla quien ordena su captura.

Neruda junto a su esposa (Mercedes Morán), se esconde en algunas casas de sus amigos, pasando a tener una vida clandestina, mientras el presidente nombra al detective Oscar Peluchonneau (Gael García Bernal) para capturarlo, un hombre que pasa a obsesionarse con capturar al escritor.

Es el personaje de García Bernal el que lleva la narración de la historia, desde una voz en off que en su primera mitad se torna invasiva, pero que conforme avanza el relato se termina por entender su uso dramático, en su incansable cacería de un hombre retratado de manera peculiar y muy humana, con bastante humor y alejado de la inmaculada figura que el cine suele retratar.

Esa persecución se convierte en el alma del relato, la cual se va a alejando cada vez más de una narración convencional, estableciendo un juego del gato y el ratón mientras Neruda se permite sus escapadas a fiestas con mujeres y alcohol, mientras escribe su libro Canto General.

Todo cambia cuando Neruda debe alejarse en serio, partiendo al sur y dejando a su esposa, y es ahí donde la película alcanza una mayor altura, tomando riesgos en su narración, en una película si bien algo pretenciosa, consigue humanizar y desmitificar la figura del poeta en un relato además entretenido.


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Ya son cuatro las entregas de la saga de “las leyendas”, y a pesar de que en general ha sido una saga que ha contado con el favor del público, ninguna de las cuatro películas que la conforman han sido del todo satisfactorias, si bien en el aspecto técnico hay un evidente progreso, el guión sigue siendo la parte débil de las películas, incluyendo la que recién se estrena.

Como es costumbre, la historia arranca justo donde había terminado la anterior, Leo San Juan es arrestado cuando viajaba de regreso a Puebla junto a un grupo de rebeldes insurgentes, en una improvisada prisión.

De pronto, un extraño animal aparece y ataca a todos, por lo que Leo junto a los otros presos deberán hacerle frente a la bestia, mientras sus diferentes amigos viven otra aventura lejos de ahí.

La historia presenta ciertos huecos que son rellenados con un humor mucho más orgánico respecto a las entregas anteriores, la película funciona en diferentes niveles y en diferentes momentos por separado, primero en el ataque del monstruo, con un tono bastante oscuro que llega incluso a asustar a los chicos en la sala, y por otro uno más relajado con los amigos de Leo en una aventura donde los personajes son más divertidos que en las entregas anteriores.

Pero como las historias siempre se mantienen en paralelo y no llegan nunca a unirse, la película se siente como si fueran dos que transcurren al mismo tiempo, que funcionan a medias y que nunca terminan por cohesionarse en un único relato.

Así, ya con cuatro entregas la saga de las leyendas sigue sin cuajar y sin conseguir una película que se destaque y consagre al cine animado hecho en México, más allá de los buenos números en taquilla, esta saga parece no tener un fin próximo, ojalá la quinta sea la buena.


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En el año 2012, Raf Simons fue contratado por la casa de modas Dior como su director creativo, teniendo apenas 8 semanas para desarrollar su primera colección, el documental de Fréderic Tcheng muestra desde adentro todo este proceso.

Tcheng va narrando todo el proceso desde la presentación de Simons ante su equipo, los trabajadores y trabajadoras del taller de creación de alta costura de una de las casas de moda más importantes del mundo, mostrando desde esas entrañas mismas el caos que conlleva el ir creando al mismo tiempo de irse adaptando a la nueva cabeza creativa.

Tcheng tiene el mérito de estar siempre presente con su cámara en los momentos críticos del proceso de elaboración de la colección, lo que ubica al espectador en un lugar de privilegio ante un mundo que es de imposible acceso, sobre todo ante tal nivel de intimidad, lo que permite que de a poco el espectador vaya descubriendo la personalidad de Simons.

Si bien Tcheng muestra todo lo que debe mostrar para sostener el interés, el relato tiene una relajación considerable en unos momentos que lo acercan bastante a cualquiera de los tantos realities de moda que abundan en la televisión hoy día, usando el mismo estilo de entrevista y comentarios insertados sobre cosas que pasaron en el pasado.

A pesar de ser bastante convencional, el documental de Tcheng se torna llevadero y por momentos muy entretenido, incluso para aquellos no tan interesados en el mundo de la moda.


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