comedia suave donde los tópicos referentes a blancos y negros quedan a un lado ante los tópicos ñoños y pseudorománticos con los que el director nos quiere engatusar.

No tiene mérito que un manchego como yo valore el mancheguismo que emana la película. Aun así, no puedo pasar por alto el retrato que se hace de una tierra dura como pocas donde unas mujeres supersticiosas sirven de mimbres en que se teje el día a día, entre el viento y el sol. El guión me parece soberbio, original y sin fisuras, todo está claro como el agua de la fuente, no se deja nada a la improvisación y entre comedia y tragedia se tocan temas sobre los que no es posible frivolizar como la solidaridad entre los menos favorecidos, la infidelidad o el incesto, todo ello enmarcado en una banda sonora que por momentos pasa desapercibida y en otros realza las escenas y las eleva hasta hacernos saltar las lágrimas. Las actrices, maravillosas, mis favoritas, la abuela y la nieta. Preciosa.

A vueltas una vez más con el amor y las posibilidades abiertas y cerradas que aparecen dentro de la pareja burguesa. En esta ocasión, el eterno retorno de Nietszche vuelve a martillear una y otra vez las conciencias marchitas de unos suecos jóvenes y apuestos, sin problemas, ricos y sin embargo, una vez más, insatisfechos mental y sexualmente hablando. Sin embargo, esta película resulta abundar más en el aspecto físico que otras que haya visto de Bergman. Las insatisfacciones minúsuculas pero cotidianas parecen llevar al marido al borde del abismo y sólo una vez resuelta esta cuestión se vuelven de nuevo compatibles, porque es tanto lo que tienen en común!!!! Estas películas suecas son peligrosas, asfixiantes y como un dolor sordo de tripa que lo mismo pueden ser gases que algo mucho más serio

Con un lenguaje soez, con una puesta en escena rockera y desenfadada, las reflexiones de los dos personajes no dejan de tener momentos de inspiración, junto con algún que otro tópico sobre las relaciones humanas en general y de pareja en particular. Me encanta el papel del empleado del video club y sobre todo de los camellos del barrio. Un punto irreverente, se escapa de lo burdo por muy poco. Entretenida.

Que una película americana hable de la difícil fusión entre diferentes culturas y grupos étnicos y que lo narre con esa suficiencia, merece, no sólo nuestra admiración, sino, sobre todo, nuestra envidia y nuestro respeto por mirar dentro de sí mismos y hacerlo sin recurrir a los manidos tópicos en que lo bueno es muy bueno y lo malo es muy malo.