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España España · Somewhere Far Beyond
Críticas de Richy
Críticas 1.309
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de noviembre de 2020
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¿Quién iba a pensar que William Huyck, el que fuera director de la infumable a la par que entrañable y nostálgica “Howard, un nuevo héroe” (1986), tuviera en su escaso bagaje cinematográfico un título como esta “Messiah of Evil”? Porque la cinta se las trae, y en el buen sentido.

Toda la película se desarrolla como si de una pesadilla incómoda y perturbadora se tratase. No es de extrañar las comparaciones con David Lynch, ya que las imágenes presentan el surrealismo propio de un mal sueño del director de “Mulholland Drive“ (2001), sólo que Huyck no mete tantos rizos argumentales como el Sr. Lynch y la trama se hace más asequible al espectador. Eso sí, surrealismo hay suficiente para satisfacer al que busque rarezas, y las escenas que lo contienen son notablemente inquietantes sin necesidad de buscar los subterfugios sanguinolentos de otras películas con mayor presupuesto. Tal es el caso, por ejemplo, de momentos como los de la opresiva sala de cine, la perturbadora escena del supermercado o la del memorable clímax final, por no hablar de la extraordinaria densidad ambiental, en la que las sombras exteriores del tenebroso pueblo conviven con los inquietantes diseños interiores de la casa.

El pueblo costero al que viaja la protagonista (Marianna Hill) para visitar a su padre no difiere mucho del lovecraftiano pueblo de Innsmouth, ni en tenebrosidad ni en cuanto al extraño comportamiento de sus habitantes. Respecto a éstos, la cinta tampoco difiere mucho de los zombies de Romero de “La noche de los muertos vivientes” (1968), aunque en este caso no se trate de muertos vivientes propiamente dichos.

En algunos momentos la cinta adolece de falta de ritmo que, aunque lo compense magistralmente con sus muchas virtudes, puede ser un aspecto importante a tener en cuenta, por lo que se recomienda no verla a la hora de la siesta. Sería una pena perderse esta semidesconocida joya del terror de los setenta.
Richy
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7
21 de octubre de 2020
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Indiscutible clásico del cine de aventuras y pistoletazo de salida para Robert Zemeckis en el taquillero cine de gran formato, después de sus dos irregulares películas anteriores.

Una escritora de novela romántica (Kathleen Turner, extraordinaria como siempre) se embarca con destino a Colombia para rescatar a su hermana de las manos de unos narcotraficantes. Lo único que piden a cambio de su liberación es un misterioso mapa del tesoro, que marca el lugar donde se encuentra escondido “El Corazón” (en español), un pedrusco verde del tamaño de la cabeza de Ernesto Sevilla. La pobre y torpe niña de ciudad se ve en varios apuros a su llegada, pero se cruza en su camino un tal Jack (descamisado Douglas) Colton que es clavadito a los personajes heroicos de sus novelas. Juntos vivirán todos los clichés del género: se enfrentarán a malos malísimos con bigote como Manuel Ojeda, se toparán con gente que les echa una mano como Alfonso Arau (no confundir con el cuñado del Cárdenas), y se verán metidos en persecuciones, tiroteos, peleas, etc. Todo ello bien ambientado con ese colorido que da la selva tropical y con la verborrea en español de actores secundarios y principales, que siempre queda muy de película de aventuras.

La pareja protagonista derrocha feeling por los cuatro costados. Douglas y Turner, o si lo prefieren Michael y Kathleen, están que se comen la pantalla y no les hace falta nadie para llevar las riendas de la película, a pesar de que pulule por allí otro de los grandes como Danny DeVito como personaje meramente humorístico. Ellos solos se bastan para sacar más de una sonrisa al respetable, con esa relación a lo Han Solo y Leia Skywalker tan divertida y caótica por momentos.

Zemeckis comienza así su brillante singladura en la taquilla como hijo predilecto de la nueva hornada de directores como Spielberg, del que bebe en grandes cantidades. Desde “Tras el corazón verde”, sus siguientes trabajos han mantenido un nivel medio-alto del que todavía considero que no se ha bajado. ¿Quién no recuerda la trilogía de “Regreso al futuro”? ¿O el extravagante romance entre Jessica y Roger Rabbit? ¿O el repaso a la historia de los Estados Unidos que nos dio Forrest Gump? Son títulos que forman parte ya no sólo de la historia del cine, sino del imaginario colectivo.

Tras la buena inyección de billetes que reportó a Michael Douglas como productor, se estrenaría al año siguiente la inevitable secuela: “La joya del Nilo” (1985). Repitió el mismo reparto principal pero fue Lewis Teague el que tomó el relevo en la dirección. Esta secuela no tuvo el gancho de la original, pero también tuvo su éxito manteniendo la misma fórmula que la primera.

Buen ejemplo de cómo eran los blockbusters en los ochenta. Muy recomendable.
Richy
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6
28 de julio de 2019
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Sexta entrega de las mágicas aventuras de Harry Potter (Daniel Radcliffe) y sus compañeros de correrías Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson), nuevamente de la mano de David Yates.

Al igual que la entrega anterior, "El misterio del príncipe" es un filme que actúa como poción de desencanto e indiferencia. El efecto es casi inmediato y no desaparece hasta los títulos de crédito. Además, por lo que he podido leer por ahí, resulta que no han adaptado casi nada de lo más interesante del libro en el que se basa, centrándose más en enseñarnos cómo han crecido los chavales y cómo se les han disparado las hormonas.

Ese cambio hormonal se traduce en escenas de magreos por los rincones, pócimas de amor, morreos en los pasillos, celos... en fin, un caleidoscopio de emociones y situaciones que deberían ser anecdóticas pero que tienen un gran peso en la trama, mientras que el misterioso príncipe del título apenas si se nombra en un par de ocasiones. Si ya es algo difícil seguir el laberíntico conglomerado construido a través de las 5 películas anteriores, los fallos de guion añaden más leña al fuego e incitan a abandonar definitivamente la saga. Pero tranquilos, dirán los guionistas: cada vez que veáis cosas incoherentes, es que ha sido magia.

La estupidez generalizada de la cinta parece incluso afectar a los mismos personajes, que se ven más perdidos que el ojo de Leticia Sabater. Resulta que ahora Harry es un ligón, Ron un fenómeno fan y Hermione un saco de celos. Ha faltado poner el topic "comedia romántica". No es de extrañar que luego, en un desenlace que debería contener elevadas dosis de carga dramática, se quede como fuera de lugar.

Pero, ¡ay amigos!, para mí el diseño de una película tiene tanta o más importancia que lo que se quiere contar, y la imaginería de la saga de Harry Potter es excelente. Hogwarts y todo el mundo que le rodea es muy rico en este aspecto y consigue realmente transportarnos a esa mágica realidad en la que todo vale. Visto lo visto, podemos esperar un espectacular final de saga con "Las reliquias de la muerte" (2010, 2011) en lo que se refiere al aspecto visual, pero me resultaría sorprendente que mejorara en otros aspectos.

Ojalá me equivoque.
Richy
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6
23 de julio de 2019
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Quinta entrega de la serie de la máquina de hacer dinero con varita mágica y gafas de J. K. Rowling, y la que más indiferente me ha dejado hasta la fecha (sin haber visto todavía las siguientes).

Sin haber leído ni una página de las 4.000 y pico que componen la saga literaria, lo que conozco hasta ahora de Harry Potter se lo debo a Columbus, a Cuarón y a Newell. Columbus me introdujo en el mundo de Hogwarts dejándome intrigado en la primera película, desinteresándome en la segunda y volviéndome a interesar muy satisfactoriamente en la tercera de Cuarón. Pero vino Newell en la cuarta y volvió a desinflar el globo, y ahora David Yates se mete en el andén 9 y ¾ y no se baja del tren hasta el final… lo cual promete si le echamos un vistazo a su escaso pero destacable bagaje cinematográfico, aunque no haya empezado con muy buen pie firmando esta cinta.

Esta vez, a Harry (Daniel Radcliffe) y a Dumbledore (Michael Gambon) los han metido en un buen lío por ir contando por ahí que Voldemort (Ralph Fiennes) ha regresado, y para colmo de males, Harry se ve obligado a usar la magia en el mundo de los “muggles” para salvar al insoportable de su primo. La lleva clara. Como no se fían de él, los del Ministerio de Magia le endiñan a una británicamente estirada profesora (Imelda Staunton) para atarlo en corto y que se esté quietecito. No le valdrá para nada porque Harry es un culo inquieto y no está allí sólo para aprobar el curso, sino también para meterse en problemas entre clase y clase para luego, en sus ratos libres, intentar solucionarlos. Además, insiste en que Voldemort le lee la mente y bueno… mejor lo veis vosotros.

El principal interés de esta película, y casi diría de la saga completa, es el toque “old school” de toda su ambientación: desde la magnífica escuela Hogwarts, con sus grandes y majestuosos salones, sus recovecos y sus cuadros vivientes, hasta los personajes pintorescos que la habitan, tanto dentro del edificio como en sus alrededores, por no hablar del score de John Williams. La necesaria capa de blockbuster que cubre cada fotograma no oculta del todo el hecho de que se trate de una producción eminentemente europea, y más concretamente británica, pues su reparto es en su gran mayoría natural de la pérfida Albión, así como el director. Necesariamente eso se nota en el resultado final.

Con todo, hasta esta quinta película, la aportación de Alfonso Cuarón a la saga sigue siendo la mejor de todas, y por lo que he podido leer por ahí, continuará siendo la mejor incluso después de su final, algo que me inquieta y a la vez me hace picar la curiosidad. A pesar de la indiferencia que me ha producido la cinta, continuaré viendo con expectativas (y esperanzas) el resto de la saga.
Richy
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5
2 de julio de 2019
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La oscuridad que parece reinar en el cine sueco de mediados del siglo pasado no se adscribe únicamente a Ingmar Bergman. Arne Mattsson parece mostrarnos que se trata más bien de una corriente estética con un arma de doble filo.

“El maniquí” trata sobre la soledad, la falta de afecto y el ansia de un hombre que decide robar un maniquí para solventar todas sus carencias emocionales. Para su sorpresa, el monigote cobra vida y le profesa un amor incondicional, justo el que él necesitaba. Sus neuras y celos harán el resto.

Mattsson ha firmado una película lenta, arrítmica, y excesivamente oscura. Si quería plasmar el ambiente solitario y opresivo del personaje, lo que ha conseguido es que no se vea un pimiento en muchas escenas. Aunque la premisa es interesante (pero no precisamente original), Mattsson no logra llevarla con éxito al terreno buscado. Se hace repetitiva por los lamentos del personaje, que son constantes. La poca variedad de escenarios y la excesivamente oscura fotografía tiende a apocar más el resultado.

Lo más destacable sin duda es la actuación de Per Oscarsson, en un papel difícil pero interpretado de forma brillante. Lástima que el resto de la película no llegue al mismo nivel, aunque sus pretensiones eran buenas.
Richy
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