Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Strhoeimniano
<< 1 10 18 19 20 21 22
Críticas 110
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de abril de 2013
Sé el primero en valorar esta crítica
Vassili es un chapero de más 30 años, un pecado mortal en el mundillo de la prostitución masculina, que cada día encuentra más dificultades para ganarse la vida ante clientes ávidos por carne fresca y joven. Una noche encuentra a un jovencísimo Angelo inconsciente en un bosque y se decide a ayudarlo llevándolo a casa. Este encuentro los lleva a vivir un amor que los convertirá no solo en amantes incondicionales, sino también en cómplices de un viaje en el que el horror, presente en su vida como chaperos, no encuentra fronteras.
Gaël Morel, aquel encantador actor que descubrimos en “Los juncos salvajes,” es el responsable de la escritura y dirección de esta notable película. El mérito está en no salirse del renglón. Me explico: en sí, estamos ante una historia de amor “fou”. Esta parte está claramente reflejada en la película. La relación entre ellos es sublime, de entrega absoluta e incondicional; pero al lado de este paraíso, linda el infierno. Primero, los personales. En el caso de Vassili (Stéphane Rideau, actor que ya colaboró con Morel en otras películas), ese infierno es la propia lógica de la vida: el paso de los años. Ese viaje, que en los primeros tramos te coloca en el centro del luminoso escaparate para tu mejor adoración, para después, casi sin transición, arrinconarte en el cuarto de los desperdicios como un trasto viejo ¡¡de 30 años!! De hecho, hay una crítica muy acerada contra este sino ineludible de la cultura “queer.” En un momento dado, Vassili dice: “A los gays nos ocurre como a los perros con la edad: la multiplicamos...” El otro infierno que rodea este paraíso, es la propia noche, la clientela que los busca. Vassili mantiene con esta una relación amor/odio. Sabe de su necesidad, de que es el único camino para conseguir dinero; pero a la vez, cuando se encuentra con ciertos tipos, su instinto, asesino o justiciero pues Gaël Morel sitúa argumentos para que estos crímenes sean vistos desde esta doble perspectiva, actúa. Hay que aclarar que Vassili no es un psicópata. No mata por matar; mata por el rencor y el odio que le produce el “sentir gay;” sentir que despacha con: “Es como los demás… Igual que todos.” Todo lo que odia de él, y de los demás pues él también forma parte del mundo gay, es la espoleta que prende esta ceremonia del horror. A su lado, como amante y cómplice, Angelo (Dimitri Durdaine), un joven sin pasado que aún no ha cumplido la veintena, pero que encuentra en Vassili la protección y el amor que busca. Un acierto de Morel es no abandonar esta pareja. En cualquier otra película, una vez cometido el primer crimen, habría un espacio para los “buenos” (los policías); sin embargo, aquí asistimos de un crimen a otro sin que estos “buenos” perturben el desarrollo de la historia. Otro acierto es cierta melancolía que se desprende de los personajes. Todos y cada uno de ellos, saben que los “paraísos” son efímeros. Un encuentro que Vassili mantiene con una gran amiga de su juventud durante la huída que emprenden, lo ilustra muy bien cuando le dice: “Todo lo que conocías ya no existe.” Esto carga a la historia de un dramatismo anunciado. De igual manera igual que se han perdido otros paraísos que ya han vivido… este presente también dejará de existir.
En resumen, una película cruda y nada complaciente, que merece ser vista y saboreada.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
17 de abril de 2013
Sé el primero en valorar esta crítica
Decía la canción de Pedro Navaja que “si naciste pa’ martillo… del cielo te caen los clavos.” Esta película es la prueba del nueve de tan trágica afirmación. “Selda” nos cuenta la vida de Rommel, que da un giro de 180º al matar accidentalmente a un niño que había robado el bolso a su novia. Esto lo lleva a parar con sus huesos en la cárcel. Un lugar, según palabras del director, que aunque no parezca el infierno tiene a “todos los demonios habitando en él.” Su vida entra así en un cosmos violento donde la ley del más fuerte marca el paso desgraciado de las horas del día, en una jerarquía de verdugos y víctimas. Entre esos barrotes, las pulsiones siempre toman atajos, y pronto sufre en sus carnes toda la violencia que allí se respira. Pero dentro de esa voraz ferocidad entabla amistad con Esteban, el “alcalde” de su celda. Éste lo protegerá de un modo muy sutil, profundizando esta amistad hasta que Rommel sale en libertad. Siete años después, es el turno de Esteban, que da sus primeros pasos en libertad para reencontrarse con su compañero de celda que ahora es un pobre agricultor que malvive con su esposa e hija en una mísera aldea de Filipinas.
Ramos y Villaluna, directores y guionistas de este film, realizan un trabajo realmente prodigioso. Primero, en la construcción del guión, situando aquí y allá, elementos que refuerzan la tragedia de esta relación, la simetría de ese destino que se repite con dramáticos resultados. Segundo, por su mirada. La cámara de estos directores se mueve con una soltura propia del documental, pero con un tiempo muy preciso, con un montaje que recoge el valor del momento por muy cotidiano que sea dotándolo de cierto aire poético. Y no es una labor fácil, pues logran que esos 152’ que dura la película pasen como un suspiro de vida. Otro acierto de la película es la sutilidad con la que muestra la relación que se crea entre Rommel y Esteban. No hay nada dicho, sino que son las miradas, los gestos, los silencios, los que nos hablan de las emociones que sacuden a estos personajes que, marcados por la violencia, quedan presos de un amor que no pueden nombrar. Y es esta ausencia la que finalmente precipita la tragedia.
Punto y aparte merece el trabajo de los actores. Las actuaciones son correctas, contenidas. De hecho, logran tal identificación que, por momentos, no sabes muy bien si estas ante actores profesionales o ante las propias personas que pululan por ese caos viviente que es Manila. En resumen, una más que recomendable película para acercarse al drama que, en ocasiones, supone vivir; más cuando hacemos de este ejercicio una CÁRCEL.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
4 de julio de 2013
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llego a mi crítica número 100. Creo que un número como este hay que celebrarlo. Así que permitirme que os invite, igual que ocurriría si nos encontrásemos por la calle, al mejor lugar para celebrar el amor por el cine. Y qué mejor cita para una celebración que otra: “Amarcord.” Y por qué digo que esta película es una festín, pues porque en sus fotogramas son una muestra magistral de todo lo que hasta ese momento había sido el cine de este personalísimo y genial autor: Federico Fellini. En esta obra, que relata con la colaboración de uno de los mejores guionistas del cine europeo: Tonino Guerra, que a partir de esta colaboración se convertiría en su guionista habitual, los que podrían ser los recuerdos del propio director durante su adolescencia en Rimini a través de una serie de evocaciones que describen la vida cotidiana de este pueblo durante el auge del fascismo. Como digo, en sus fotogramas encontramos al Fellini de “Los inútiles,” de “El jeque blanco”, de “Las noches de Cabiria,” pero también a un Fellini más barroco y presente en películas como “Bocaccio'70,” “Roma,” o “Fellini Satiricon;” y también encontrarás, como no, anunciadas obras posteriores como “El Casanova de Fellini,” “Y la nave va.” Todo su genio, toda esa mirada tan particular que tenía este gran artista italiano, toda su sensibilidad está aquí esperándote en cientos de secuencias.
El guión es maravilloso. En sí no es un guión lineal que nos cuente una única historia con su inicio, nudo y desenlace. “Amarcord” está preñada de ellas. Son historias y es Historia (maravillosa la secuencia de la celebración del “Día de Roma” con ese desfile de los camisas negras a ritmo de sprint); historias contadas en letra minúscula, de gente anónima, pero entrañable, y que hacen y sostienen esa Historia en mayúscula, que luego les tocará aprender. En sí son estampas, todas evocadoras; pero a la vez, todas emocionales: los recuerdos sobre sus profesores; el despertar al erotismo (espléndida la secuencia de la estanquera interpretada por Maria Antonietta Beluzzi); la leyenda de la “Gradisca;” la “Volpina;” o el día campestre, con tío subido al árbol incluido, son algunos de los muchos hitos de esta película.
Lo magistral es que Fellini logra integrar distintos discursos cinematográficos hasta componer uno de los ejercicios más libres del cine europeo. “Amarcord” dista mucho de ser un ejercicio clásico, aunque en apariencia así lo parezca, pero Fellini es un autor, un artista que maneja a su gusto todas las leyes del 7º Arte. Así hay personajes que se dirigen directamente a la cámara sin por ello “romper” el hechizo que tiene el cine, como el historiador local; momentos legendarios que son interpretados desde un delirio fantasioso como la visita del jeque (con harén incluido), o la excursión a ver el paso del trasatlántico, convirtiendo así a “Amarcord” no en una película realista, sino en una evocación maravillosa plagada de realismo pero también de magia.
El reparto, como en todas las películas del maestro italiano, es magistral. Desde los que podemos calificar de protagonistas: Pupella Maggio, la madre de “Titta,” de algún modo del alterego de Fellini y que interpreta de un modo muy naturalista el debutante, Bruno Zannin; Armando Brancia, el padre; pero este reconocimiento sería para cada uno de los que aparece en esta historia. La mano de Fellini se muestra acertada al contar con esa serie de rostros, que él transforma en máscaras, convirtiéndose así en arquetipos, en iconos del personaje que interpretan. La variedad de personajes es enorme (riqueza que se ha perdido definitivamente en el cine italiano actual; al igual que en el español, pues fuera de autores como Álex de la Iglesia, o el propio Almodóvar, poca diversidad de gentes se muestra en las pantallas), y muchos de ellos son definidos por la apariencia física exclusivamente; pero aún así, pese al paso breve y fugaz, cada uno de los personajes que aparece en este fresco está perfectamente retratado. Y no podía ser de otro modo. Las composiciones de plano de Fellini son magistrales, hermosas, pictóricas, pero plenas de esa energía que llamamos vida. Claro que para eso contaba con su colaborador habitual detrás de las cámaras: el gran Giuseppe Rotunno.
Punto aparte merece la banda sonora. Cualquiera de sus evocadoras quedaron con nosotros desde la primera vez que tuvimos el placer de escucharlas. Esa música que ofrece un traje maravilloso a todas las imágenes con las que Fellini cautiva nuestra atención. La melancolía que se desprende de sus notas (para ejemplo esa música de acordeón con la que despide la película) consigue hacerse cercana sin llegar a la amargura. Igual que con Berlanga, la comedia en Fellini es una visión inédita sobre lo rodado, sobre mostrar esa verdad última que hace tambalearse toda esa ampulosidad que tenemos los seres humanos a la hora de escribir la historia, y hacerlo desde la caricatura, pero también desde el cariño.
En resumen, disfruta de esta invitación a ver uno de los mejores autores que ha dado el cine europeo, con un universo tan reconocible como entrañable. Ahora que está próximo el décimo aniversario de su fallecimiento, solo me queda decir: ¡¡Cómo te echamos en falta, Fellini!! Y gracias, maestro, por existir.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
12 de abril de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los barrios bajos de Manila vive Maxi, un mariquita de doce años, el menor de los tres hijos de un padre viudo. La vida en su casa no es fácil. Los trapicheos son el pan nuestro de cada día en un mundo donde la miseria, sencillamente, reina. A pesar de su juventud, Maxi es, de alguna manera, el pilar de esa familia. Su extrema feminidad, respetada por todos pues en la miseria no hay lugar para disfrazarse, hace que mantenga el hogar del mismo modo que lo haría su madre fallecida. A ese barrio aterriza un policía novato del que Maxi se enamora perdidadmente, pero el choque de estos dos mundos trae consecuencias para todos.
Aureaus hace una película maravillosa. Su mirada, a veces irónica, en otras cómica, y en otras cruel, pero siempre respetuosa y amable con lo que me muestra sin juzgar, es realmente inspirada. La cámara nunca se hace intrusa, sino que es un elemento más de ese caldo de vida que nos muestra el film; claro que parte de un guión realmente bueno, y eso siempre ayuda. Pero lo que realmente la eleva al Olimpo es el actor que interpreta a Maxi: Nathan López. Realiza una actuación realmente SOBERBIA, de una franqueza y naturalidad que solo logran los grandes. Para muestra, sus primeros planos, te estremece todo lo que comunica desde una contención absoluta. Así, logra sostener, con la buena mano del director, toda la película. El plano final, sentido homenaje al "Tercer Hombre" habla del buen hacer, tanto del director como del genial actor. Y esto no es nada fácil, más teniendo en cuenta los elementos tan dramáticos con los que juega el director. Estos, en otras manos, perderian la autenticidad, que en esta película no se pierde ni por despiste; aún en momentos tan plenamente cinematográficos como la secuencia del sílbido entre Maxi y el policía (nunca con tan poco se dijo tanto). Una obra a descubrir y a paladear con gusto. Deja buen sabor este Solito.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
9 de octubre de 2006
8 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
O. Stone podría haber escogido 2.749 historias más dramáticas; pero dirigir es seleccionar y su visión no puede estar más apartada de lo que Hollywood busca cuando se sumerge en las tragedias.
No existe atentado del que conozcamos más, hasta donde nos permiten, que sobre el infame 11-S. Lo vivimos en directo, asistiendo a él como a un espectáculo al que ya la industria americana nos había acostumbrado, pero fascinados con cada uno de sus clímax inapelables. Posterior a este día, innumerables documentales, con mayor o menor fortuna, han desentrañado todos los aspectos de este Goliat derrumbado por David.
Faltaba el cine. Y en este primer paso se podía jugar a favor de toda esta incontable información espectacularizando la trama, o, en contra, llevando la historia a terrenos menos trillados. Stone juega duro y apuesta por la intimidad de una tragedia que la voracidad informativa de aquellos días y de ahora no ha tratado en toda su profundidad. Y lo hace con la sabiduría de un gran crack, que sabe traspasar a un guión maravilloso toda su sabiduría con la imagen.
La película está llena de aciertos magistrales. Desde las primeras imágenes uno anticipa ya la tragedia que la ciudad ignora. En esa anticipación, Stone nos muestra la rutina de los personajes, sus familias, trabajos, amigos. Cuando por fin llega el momento, Stone deja muy claro cuál va a ser su propuesta, una elipsis magistral nos muestra la sombra de un avión, privándonos la cámara de lo que seguro nuestros ojos ávidos de espectáculo sí agradecerían. Sin embargo, Stone escolta, no lo que nosotros sabemos, sino lo que no saben los personajes; tanto los policías protagonistas, como sus familias. Un ejemplo magnífico, es la llegada de estos policías al WTC, ya ha impactado el segundo avión (soberbia también la secuencia en la que se relata este segundo impacto), pero achacan el humo al primer accidente, así que entran en el complejo. Hasta aquí es maravilloso, las dramáticas elipsis que introduce en el tiempo. Todos sabemos más o menos los tiempos de este atentado; pero estamos en el cine, con un tiempo y una gramática propia, por lo que Stone, en escasos 20’ ya ha derrumbado las torres, para sumergirnos en la tragedia íntima de estos dos personajes.
Disiento de todos los que ven esta película como una muestra excesiva de patriotismo; es más, considero que es una película crítica, profundamente crítica con G. Bush, con los mm.cc, de los que dice que repiten, pero no informan, con la organización en los primeros momentos. Dos son las notas en las que apoyo esto. Por un lado, la historia es real (los personajes colaboran en el guión) y cuentan lo que vivieron, sin ir más allá de los hechos; pero es en la elección de esta historia donde ésta toma vuelo. Stone, sobre estos personajes, justifica en la película por la muestra de lo “bueno que puede hacer el ser humano” (nada que ver con lo realizado por Bush posteriormente). Y WTC es una buena muestra de todo lo que un grande puede hacer.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 10 18 19 20 21 22
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow