Película trepidante, espectacular, llena de sorpresivas revelaciones sobre espías que son lo que parecen y otros que resultan ser dobles agentes. Asalto a una impresionante fortaleza llena de soldados nazis (y algún jefazo entre ellos), que mueren como chinches merced a las ametralladoras que manejan con singular maestría Richard Burton y Clint Eastwood (principalmente), y a los mortíferos explosivos que no se sabe de qué saco extraen, pero que nunca se acaban. No ya como los míticos héroes griegos, sino como invencibles James Bonds por duplicado...aunque sin el erotismo que suele acompañar a las películas del famoso 007. Estupenda película para los que disfrutan con fantasiosas aventuras, pero inverosímil y -sobre todo- larguísima para los que nos complacen más otros géneros. Tal vez se merezca ese "9".
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Contrariando la experta opinión de un crítico de El Pais, no creo que esta película haya perdido vigor con el tiempo, ni que sea muy lenta (comparada con muchas otras actuales que llevan la lentitud hasta el hastío). Para mi gusto es un digno drama de Saura, dedicado al maestro Buñuel, donde los tres protagonistas principales cumplen bien con sus papeles; y muy especialmente José Luis Vázquez, de nuevo representando al macho hispánico reprimido y sexualmente obsesivo, como le ha tocado hacer en otras muchas películas de su extensa filmografía. La posible incomprensión a la que también alude el mismo crítico se centra, obviamente, en la aparente duplicidad de papeles desempeñados por la misma actriz (Geraldine Chaplin), pero la trama es totalmente diáfana. Interesante, cuanto menos.

Con el cine pasa como en el futbol: que hay que tragarse muchas películas malas de solemnidad para toparse con una buena, de las de verdad, como esta de Andre Zvyagintsev. Simplicísima y dura historia, narrada a ritmo lento, recreándose en la pura belleza formal que capta una cámara magistral, mostrándonos unos bellísimos paisajes, cuya alegria y luminosidad contrasta con la tristeza del drama. Te deja un agridulce sabor, porque siempre preferimos los cantos a la vida, pero no puede negarse su grandeza.

Acabo de ver esta extraordinaria película, y no me vuelvo atrás sobre las primeras impresiones que he recibido, aunque previamente he comprobado que algunos colegas de Filmaffinity presentan algunas respetables objeciones. Algo hay, sin embargo, en lo que casi todos coincidimos: buena, por no decir majestuosa, fotografía; banda sonora de gran calidad, tanto en las canciones como la música orquestada; gran actuación de la secundaria Rennée Zelwege, en su papel de valerosa "paleta" (merecido y único Oscar de los seis a que aspiró el film); una descripción realista de la brutalidad de la guerra de secesión americana, aunque entiendo que bajo una óptica de poético antibelicismo; y la excelente batuta de un Minghella, que quién sabe si pretendió emular en romanticismo y grandiosidad a "Lo que el viento se llevó" (que constituyó un punto y aparte en la historia del cine). Creo, en definitiva, que es una auténtica joya del cine más reciente.

Mohsen Makhmalbaf, que sufrió en sus propias carnes el horror en Afganistan (preso más de cinco años), tras escribir varias novelas y ensayos se decidió finalmente por llevar al cine la vida infernal bajo la opresión talibán en esta que creo que fue su segunda película, una mezcla de documental y de ficción del que es también guionista. Una joven afgana, Nafas (la bellísima Niloufar Pazira), refugiada en el Canadá, emprende un obligado viaje a su país de origen, para impedir que su hermana se suicide al producirse un anunciado eclipse. Desde este punto de partida, Mohsen nos traslada a los desolados parajes que conducen a Kanhasar, la ciudad que fue el último reducto de los intransigentes talibanes, retratando maravillosamente (gracias a la buena mano de Groufuri), una auténtica odisea en la que desfilan muchachas y mujeres peor tratadas que los animales (las mayores con el repugnante "burka"), un regimiento dramático de hombres mutilados por las minas y unos cuantos pícaros que recurren a mil argucias para sobrevivir. A destacar, más que la ficción (historia muy simple y sin final concluyente), no solo su valor documental, sino también el meritorio trabajo de la cámara y la buena música. Vale la pena verla.