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Críticas de Sibila de Delfos
Críticas 4.408
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de septiembre de 2013
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Neil Jordan no es fácil. Nunca es fácil. A primera vista puede parecer poco arriesgado o tradicional, pero a poco que se empieza a ver una de sus películas para darse cuenta de que esa trama que en un principio nos podía parecer un lugar común es de todo menos comercial y convencional. Con Byzantium pasa lo mismo. Tenemos una madre y una hija que se alimentan de sangre. Pero lo que nos propone Jordan no es un entretenimiento adrenalítico de vampiros volando por los aires. Byzantium tiene más que ver con Déjame entrar que con la saga Crepúsculo o con la propia Entrevista con el vampiro. Es una película rara, decididamente outsider, violenta, dura, marcada por un ambiente profundamente malsano y no apta para todos los paladares. Ha de disfrutarse con paciencia, dejando que la historia envuelva poco a poco, que las palabras de Moira Baffini vayan llegando a donde la guionistas y Jordan quieren. Habrá quienes se vean incapaces de conectar con la historia de Clara y Eleanor por la contemplación con que está contada, pero si se logra, el viaje resulta uno de los más fascinantes y negros vistos en los últimos tiempos. Hay verdadera inteligencia en la manera en que el guión va desgranando los acontecimientos y reconstruyendo la historia de esta madre y esta hija tan peculiares, y Jordan, con una cámara elegante y exquisita para los detalles (Eleanor bebiendo la sangre recogida del suelo) y la acción más sangrienta (el crimen inicial de Clara), se sirve de la inmensa fotografía de Sean Bobbitt para pintar de grises, azules y negros una historia muy diferente a un reguero de sangre vampírico. Si Déjame entrar, esa obra maestra sueca, versaba sobre el incipiente amor adolescente, Byzantium es un drama sobre las relaciones entre madres e hijas. Y resulta tan hermosa y emotiva, a pesar de su violencia, en parte gracias a Saoirse Ronan y Gemma Arterton. La irlandesa clava el carácter introvertido de Eleanor, y aunque es algo inexpresiva en ocasiones (exigencia del guión, por otra parte), muestra una solvencia dramática y una naturalidad que la pone a la cabeza de las actrices menores de veinte años de la actualidad (ver su conversación en la escuela con la gran Maria Doyle Kennedy). La británica, por su parte, es la gran revelación de la película, pues nunca en Quantum of Solace o Prince of Persia dio muestras de ser la actriz superdotada para el drama que demuestra ser aquí. Su entrega es digna de aplauso, y su esfuerzo dramático, capaz de partir el corazón cuando toca, sobre todo cuando comparte pantalla con Ronan.
Una lástima que Buffini tuviera que incluir la (parece ser que) inevitable historia de amor adolescente, la cual, pese a no ser especialmente pastelosa e intragable, sí es un pegote innecesario para la trama y un lastre para el ritmo, que es sin duda el fallo más importante de la película. Le sobran fácilmente quince minutos de metraje y la narración es demasiado contemplativa en muchas ocasiones.
Pero nada ni nadie le puede quitar a Byzantium el ser una de las más fascinantes y originales historias vampíricas de los últimos tiempos. Bienvenidos sean su sangre y su riesgo.

Lo mejor: La fascinación que produce, la inmensa fotografía y el soberbio trabajo de sus dos protagonistas, Saoirse Ronan y Gemma Arterton.
Lo peor: La historia de amor no aporta nada y el ritmo peca de lento.
Sibila de Delfos
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7
1 de abril de 2014
65 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divergente es una más delas sagas juveniles que juegan con los futuros distópicos en tiempos de crisis. ¿Una más? Sí y no.
Compartiendo ciertos elementos narrativos con Los Juegos del Hambre y muchos más con Un mundo feliz, la historia de Veronica Roth es ciencia ficción mezclada con acción y romance en sus justas dosis pensada al milímetro para atraer a adolescentes y jóvenes, lo que no quiere decir que no pueda ser disfrutada también por adultos que acepten qué clase de historia se les propone. Y lo cierto es que Divergente, la película, es una correctísima cinta de pura evasión y entretenimiento. Neil Burger recrea muy bien los ambientes de la novela y los distintos escenarios, de forma que resultan casi iguales a los que seguramente los lectores imaginaron al leer (atención al uso de la luz y las sombras en la sede de Osadía y su contraste con Abnegación o Erudición), las escenas de lucha están bien coreografiadas, hay unas cuantas escenas visualmente poderosas (atención a los saltos desde el tren) y sobre todo resulta de lo más entretenida e interesante dentro de sus parámetros. Un interés, sin embargo, que no se ve acompañado por la emoción que sería necesaria para identificar al espectador con los personajes y la denuncia social. El fallo más grande de la película es precisamente ese. Todo está tan calculado y tan medido que la narración es fría e impersonal. Nunca se logra transmitir la auténtica gravedad de quedar sin facción, la dureza del entrenamiento de Osadía (seguramente por la calificación por edades que se pretendía conseguir) o el propio concepto de la Divergencia. De igual modo, existe la duda acerca de si los no lectores del libro van a comprender realmente qué es el sistema de facciones y cómo funciona, porque la película tampoco logra nunca acercarse a los resultados de la exposición sociopolítica de la novela, que ya de por sí es algo fría y poco clara en todo su conjunto.
Entre los actores, sin duda quien más destaca es Theo James, que no sólo es el perfecto Cuatro sino que además tiene la mirada y planta perfectas para plasmar la complejidad del personaje, con su mezcla de bordería y encanto. Shailene Woodley estuvo maravillosa en Los Descendientes y seguramente mejorará en las secuelas, pero aquí pasa demasiado rato a medio gas. Se la ve incómoda en muchas escenas y su rostro no siempre logra expresar a veces la emoción necesaria (ver cuando ejecuta un disparo especialmente dramático o cuando cae por el abismo en la sede de Osadía el día de su llegada a la facción... digamos que interpreta muy bien a la Tris abnegada, pero no tanto a la Tris osada y mucho menos a la divergente), aunque también ofrece momentos que dejan ver la excepcional actriz que es o va a ser en el futuro (ojo a cuando llora una pérdida importante o cuando se enfrenta a Cuatro y a Janine). De Kate Winslet ya hay poco que decir a estas alturas. Aquí, en el rol de villana sin escrúpulos, resulta elocuente y elegante sin esforzarse nada y poniendo el piloto automático, a pesar de que su Janine no resulta ni la mitad de amenazante y odiosa que en la novela.
En definitiva, una buena propuesta de acción y ciencia ficción juvenil pensada para entretener y hacer pensar (aunque sea un poquito) a muchos tipos de público, lo que siempre es de agradecer en los tiempos difíciles. Como el de Divergente. Como el nuestro.

Lo mejor: Theo James, el aspecto visual de la cinta y lo entretenida que es.
Lo peor: Le falta alma y corazón para emocionar.
Sibila de Delfos
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9
21 de marzo de 2015
50 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe la menor duda de que Disney vive uno de sus momentos más dulces en años.
Después de pasar por una severa crisis a principios de siglo con todas sus producciones animadas pinchando y confiando casi exclusivamente en Jack Sparrow y sus piratas del Caribe para salvar la papeleta de la casa de Mickey Mouse, las tornas parecen haber cambiado drásticamente para la más querida de las productoras. Los éxitos de Tiana y el sapo y Enredados en 2009 y 2010 (moderado en el caso de la primera, más rotundo en el de la segunda), allanaron el camino para el mastodóntico, incontestable e indudablemente extraordinario fenómeno de Frozen en 2014, quizás la primera película animada de la casa capaz de competir en fama y cariño popular con los grandes clásicos de los 90 o incluso de décadas pasadas de la casa del tío Walt. Con Maléfica la cosa también salió maravillosamente, al menos en lo económico. Ahora, nadando en dinero gracias a Marvel Films y sus superhéroes y a la espera de ver si Pixar se apunta a la fiesta con la recuperación de su mejor versión comercial y artística (cosa que (en lo artístico ya es más discutible) perfectamente podría suceder vista la espléndida pinta de Inside Out y las ganas que hay de The Good Dinosaur), todo son buenas noticias en Disney y se ve que quieren celebrarlo acercando de nuevo al público lo que más le gusta: los cuentos clásicos de siempre.
Cenicienta, para que se entienda rápidamente, es prácticamente un remake de la versión animada de 1950, la que enamoró y sigue entusiasmando a todas las generaciones que la ve. Eso es lo que es y no hay que esperar otra cosa. No hay que pedirle peras al olmo ni tiene sentido quejarse por su falta de originalidad, porque no pretende en ningún momento nada más que rendir homenaje a todos los tópicos del género y homenajear las historias de magia y princesas de toda la vida. Olvídense de la parodia mezclada con homenaje de Mirror Mirror (T. Singh, 2012), de las ínfulas guerreras de Blancanieves y la leyenda del Cazador (R. Sanders, 2012), de la desvergonzada y deliberada cutrez de Hansel y Gretel (T. Wirkola, 2013) o de la adolescente revisión de Caperucita Roja (C. Hardwicke, 2011). Esta Cenicienta es puro clásico, puro cuento y pura magia, y lo cierto es que el resultado, para quien le guste ese estilo, es una gozada.
Contando con un trabajo técnico verdaderamente espectacular (la recreación del reino es espectacular, y el vestuario y la dirección artística son magistrales), Kenneth Branagh se marca una de las películas más encantadoras vistas en mucho tiempo, emotiva, sentimental, llena de buenos valores y mejores intenciones, pero sin renunciar al sentido del humor (las carcajadas del público son constantes) ni por supuesto al romanticismo. Se permite además Branagh planos de gran belleza formal (ver los picados de Ella con la rama y de Kit abrazando al rey o las transformaciones de la calabaza y Ella para el baile) y filma una película que es un festival de luz y color, alegra el corazón del público con su buen rollo y además entretiene con un metraje que ni se pasa ni se queda corto. Secuencias como la del famoso baile, la magia del Hada Madrina, el primer encuentro en el bosque entre la pareja protagonista o el enfrentamiento entre Ella y Lady Tremaine, sin olvidar el final, son dignas de recordarse y resultan verdaderamente emocionantes de contemplar en la pantalla.
Entre los actores, hay que alabar la infinita dulzura e ingenuidad de Lily James, perfecta para el personaje principal y muy bien acompañada por un Richard Madden que compone un príncipe galante pero con un punto juguetón. Helena Bonham Carter no tiene que esforzarse nada para estar memorable como el Hada Madrina porque es un registro que la actriz inglesa domina hasta con los ojos cerrados. Cate Blanchett se lo pasa bomba y resulta deliciosamente maliciosa, aunque sus mejores escenas son aquellas más "dramáticas", por así decirlo (ver cuando cuenta su cuento a Ella o todo el final) y en las cómicas a veces resulta un poco histriónica, algo nada habitual en ella. Así, son unas soberbias Sophie McShera y Holliday Grainger quienes mejor llevan el peso cómico como las dos ridículas hermanastras, sin duda los personajes que más risas provocan.
No se lleva la máxima nota porque tiene un gran fallo, que es la voz en off. Aunque queda justificada en los últimos segundos y a pesar de su conveniencia en los primeros compases de la cinta, después se convierte en un lastre innecesario que entorpece la cámara de Branagh y no aporta realmente nada más que irritación en el espectador. Se le puede perdonar porque el resto tiene un nivel superlativo, pero es una pena que nadie se diera cuenta de lo molesto que resulta ver la película con esa voz subrayándolo todo.
En definitiva, una película sobresaliente para aquellos que amen los cuentos clásicos pasados por el tamiz de Disney y que debería serlo también para cualquier aficionado a las cosas bien hechas en el cine.

Lo mejor: Prácticamente todo y muy especialmente su enorme encanto y lo entretenida que es
Lo peor: La voz en off es enormemente cansina y subraya innecesariamente las imágenes
Sibila de Delfos
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10
8 de agosto de 2007
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es otra de esas películas que han marcado mi infancia. Está llena de mitos del cine, o más bien, de imágenes míticas: El DeLorean, Marty McFly cantando "Johnny B. Goode", el Baile del Encantamiento bajo el Mar, el condensador de fluzo, Doc Brown, el reloj de la torre y su famoso rayo...
Es además no sólo un magnífico entretenimiento para cualquier tarde aburrida, sino también una película con un guión espléndido, imaginativo y muy elaborado. Lástima que sus dos secuelas, pese a ser bastante buenas (servidora siempre ha sentido debilidad por la tercera, ambientada en pleno Oeste), nunca llegaron a alcanzar la maestría de ésta. Larga vida a Spielberg y a Zemeckis.

Lo mejor: Todo, pero especialmente la inmediata conexión que logra con el espectador. Todos hemos soñado alguna vez con poseer una máquina del tiempo, ¿no?
Lo peor: Nada
Sibila de Delfos
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4
14 de febrero de 2016
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran problema de este Victor Frankenstein no es que escupa, como tantas antes, sobre la novela maravillosa de Mary Shelley (¿cuándo llegará na adaptación verdaderamente fiel de la historia? No es tan difícil... lo más cercano que ha dado el cine es la versión de Kenneth Branagh, aun con su ida de olla final, y con eso queda dicho todo), sino que no sabe lo que quiere ser. ¿Qué es la película de Paul McGuigan? ¿Una cinta de terror? ¿Un drama? ¿Una revisión modernilla tipo las Sherlock Holmes de Robert Downey Jr? ¿Una de acción? Pues tiene algo de todo eso y más cosas, y la sensación que deja es de híbrido, tanto o más que la famosa criatura de Frankenstein, pero de híbrido incompleto. Es como una montaña rusa sin mucho orden ni concierto, y cuando termina no se encuentra nada que verdaderamente merezca la pena ser recordado.
Por suerte, Daniel Radcliffe y James McAvoy forman una gran pareja y aportan mucho entretenimiento y diversión al espectador. Lástima que no sea suficiente para salvar a la película del suspenso.

Lo mejor: El esfuerzo de McAvoy y Radcliffe.
Lo peor: Su indefinición.
Sibila de Delfos
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