Cuatro desconocidos entran a una hermética habitación rodeada de espejos a prueba de balas, les aseguran que harán parte de un sencillo experimento y que en un par de horas tendrán en su bolsillo 350 dólares. Parece fácil. Incluso alguno de ellos se gana la vida haciendo eso. No temen. Paralelamente son observados por una joven psicóloga que ha sido invitada para analizar el comportamiento de los "voluntarios" durante el experimento. Nada fuera de lo común. No obstante, un inexplicable cambio de planes crea el terror y la desesperación en los cuatro voluntarios como en la joven observadora.

Esta sinopsis de seguro hace pensar en títulos como el 'Examen', 'El método' o incluso en la destacada 'Cube'. "The Killing Room", no hace ningún esfuerzo en escapar al modelo de terror psicológico de sus antecesoras y lo refuerza además con teorías conspirativas enmarcadas en el 11-S. El filme no es malo, y su historia es de por sí bastante impactante. Los primeros 20 minutos de la película están muy bien logrados, especialmente por una escalofriante escena que no deja a nadie indiferente. Luego decae un poco.

Los rostros conocidos, pero no necesariamente famosos, ayudan a dar fuerza al filme. La hermosa Chloë Sevigny, el siempre malvado Peter Stormare y el carismático Timothy Hutton no defraudan. El resto del elenco no está mal.

El argumento se torna interesante, polémico, discutible y poco creíble. En un experimento gubernamental una psicóloga analiza el comportamiento de cuatro humanos adultos como si de ratones de laboratorio se trataran. Nada nuevo para nuestros días. Pero si al experimento se le suma violencia, represión, terror psicológico, eliminación física, competencia por la supervivencia y selección, entonces sí que hay un problema de puta madre. Aunque el filme directamente no ofrece un debate moral sobre el asunto ético de los experimentos con humanos, es perceptible que su director maneja entre-líneas ciertas ideas de lo que podría definirse como lo bueno y lo malo, lo legal y lo ilegal, lo que merece justificación y lo que no. En este marco sorprende la actitud de la psicóloga frente a lo que observa, especialmente sí se tiene de presente que su visión era ajena al asunto.

La cuestión de la defensa nacional estadounidense y los execrable secretos de Estado del mismo país terminan por crear un paisaje perfecto para aquellos amantes de las teorías conspirativas. El asunto de los musulmanes no está nada mal, ehh. También vale aclarar que el filme combina muy bien detalles estructurales del terror psicológico de 'Examen' con ciertos tintes de thriller gore de 'Saw'.

Lo peor de la cinta es que tiende a perder fuerza argumentativa y narrativa a medida que se desnuda la trama principal, esto es: el objetivo real por el que fueron llevados los "voluntarios" a la susodicha habitación. Durante un buen rato nos quedamos con la sensación de qué faltaba un poco más de interacción entre los personajes, especialmente entre los que estaban en la habitación. Creo que nunca llegan a percibirse como humanos reales, con sus miedos, frustraciones y sueños desvanecidos. Además ¿no les parece muy poco el número de "voluntarios"? ¿No piensan que se pudo exigir un poco más a la calidad de las pruebas? Creo que con estas decisiones se perdió una gran oportunidad para hacer una película recordable.

Esta es una de esas películas que nunca entiendes por qué pasan desapercibidas dentro de la cultura cinéfila. La he visto reiteradamente y cada vez me sorprendo más y más de la fineza que tiene la cinta en manejar de forma crítica, satírica y burlesca una temática tan compleja y tan apasionada como es el del color de la piel. Asimismo, el desarrollo de la misma es una excelente representación caricaturesca sobre los entramados de uno de los deportes más lucrativos pero a la vez más polémicos de la sociedad moderna, el boxeo.

Interpretada por nombres que en su momento ya se mostraban como futuras promesas de Hollywood, tal como Jeff Goldblum, Jaime Foxx y Peter berg, entre otros, “La gran esperanza blanca” es un filme de humor que tiene como principal argumento el trasfondo del boxeo, con sus intimidades, secretos y corrupción interna, así como el uso irónico del racismo y la polaridad étnica de la sociedad norteamericana. Es sólo humor inteligente, no hay que pedirle más de lo que ofrece.

Su trama muestra al “Reverendo” Fred Sultanel (interpretado por Samuel L. Jackson), un gurú y magnate del boxeo que no tiene escrúpulos algunos en hacer que su cuenta bancaria crezca (su performance recuerda al famosos promotor Don King), que al observar como el espectáculo de boxeo que él promueve comienza a decaer a causa de la falta de un rival digno para el campeón mundial de boxeo, James “The Grim Reaper” Roper (un afroamericano de malos modales y ego desbordante interpretador por Damon Wayans), apuesta por encontrar al único hombre que venció al campeón, Terry Conklin, un hombre blanco de poca inteligencia, que se convierte en la esperanza de millones de estadounidenses por ver a un hombre blanco convertido en campeón mundial de boxeo. Con este panorama se hace presente el personaje Mitchell Kane, encarnado por Jeff Goldblum, un periodista independiente que se propone como meta desenmascarar los negocios y trampas del “Reverendo” Fred Sultanel, y cuya aventura de denuncia social terminará por dar un giro inesperado.

Lo mejor de la cinta es que con su trama y personajes tienes garantizado un buen número de risas. La dinámica de la película te atrapa y el desarrollo y evolución de los personajes con el trasfondo de la lucha étnica, está bien ejecutado. Hay que decir que la “La gran esperanza blanca” funciona como sátira de una sociedad como la estadounidense, que aún a finales del siglo XX, presenta un gran morbo racial por por algo tan intrascendente como una pelea de boxeo entre un hombre de color y uno blanco. El filme explora de manera interesante el papel de los medios de comunicación y el sensacionalismo de los mismos por explotar el icono de "la gran esperanza blanca”.

Tal vez en su afán de recrear un mosaico que tuviera como fin representar el mundo interno del boxeo, el filme maneja una cantidad excesiva de personajes que poco o nada aportan a su desarrollo.

Era quizá la comedia el único género que faltaba por explorar el ya anunciado apocalipsis (aunque pueda pecar de desconocimiento), y es una pena que lo haya hecho.

Tenemos con "Buscando un amigo para el fin del mundo" un filme del montón. Usando los cliches de la monótona comedia-romántica americana, el filme quiere innovar aplicando a ésta reconocida fórmula un trasfondo particular: el fin del mundo.

De esta forma, nos aprestamos a ver una cinta que en sus primeros minutos funciona a medida que el desconcierto de la extinción se apodera de la humanidad. El personaje de Steve Carell soporta la carga emocional de la cinta, al tiempo que le imprime a la misma -través de sus actitudes- una buena dosis de humor irónico. Hasta esta parte el filme me sorprendió gratamente. No obstante, en la segunda mitad del filme la trama que tanto me impactó comienza a perderse en la cursilería de la comedia romántica, aclarando que no soy enemigo de la comedia romántica, y que hay varios títulos que se encuentran entre los filmes que más me entretienen.

De este modo, reaparece el Carrel del patético personaje de "Virgen a los 40" al tiempo que Keira Knightley se esfuerza por parecer una hippie sin norte. Las ocurrencias de un viaje en carro (¡cuando no en el cine yanqui!) aparecen de trasfondo para que los dos protagonistas se enamoren. Algo para nada predecible en el filme (ironía).

En fin, actuaciones ya vistas, humor barato, final predecible, recetas que le otorgan a “Buscando un amigo para el fin del mundo” la categoría de peliculilla. Aun así me ha sorprendido las buenas críticas en FA… Esta vez no chicos y chicas, esta vez no!!!

Película que hace eco de todas las narrativas impulsadas en el mundo occidental contra la natalidad. El terror ahora proviene del acto más natural, hermoso y básico en la historia humana: parir. Ahora los bebés son casi monstruos (que entran a reemplazar los otrora fantasmas, demonios o espíritus del cine de otras épocas) que llevan el terror a sus propias madres.

Filme impregnado hasta las médulas del virus woke, disfrazado de terror psicológico (que funciona por momentos). Se hace larga y el final busca redención cuando el daño ya está hecho. Lo mejor es la música y la actuación de Merlant. La estética, el tono del filme y el ritmo son de calidad.

Aparece el bueno de Jon Snow haciendo nada (como en la última temporada de GOT).

Esta vez a Schrader no le sale el arquetipo del hijoputa que encuentra redención al final. Si bien la actuación de un cada vez mejor Joel Edgerton es lo más notable del filme, la película no logra la profundidad psicólogica con el personaje principal, ni mucho menos hace que este logre un arco de redención. La historia resulta aburrida, light e ingenua, algunas actuaciones no llegan a buen nivel (Quintessa Swindell queda a deber) y al final todo se resuelve de la manera fácil: con violencia y revolcones.