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España España · Oviedo
Críticas de Gould
Críticas 664
Críticas ordenadas por utilidad
5
15 de abril de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desequilibrios mentales y pasiones exacerbadas se mixturan en este ajado melodrama que se sostiene por el incomparable arte de Minnelli -lejos en todo caso de sus mejores y también atormentados melodramas, su gran especialidad en los años cincuenta- y gracias al trabajo de algunos de sus actores protagonistas como Richard Widmarck, sobrio y contenido pero muy eficaz como comprensivo doctor McIver, mi idolatrada Susan Strasberg, que nunca tuvo un papel protagonista de peso que hiciese justicia a su descomunal talento y el magnífico John Kerr como atormentados pacientes de esta clínica de ricachones con problemas de adaptación.

Minelli nos muestra el mundo de la psiquiatría, la enfermedad mental y la depresión, sin demasiados tapujos, a través del trabajo de una serie de doctores en la clínica, sus diversas visiones de la medicina, sus peleas, celos profesionales y problemas domésticos, contraponiendo un doble conflicto, el de los pacientes y sus enfermedades y el de los doctores y sus vidas personales, arrasadas por su trabajo.

Lo más interesante de esta película coral, algo enfática y teatral, es la gran labor de puesta en escena de Minnelli, el elegante uso del cinemascope, los ligeros, casi imperceptibles pero expresivos movimientos de cámara y, como no, el admirable uso de tonos y colores, en ocasiones ciertamente excesivo, que reflejan la psique de sus personajes. Lamentablemente, estos son un poco de cartón piedra, bocetos o arquetipos al uso y moda de las películas de psiquiatría de la época, algo mecanicistas y paulovianas, llenas de psicologismo ramplón y énfasis innecesarios, como el cargante asunto de las cortinas.

Acompañando la irregular propuesta un envejecido y envarado Charles Boyer como descuidado médico y una inexpresiva Lauren Bacall completan el cuadro de este fallido y autocomplaciente melodrama del maestro Minnelli al que el tiempo ha expuesto a la luz todos sus costurones y defectos.
Gould
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10
5 de agosto de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del cine negro, mezcla de suspense y melodrama psicológico, a cargo del nunca suficientemente ponderado maestro Litvak, que pone en escena un enrevesado guión basado en un relato radiofónico de Lucille Fletcher sobre una mujer egoísta y absorbente, amén de inválida, que se casa con un pobre pero ambicioso joven que sufre los manejos de su mujer y su padre. Uno de los aspectos más destacados del film es la estructura narrativa donde la peripecia se nos narra en tiempo real a través de las conversaciones telefónicas de la protagonista y mediante una serie de habilidosos flashbacks contados por diferentes personajes: la criada, la antigua novia de Henry, el doctor, el químico. Con ellos y su relato conocemos, al tiempo que la protagonista, los hechos pero también se nos van desvelando aspectos de ella misma que no coinciden con el retrato inicial de mujer desvalida. Con la fotografía destacada del gran Sol Polito –las escenas en la playa de Staten Island parecen estar sacadas de un sueño o una película de terror- y una puesta en escena magnífica -luces y sombras, movimientos de cámara en el interior y exterior suntuosos y expresivos, con un gran valor dramático- el resultado final es una “pièce de résistance” con un cierre memorable y antológico. Aunque alguien dijo que su papel era “demasiado enérgico para hacer de enferma” Barbara Stanwyck está enorme a lo que poco puede objetar un Burt Lancaster que todavía no había mudado la pluma. William Conrad –el detective "Cannon" de los 70- inmortalizado para la eternidad en la mítica secuencia inicial de “The Killers” (1946) de Robert Siodmak insiste en su papel de malvado. Grande Litvak.
Gould
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8
6 de febrero de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido broche final a la extraordinaria carrera cinematográfica del prematuramente desaparecido Francois Truffaut. Con un simpático, alocado y premeditadamente descuidado guión -indiscutible homenaje al maestro Hitchcock- ribeteado de humor y lleno de alternativas, Truffaut elabora, con una cuidada fotografía en blanco y negro de Nestor Almendros, un divertimento pleno de espontánea ligereza, sobre un falso culpable -correctísimo Jean-Louis Trintignant- ayudado por su secretaria -chispeante, atractivísima Fanny Ardant- que condsiguen en pantalla una inesperada química entre dos personajes, dos actores, tan dispares. Para paladares golosos, una verdadera delicia que no añade nada a la filmografía del maestro pero de la que no nos gustaría prescindir. Abajo el telón.
Gould
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9
3 de enero de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deslumbrante debut de la actriz y directora francesa Diane Kurys en este admirable retrato de la adolescencia en los primeros años 60, suerte de película autobiográfica de la autora cuyo nivel y excelencia nunca pudo repetir en su irregular carrera cinematográfica.

Frederique y Anne son dos adolescentes de 13 y 15 años, cuyos padres están divorciados y que vuelven de las vacaciones con su padre para iniciar el nuevo curso. Con un estilo naturalista pero delicado y elegante Kurys nos ofrece un vivido retrato del gozo, el misterio, el dolor y la soledad de la adolescencia.

Kurys demuestra ser una fina observadora en la descripción del mundo adolescente desde la perspectiva de estas dos hermanas. Con diálogos muy trabajados, apropiados a las dos edades de las protagonistas, sin estridencias ni mal gusto y con una excelente fotografía Philippe Rousselot, desfilan ante nuestros ojos numerosas preocupaciones personales de estas muchachas, pero también algunas cuestiones políticas: los estudios, los profesores, los chicos, las relaciones, la menstruación, los guateques, los primeros amores y decepciones, los cambios de amigos o la politización de la juventud en los 60. La película sitúa con facilidad los acontecimientos en su contexto histórico a través de ligeras pinceladas cronológicas: la independencia de Argelia, la OAS o el asesinato de Kennedy.

Gran joya del cine francés, honesta, bella y sensible. A reivindicar.
Gould
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8
8 de octubre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Franz Borzage fue uno de los más dotados, sensibles e inteligentes directores de su generación con una dilatada carrera, iniciada en el cine mudo y continuada en el sonoro, en la que abundan numerosas obras maestras y grandes películas.

Este romántico drama parte de una elegante producción de Joseph L. Mankiewicz y de un atractivo guion que pone en escena un complicado juego de afectos entre dos parejas, lleno de amores apasionados, voluntades rotas y remordimientos que plantea el difícil equilibrio de los amores no correspondidos.

Las interpretaciones son de altísimo nivel y uno no sabe qué admirar más, si la soberbia exhibición de energía de Joan Crawford, la infinita gama de matices de Margaret Sullavan –una de mis actrices favoritas y actriz fetiche de Borzage que nos deleita con un soberano recital- la sencilla efectividad de Robert Young o la irónica interpretación de la despiadada y celosa de Fay Bainter.

Una progresión dramática sostenida y tensa culminará en una catarsis ígnea y liberadora que colocará todos los elementos en su sitio. Gran melodrama del maestro norteamericano.
Gould
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