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Críticas de Tony Montana
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Críticas 179
Críticas ordenadas por utilidad
10
14 de febrero de 2006
341 de 413 usuarios han encontrado esta crítica útil
Particularmente, la considero la mejor película de Scorsese, y podria decirse que está muy influido por la blaxploitation, sobre todo en la forma en que recrea la ciudad de Nueva York, una nocturnidad casi enfermiza. Y en cierto modo, la propia ciudad, y sus habitantes, son un personaje más dentro de está historia de autodestrucción y violencia.

Lo primero que hace Scorsese es presentar a un tipo aparentemente normal. Pero conforme avanza la película, vamos viendo que ese semblante serio y normal va dando paso a una persona inestable, y paranoica, cuya única vida consiste en su taxi. Ahí es realmente cuando vemos al Travis que Scorsese y Schrader querían mostrar. Un personaje que desvaría, loco, violento, casi surrealista.

La forma de contar la historia de Scorsese me parece prodigiosa. Nadie en el cine actual usa las transiciones y la voz en off como el. La peli pasa en un santiamén debido a su gran capacidad para dotar de ritmo a una película. Posiblemente, otro cualquiera hubiera convertido este guión en algo lento y cansino, pretendiendo ser bello o algo así... pero por suerte, Scorsese supo captar la idea de denuncia.

El guión de Schrader es sensacional. Habiéndolo escrito en un momento muy jodido de su vida, se demuestra que quiso dotar a todo de un punto de vista negativo y malsano. Su demencia queda transmitida en el personaje de Travis, y podria ser una especie de traslacion personal a la pantalla. Lo mejor de la película es sin duda esa gran crítica que hace Scorsese a la corrupta e hipócrita sociedad americana de los 70. Todo está idealizado, tanto la libertad como el control. Iris representa la libertad mal entendida, y Betsy la creencia en que los politicos solucionaran el mundo. Y Betsy representa para Travis la mujer virginal, la pureza mas pulcra, la idealización de la mujer, y así nos la presenta Scorsese, a cámara lenta, casi etérea, pero luego se da cuenta de que nada es lo que parece. En cierto modo, Travis está asqueado de todos, de hippis, de negros... a su personaje se le ha acusado de fascistas, pero ciertamente, es el tuerto en el país de los ciegos.

Decía Scorsese que esta película era su particular revision de Centauros del desierto, y ciertamente, hay una cierta influencia en el personaje de Travis por parte de Ethan Edwards. Ambos son parejos. Ven el mundo a su manera, sólo puede ser como ellos quieren, y son unos auténticos dementes obsesionados con la pureza y la exterminación de aquellos que son diferentes... ambos son inadaptados, ambos son bichos raros sin raíces, que no conseguirán nunca aquello que quieren, o si lo consiguen, no podran disfrutar de ello junto a los que más quieren...
Tony Montana
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10
27 de junio de 2006
259 de 281 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Hitchcock fue preguntado por Truffaut acerca del poco mérito que se le daba a esta clase de películas en beneficio de dramas como Ladrón de bicicletas, y que el propio Truffaut adoraba el guión de esta inverosímil película, por éso mismo, por ser tremendamente absurda, Hitchcock le respondió que el gusto por el absurdo lo llevaba de manera totalmente religiosa. Cuando uno se pone a ver Con la muerte en los talones, se pone y no para. Porque, a diferencia de otras películas del maestro, esta arranca a los 2 minutos. Y es algo tan absurdo como un error. El mcguffin elevado a obra maestra.

Como ya he dicho, partiendo de lo más absurdo de todo, un error en una llamada de teléfono, Hitch va construyendo una especie de parodia del cine de espías, a base de un error tras otro, de un hecho absurdo seguido de otro hecho más absurdo aún. Pero el acierto de esta película está en no tomarse en serio a si misma. No deja de ser una grandísima broma de Hitchcock, una tomadura de pelo al espectador. Probablemente, si el magnífico guión de Ernie Lehmann hubiera caído en otras manos, habría acabado siendo una mera película de espías, con buenos y malos claramente diferenciados. pero con el maestro se convierte en una comedia que roza momentos de puro surrealismo, como el hecho de que la madre de Cary Grant fuera sólo 10 meses mayor que él, o la escena de la borrachera en la comisaría o la subasta son pura antología del surrealismo y el absurdo más gratuito. Pero ninguna como la del avión. Sin nada que fumigar, Hitchcock nos pone un avión en medio de la nada, la forma más absurda de matar a alguien, y consigue que quede estupendamente, ya que otro director hubiera hecho que nos sintiéraos estúpidos ante esa gratuidad de la imagen.

Con un Cary Grant portentoso, y un James Mason que se ha convertido en el malo icónico del cine hitchcockiano, y una Eve Marie Saint, que a pesar de ser la chica menos Hitchcock de toda su filmografía en los 50, nunca estuvo más seductora que aquí, Alfred Hitchcock volvió a demostrar que es un maestro en el cásting, y volviendo a poner algunas de sus inquietudes en liza, como el falso culpable o una madre un tanto peculiar, volvió a demostrar que fue el mayor técnico de la historia. Cada una de sus películas tiene un toque único que el le daba, tanto en la puesta en escena, como en la banda sonora, cuyo tema principal ya indica por donde van air los tiros, y cómo no, con los créditos de Bass, que luego volvería a superarse en Psicosis.
Tony Montana
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10
18 de julio de 2008
229 de 250 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivimos una época en la que esa especie de neoprogresismo consporanoico se ha hecho un hueco importante en los círculos de opinión y se ataca con vehemencia a ciertas películas cuya temática o presunto fondo idelógico, la mayor parte de las veces inexistente o malinterpretado, no coincide con el de dichos grupos. Nos encontramos con que aquellos que critican a Tropa de élite por su presunto mensaje fascista, que no es tal por varias razones que hay que saber apreciar y que son, para alguien con dos dedos de frente, bastante evidentes, son herederos de esos que atacaron Centauros del desierto, Harry el sucio o Taxi Driver, por contar con misántropos pretendidamente fascistas por protagonistas que actuaban con su propia ley, más bien tirando por el nihilismo y el individualismo alejado de cualquier fascismo. Pero José Padilha juega con una destreza sin igual sus armas muestra un amplio el abanico de ideas y centra el protagonismo en un rudo policía de las fuerzas especiales brasileñas, la BOPE, sus conflictos interiores y su vida familiar y del batallón que este conlleva, acercándolo a cintas como Heat o al mejor Scorsese de Uno de los nuestros, y permite al espectador conocer los dos lados de la realidad y el realizador no justifica ni toma parte por ninguna de las dos mitades de esta historia, todo lo contrario, no establece línea moral alguna, no juzga qué está bien o mal, si no que esa decisión la deja en manos de un espectador que a veces no está preparado para lo que se le muestra, convirtiendo esta brillante cinta en un thriller de una ambigüedad moral a la que pocos están acostumbrados.

Padilha retrata un mundo podrido, corrupto, sucio, en el que el capitán Nascimento no es más que una herramienta más del sistema parece imposible cambiar debido a la propia condición humana. Dicho sistema es controlado por aquellos mismos que, tras haber hecho las leyes o jurado defenderlas, las quebrantan con suma facilidad, y en la que los honrados no tienen cabida, y son castigados por ello. Este se propone limpiar el mundo, o al menos una pequeña parte de él, ante la noticia de que va a ser padre, algo que le horroriza, al comprobar cómo es la sociedad a la que va a traer una nueva vida, y si realmente vale la pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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10
14 de junio de 2006
195 de 204 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Wilder contaba el revuelo que se armo tras el primer pase para el estudio, uno se da cuenta de que esta película no es una mera cinta ubicada en el mundo del cine. Esta película le quitó al cine esa especie de aureola mítica, del mundo glamouroso y perfecto que siempre salía en pantalla. Y les dolió a los representantes de Hollywood porque ciertamente representa su mundo, el de las estrellas acabadas, de la tiranía de los cánones de belleza y de los grandes estudios. Me cuesta mucho hacerme a la idea de que alguien como De Mille aceptara participar en un proyecto cuya cruel y falsa imagen podría repercutir en su carrera, ya que el representa el espíritu de la película: Hollywood es un engañabobos.

Wilder, aparte de un director cojonudo, era un cinéfilo como pocos. Éso se ve a lo largo de toda su obra, pero particularmente en esta película, que es en sí un compendio de homenajes, aunque también reprimendas, al mundo donde el vivía, a Hollywood, que tan pronto crea una estrella, como la convierte en monstruo. Así como ocurrió con la llegada del sonido Hollywood marginó a otras estrellas y cineastas por diversos motivos y escándalos, como James Whale, Chaplin o Dalton Trumbo. Y en esta película, Swanson, más que el propio deseo de regresar a la pantalla, de hacer películas por amor al arte, lo quiere por la necesidad de la fama, de sentirse el ombligo del mundo, y que realmente no sabe si es ella misma o uno de sus personajes, actuando como si realmente estuviera dentro de una película, con gestos teatrales más propios del cine mudo. A través de la figura de Norma y de su propia casa, que según Joe, recuerda a la mansión de Miss Havesham de Cadenas rotas, Wilder realizó un magnífico retrato de la soledad de la estrella, de quién un día lo tuvo todo y que ahora forma parte de un imperio herrumbroso y derrotado. Y también de la demencia. Norma es un antecedente del Travis de Taxi Driver, ese personaje que ve el mundo según sus propios ideales, y que se llega a obsesionar con un guionista sin talento, al cual utiliza más como gigoló que como auténtico escritor, y al que pretende convertir en una de las figuras de su museo de cera viviente.

A destacar un personaje importantísimo en la trama, el de Max el mayordomo. Es al mismo tiempo su mayor valedor y su mayor enemigo, pues es quien realmente la tiene engañada con un mas que improbable regreso a las pantallas. El, sin quererlo quizás, la hunde más en la miseria, y el hecho de que en la vida real Stronheim fuera el director que más dirigió a Swanson le añade más morbo a la situación.

En definitiva, Wilder orquestó una maravillosa venganza contra todos aquellos productores y cineastas que él aborrecía, por considerarse artistas cuando lo que únicamente hacían, según él, era poner el dinero y mandar, cuando no tenían ni puñetera idea de cine.
Tony Montana
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10
23 de junio de 2006
211 de 244 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada época en la historia del cine tiene determinadas obras que marcan un antes y un después. En los 20 fue Metrópolis, en los 40 fue Ciudadano Kane, en los 70 El Padrino, y en los 80 Blade Runner. La cinta de Ridley Scott es una de esas películas donde uno comienza a hablar de ellas y no puede parar. Es quizás la gran película de ciencia ficción junto con Metrópolis y 2001, una de esas pocas cintas de sci-fi que unen de forma espectacular contenido y continente. La primera vez que la vi pensé que esta película era una chorrada como un camión. No la entendí. Pero, tras haberla visto dos veces más, y haberla dejado madurar, uno se da cuenta de que películas como esta existen muy pocas en esta vida. Uno no llega a entender que el director de Alien o de esta joya haya realizado algunas de las peores películas de los últimos años, y haya seguido una carrera tan llena de altibajos.

Un aspecto que llama la atención del espectador es el guión. Guarda similitudes con Sin Perdón, del propio Webb Peoples. El protagonista es un personaje tan antipático, tan oscuro, que el espectador no puede sentirse involucrado en su historia. Cuando vemos a Harrison Ford matar a alguien por la espalda despues de ser Han Solo o Indiana Jones, nos choca bastante, y más aún si sólo se ha visto el montaje del director, sin la dulcificadora voz en off. A ello se le unen unas clarísimas reminiscencias del cine negro, de Dashiell Hammet y Chandler, todo con el toque de ciencia ficción que aportan la era casi apocalíptica en que vive Deckard y el asunto de los replicantes. Estos son los verdaderos artífices de la grandeza de esta cinta. Aún siendo seres que no sabemos si son androides o de carne y hueso, son realmente los que tienen apego a la vida, algo que se transmite en toda la cinta, siendo ellos quienes realmente desean vivir a toda costa. Y para ello no dudan nisiquiera en exterminar a su propio dos, convirtiéndose ellos en sus propios dioses. El personaje de Nexus 6, a pesar de ser un personaje terrorífico, un asesino perfecto un ser casi ario, es quien le da a la cinta todo su lirismo, transmitiendo esas ganas de vivir por parte de quien no puede hacerlo.

Estéticamente, la cinta es un prodigio. Retratanto un mundo que presagió estéticamente a Matrix y demás cintas del mismo calado, Blade Runner sigue siendo hoy tan fascinante como en el primer momento, al adelantarse a la moda actual, y al retratar una sociedad masificada, a parte del icono que representa esa apología del neón, con la chica japonesa que anuncia Coca-Cola, y que no es otra cosa que Times Square. Todo ello envuelto en unas reminiscencias casi nazis, con la representación de Nexus 6 como el gimnasta ario perfecto de Hitler, las titánicas construcciones propias del Berlín nazi, y el control absoluto que ejercen los altos poderes sobre los ciudadanos, guardando similitudes con la obra de Orwell sobre el control absoluto.
Tony Montana
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