La legendaria Airbag se viene a la memoria al contemplar el primer capítulo de esta nueva serie. ¿Qué tiene para mí de bueno?
- El veterano elenco con el que hemos ya disfrutado en trabajos anteriores.
- La visceralidad de sus personajes que, más próximos a la idiotez que a la sensatez, sorprenden con sus iniciativas en las que prima la acción sobre la reflexión. Esa fastidiosa reflexión que empantana la mayoría de la producción patria en busca de una mención en los Goya.
- El disparatado guión que, conservando la coherencia en su propuesta, resulta interesante y divertido.
- La docena de personajes que, cada uno con su pena, caricaturiza estereotipos fácilmente reconocibles.

Y, oiga, una de las mejores. NO HAY JOVENES MODELOS INTERPRETANDO A PERSONAJES CON INQUIETUDES SENTIMENTALES como concesión a la audiencia de menos edad. Esta es una característica que, desde el siglo pasado, se ha llevado por delante los intentos más esforzados por consolidar una serie española.

Liberada de esta carga y entregada la función a actores consolidados, ya es cosa del guión que siga manteniendo la fuerza y potencia de sus situaciones.

Iba a terminar ya, pero, abusando de su paciencia, le propongo una imagen que resume lo que he intentado contar, imagine que los miércoles ponen dos series, una es "Hable con ella" y la otra "Torrente, el demente". Según elija, sabrá si esta serie le puede interesar.

Impagable producción que muestra el particular universo de una embarcación del siglo XIX durante un interminable viaje de más de dos meses de Inglaterra a Australia sin tocar puerto. A bordo no van soldados, viajan civiles y de entre estos, un selecto grupo de gente distinguida dispone de algún confort que les mantiene apartados del resto del pasaje que se hacinan en la cubierta inferior. La historia se centra en este grupo, en el capitán y en los dos oficiales de mayor rango.

El personaje central, el joven Talbot, es el observador a través del que percibiremos el sórdido escenario en el que están atrapados los viajeros. Las durísimas condiciones del viaje, aún para los pasajeros adinerados, se exponen con tal detalle que se disfrutan a caballo entre la repugnancia (por la insalubridad) y el asombro (por cómo se mantienen la estructura social aún en el mismo infierno).

Películas como "Motín a bordo", "Rebelión a bordo", "Master and Commander"... perfilaban algunos aspectos de las penurias de estos viajes pero en este film no hay ninguna misión que cumplir, no hay actitudes heroicas, lo que nos ofrecen es una visión creíble de la aventura de gente normal ante un sin fin de situaciones que nos van a mantener interesados por cómo lo afrontan los personajes, que siempre se van a ver sobrepasados por las dificultades en un entorno tan desolador, encerrados en un cascarón inhóspito, sacudidos en medio del mar durante interminables semanas y a riesgo de perecer en más de una ocasión.

Satisface nuestra curiosidad por ver las entrañas del barco, los camarotes del pasaje selecto (cubículos asquerosos con un camastro suspendido), las bodegas oscuras y encharcadas, en fin, que casi nos sentimos dentro del barco y aun así, a pesar de sus cuatro horas largas de duración, nos quedamos con ganas de observar al pasaje de segunda y cómo, con mucho menos, tenían que soportar tan horrendo viaje y también cómo las pasaría la marinería.

Esta película es la que mejor me ha hecho sentir pasajero de un barco de hace doscientos años, sin batallas ni abordajes. Me ha interesado mucho. En cuanto al elenco, dirección y factura técnica, dan un magnífico soporte a la historia con la acostumbrada calidad británica en narraciones de época.

¿Que no te cae bien Nicolas Cage? Pues no vas a cambiar de idea viendo esta película. En esta historia N. Cage reinterpreta el papel de justiciero que rentabilizó con tanto éxito Charles Bronson. Se entiende bien, los violadores son unos canallas, población marginal peligrosa y el sistema judicial no se hace con ellos. Hace falta un justiciero que los borre del mapa y ahí está N. Cage. Bravo por él. Su personaje apenas cuenta su pasado y sus motivaciones las compartimos los espectadores, aunque habrá algunos de gran talla moral que las denosten.
Nos enreda bien la forma que tiene de contarnos este sencillo drama y hay que destacar la magnífica interpretación en diversas facetas, temor, alegría, tristeza... de la hija (Talitha Bateman) de la víctima que suple con creces la sobriedad del resto del reparto.
Esta película está claramente al servicio de la promoción de la joven estrella, arropada por N. Cage, Don Johnson... para darle empaque y así todo el elenco se mantiene discreto para no hacerle sombra.
A mí me distrajo, saboreé cómo les ajustan las cuentas a los felones y, ya al final, con todos muertos, disfruté de una sutileza del guion (ver spoiler).

Tras haber contemplado anteriores adaptaciones al cine de las obras de Agatha Christie, esta serie que protagoniza David Suchet es, por fin, la que no desmerece de la atmósfera que se podía respirar en las novelas. Trabajos anteriores protagonizados por Peter Ustinov están muy alejados del detective Poirot interpretado por el extraordinario Suchet. Es el mismísimo detective vivito y coleando y el resto del elenco cual si hubieran saltado de las páginas del libro.
En este episodio, concretamente, la fotografía ofrece un magnífico recital en varios cuadros en los que la composición de la luz añade aún más disfrute a la cinta. Si se está viendo en una grabación doméstica, se podrá detener la imagen y recrearse en el excelente trabajo de Alan Almond.
En cuanto a la ambientación (punto fuerte de los británicos) es prodigiosaSoy presa del entusiasmo al poder disfrutar de una minuciosa adaptación de las novelas que devoré de muy joven. Ya en otras ocasiones quedé defraudado por adaptaciones que adolecían de licencias en el actor que interpretaba a Poirot, en la década en la que se encajaban las historias o en la ramplonería de las ambientaciones. Ahora sí que se puede contemplar un gran trabajo. Bravo por Ashley Pearce y la nutrida producción que ha respaldado el proyecto.

Lo que no se pueden obviar son las limitaciones del medio y la prolija exposición de los personajes que se podía ir desarrollando en las páginas de las novelas ahora se tienen que sustituir por trazos aunque, eso sí, se ve que se cuidan especialmente en multitud de gestos. En mi caso, celebro una ventaja de la película sobre el libro y es la identificación de los personajes. Las historias de Agatha Christie incluyen en nómina más de una docena de sujetos, con nombres extranjeros, con lo que me hacía cierto lío cuando se referían a tal o a cual. Viéndoles las caras se comprende mucho mejor el entramado de pasiones y ambiciones que torturan a los intervinientes y se hacen más próximos. Un deleite para los que una vez gozamos con la lectura de las pesquisas de Hércules Poirot, el hombre se iba tropezando con los cadáveres por donde quiera que fuese.

Fenomenal.

Tras haber contemplado anteriores adaptaciones al cine de las obras de Agatha Christie, esta serie que protagoniza David Suchet es, por fin, la que no desmerece de la atmósfera que se podía respirar en las novelas. Trabajos anteriores protagonizados por Peter Ustinov están muy alejados del detective Poirot interpretado por el extraordinario Suchet. Es el mismísimo detective vivito y coleando.
En cuanto a la ambientación (punto fuerte de los británicos) es prodigiosa y el resto del elenco cual si hubieran saltado de las páginas del libro. Soy presa del entusiasmo al poder disfrutar de una minuciosa adaptación de las novelas que devoré de muy joven. Ya en otras ocasiones quedé defraudado por adaptaciones que adolecían de licencias en el actor que interpretaba a Poirot, en la década en la que se encajaban las historias o en la ramplonería de las ambientaciones. Ahora sí que se puede contemplar un gran trabajo. Bravo por Charlie Palmer y la nutrida producción que ha respaldado el proyecto.

Lo que no se pueden obviar son las limitaciones del medio y la prolija exposición de los personajes que se podía ir desarrollando en las páginas de las novelas ahora se tienen que sustituir por trazos aunque, eso sí, se ve que se cuidan especialmente en multitud de gestos. En mi caso, celebro una ventaja de la película sobre el libro y es la identificación de los personajes. Las historias de Agatha Christie incluyen en nómina más de una docena de sujetos, con nombres extranjeros, con lo que me hacía cierto lío cuando se referían a tal o a cual. Viéndoles las caras se comprende mucho mejor el entramado de pasiones y ambiciones que torturan a los intervinientes y se hacen más próximos. Un deleite para los que una vez gozamos con la lectura de las pesquisas de Hércules Poirot, el hombre se iba tropezando con los cadáveres por donde quiera que fuese.

Fenomenal.