Dirigida por Jim Sharman en 1975, un musical de Richard O'Brien. El guión, lejos de ser una obra maestra, trata sobre las aventuras de una pareja (Sussan Sarandon y Barry Bostwick) que al quedar su coche averiado se cobijan en la mansión del doctor Frank'N'Furten (Tim Curry) quien celebra una reunión de transilvanos con motivo de su última creación: la criatura.

Es una comedia salvaje, desenfrenada y exquisita en todos sus aspectos. La música es excepcional y para más inri cuenta con la intervención del cantante Meat Loaf. La historia trata de ridiculizar o mejor dicho de alterizar las clásicas películas de terror, encabiéndolas en un ambiente musical, absurdo y sátiro.

El sexo, la pasión, la carnalidad y los tabues són los protagonistas de esta obra maestra que recomiendo encarecidamente que sea vista pues denota un antes y un después en la manera de hacer cine. No es una película para reflexionar, es una película para entender pues está hecha en una época en la que la sociedad aun no estaba preparada para una obra así.

Divertíos viéndola y cantando sus canciones.

Cuando parecía que se había inventado todo acerca de las películas apocalípticas, aparece esta maravilla. Original y dinámica, consigue meterte dentro de la piel de los principales personajes y de las paranoias que sufren a causa de la señal.

Más que digna de pertenecer al festival de Sitges y clara merecedora del premio a mejor película. Una película modesta y sin grandes pretensiones, pues se centra en las experiencias sufridas por los protagonistas sin pretender dar una explicación al origen de la señal ni a las consecuencias catastróficas derivadas de ésta.

Desde el principio te sientes enganchado a la pantalla que se convierte en tu propia señal de la cual no puedes desconectar y te proporciona un estado empático con los diferentes estados de paranoia, neurosis y agresividad sufridos por los personajes.