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Críticas de Samizdat
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de diciembre de 2010
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película de Francesco Rosi (nacido en 1922) se inicia en Italia el género conocido como cine político, que alcanzará su máximo desarrollo en los 70, con autores, además del propio Rosi, como Elio Petri o Damiano Damiani. Pero no se queda ahí el alcance de esta película, ya que puede afirmarse que ha tenido una gran influencia en el cine de tema político a nivel mundial: de "Z" (1969) de Costa-Gavras a "JFK" (1991) de Oliver Stone, por poner solo dos ejemplos destacados, tienen una fuerte deuda en lo formal con este filme.

El tema es la historia del bandido siciliano Salvatore Giuliano: sus conexiones políticas y las circunstancias que condujeron a su muerte en 1950. Lejos de procurar un acercamiento romántico a la figura del buen ladrón que roba a los ricos para dar a los pobres (como sí se encuentra, en cambio, en la novela que Mario Puzo escribió sobre el personaje, llevada luego al cine por Michael Cimino), la película se presenta como una investigación, a medio camino entre la ficción y el documental. El director procura conseguir la mayor objetividad posible, por lo cual se limita a presentar hechos, dejando que sea el espectador el que saque sus conclusiones. La objetividad se refuerza evitando mostrar al protagonista, a quien solo se le ve la cara en fotografías y después de su muerte; también por medio de los frecuentes planos picados (entre ellos, el inicial del descubrimiento del cadáver de Giuliano); y mediante la voz en off, utilizada de forma muy similar a como años atrás la empleó Visconti en “La terra trema” (una película en la que Rosi trabajó como ayudante de dirección).

El centro de interés de la película no es la personalidad de Giuliano, sino la forma en que fue manipulado para servir a intereses políticos: el ataque de Rosi, en concreto, va dirigido contra los democristianos, que gobernaban Italia en la época de Giuliano y continuaban en el poder cuando se estrenó la película. Es también una reflexión sobre los problemas crónicos de Sicilia (el subdesarrollo, el bandolerismo, la corrupción política y la implantación de la Mafia) y, por extensión, de todo el sur de Italia.
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Samizdat
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9
22 de agosto de 2017
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este thriller argentino para la HBO no tiene nada que envidiar a las producciones estadounidenses de la misma marca. El guion, basado en la novela homónima de Gustavo Malajovich (coguionista también de la serie), no solo contiene giros argumentales inesperados que deleitan al espectador, sino que -más importante- está meticulosamente construido para conseguir que todo encaje a la perfección. Un trabajo minucioso de orfebre. La trama tiene elementos -los más- de cine negro urbano, aunque no faltan también los toques de thriller fantástico. Aunque se abordan temas sociales (por ejemplo, la corrupción policial y política), es siempre de forma lateral, ya que la pretensión principal es evidentemente construir un sólido producto de género que enganche al espectador. Y este objetivo se logra con holgura. Quizá hay algún momento, hacia la mitad de la serie, en que se produce un cierto estancamiento, pero luego la historia remonta el vuelo con facilidad.

La ambientación es también de sobresaliente, y convierte a la ciudad de Buenos Aires en protagonista principal, desde la cúpula del palacio Barolo (magníficamente fotografiado) hasta los túneles más ocultos del subte. La serie está llena de referencias a Baires, que sin duda captará mucho mejor el público argentino, pero que son suficientes para dar a la historia un cierto halo de misterio, muy en la línea de otras producciones HBO, como, por ejemplo «True Detective». Y la parte de la trama que se aparta de la capital y se acerca a la Argentina interior está también excelentemente ambientada y fotografiada.

Tanto los intérpretes principales como los secundarios hacen un trabajo excelente, construyendo unos personajes suficientemente creíbles para dar verosimilitud a la trama. Sin duda entre los personajes más interesantes se encuentra el inefable detective César Doberti, interpretado por Luis Luque. Por supuesto no puede tampoco dejar de mencionarse a la gran dama del cine argentino, Norma Aleandro, en un papel menos secundario de lo que en un principio pueda parecer. Pero en general todos los intérpretes rayan a buena altura.

Es cierto que hay algún episodio y personaje accesorio que no aporta nada a la historia y se hubiera podido suprimir, pero esto no obstaculiza el fluir de la acción ni impide en absoluto disfrutar de la serie.

Un thriller de calidad, que no decepciona. Muy recomendado.
Samizdat
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8
31 de diciembre de 2010
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Quieto, muere, resucita", cuyo extraño título hace referencia a un juego y/o canción infantil rusa, es una película muy dura sobre la infancia y, al mismo tiempo, un testimonio sobrecogedor de lo que supuso el estalinismo. Una película tan abiertamente crítica con el régimen de Stalin solo pudo rodarse en la Unión Soviética en los años de Gorbachov y la perestroika, que supusieron un auténtico renacimiento para la cultura rusa. Kanevsky rodaría después, ya en la Rusia de Yeltsin, una secuela de esta película, titulada "Una vida independiente" (1992), en la que presenta de nuevo al niño protagonista del filme anterior, ya adolescente, tratando de encontrar su lugar en el mundo. No la he visto, pero a juzgar por "Quieto, muere, resucita", no me cabe duda de que será una película que valga la pena.

Siberia, poco años después de la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas, Valerka y Galya, dos preadolescentes, viven en Suchan, una ciudad minera del llamado Lejano Oriente ruso, en la costa del Pacífico. Suchan (hoy Partizansk) es también una de las islas del Archipiélago Gulag, cuyo mapa trazó Aleksandr Solzhenitsyn. En realidad, el pueblo en el que viven los chicos es una gigantesca prisión: no hay separación física entre el campo de prisioneros y el lugar de residencia de las gentes del lugar. Y la forma de vida de unos y de otros no difiere en lo esencial. Por eso, las vidas de los chicos se cruzan con las de prisioneros de guerra japoneses y deportados políticos. Las terribles condiciones de vida en esta ciudad siberiana hacen referencia a toda Rusia en la época de Stalin, que era también una gigantesca prisión de la que resultaba imposible escapar.

¿Qué efecto tiene sobre un niño vivir en condiciones tan adversas? La película responde a esta pregunta, sirviéndose para ello de la experiencia personal de su director y guionista, Vitali Kanevsky. Kanevsky recrea episodios de su infancia en Siberia sin pretender ser objetivo: más aún, privilegiando la perspectiva de su protagonista y alter ego, Valerka, y de su compañera Galya. La película es intensamente subjetiva. Por eso los adultos que aparecen en la película son, casi sin excepción, duros y despiadados, y se sacuden a los niños en cuanto pueden, como un molesto problema. Peor es todavía la actitud de los representantes del omnímodo poder estalinista, desde el intransigente director de la escuela hasta los policías y los guardianes del presidio. La fotografía, en blanco y negro, marcadamente expresionista, contribuye a subrayar la dureza de la vida de los protagonistas.

Se han señalado las semejanzas de este filme con "Los 400 golpes" de Truffaut: tales semejanzas existen, sin duda, pero aquí la experiencia del desarraigo infantil se produce en un ambiente infinitamente más duro y hostil. Un mundo terrible en el que las travesuras arrojan a los niños a la exclusión social, a la marginación, al delito.

Excelente película, que vale la pena ver.
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Samizdat
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8
14 de diciembre de 2010
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica comedia de Pietro Germi, uno de los grandes de la edad de oro del cine italiano. Sátira cruel y amarga de la hipocresía de estas sociedades provincianas en las que todos se conocen y todos dedican gran parte de su tiempo a joder a los demás.

Antes de "Señoras y señores", el genovés Germi había dirigido su gran éxito, "Divorcio a la italiana" (1964) y la también ambientada en Sicilia "Seducida y abandonada" (1964). En esta ocasión, deja el atrasado Sur de Italia para hacer del rico e industrioso Norte, en pleno "boom" económico de los años 60, el blanco de su sátira.

Crónica de la vida provinciana, que recuerda en algunos aspectos a "Los inútiles" de Fellini, la película se rodó en el Véneto, en la ciudad de Treviso, localidad natal del principal guionista del filme, Luciano Vincenzoni, quien se inspiró, se dice, en hechos ocurridos realmente en la ciudad (de hecho, el retrato que la película hace de la sociedad trevisana no gustó nada a los paisanos de Vincenzoni, quien recibió múltiples amenazas). La célebre pareja de guionistas formada por Age y Scarpelli, artífices de numerosos éxitos de la "commedia all' italiana", participaron también en la confección del guión. El reparto no cuenta con grandes estrellas, lo que no impidió que el filme fuese un gran éxito de taquilla.

El centro de la sátira de Germi es un grupo de amigos burgueses (un médico, un farmacéutico, el propietario de una zapatería y el contable en un banco propiedad de la Iglesia católica, entre otros), y sus respectivas esposas. La película narra tres historias sobre estos personajes, centradas fundamentalmente en el conflicto entre la realidad y la apariencia social, la hipocresía que es el centro de las vidas de estas supuestamente respetables parejas burguesas. La prensa, la policía y el clero no salen tampoco nada bien parados en esta radiografía de la vida de provincias.

Una película extraordinaria, a pesar de lo odiosos que se le hacen a uno los personajes. Vale la pena verla.
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Samizdat
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6
19 de diciembre de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El pájaro de las plumas de cristal" es el primer largometraje del controvertido director italiano Dario Argento (nacido en 1940). Junto con las dos siguientes películas que rodó, "El gato de las nueve colas" (1971) y "Cuatro moscas sobre terciopelo gris" (1972), conforma la conocida como "Trilogía de los animales": todas ellas son películas pertenecientes al género denominado "giallo", una variante del thriller característicamente italiana que tuvo su iniciador en Mario Bava, y su momento de esplendor en la primera mitad de los 70 (aunque hasta hoy día siguen produciéndose películas de este género en Italia, y aun en España: véase la reciente "Los ojos de Julia"). El "giallo" se caracteriza por ciertos rasgos temáticos: contenido sexual, con especial énfasis en perversiones sexuales de diversos tipos; guiones -no demasiado sólidos, generalmente- cuyo eje es la identificación de un asesino en serie, siempre a cargo de uno o varios detectives aficionados, no de la policía; y crímenes mostrados muy gráficamente. Incluye, además, elementos estilísticos recurrentes, como la cámara subjetiva, desde el punto de vista del asesino, el empleo frecuente del zoom y efectos visuales y sonoros encaminados a añadir dramatismo a la película y a impresionar (y a veces también a embaucar) al espectador.

"El pájaro de las plumas de cristal" participa de todas las características expuestas. Su protagonista, Sam Dalmas (Tony Musante) es un escritor estadounidense instalado provisionalmente en Roma que está a punto de regresar a su país cuando se convierte en testigo de una misteriosa agresión. A partir de ahí se van encadenando los acontecimientos, en una trama sugestiva aunque poco verosímil, que se sigue con agrado si no se es demasiado exigente.

La puesta en escena es muy cuidada. El color es un importante elemento narrativo (por ejemplo, en la escena del encuentro de puligistas retirados), y hay además una iconografía siniestra, con objetos que llaman poderosamente la atención, como esa especie de garra de ave prehistórica que se ve en la galería de arte. La arquitectura tiene una gran importancia: es muy destacable el partido que se saca a las escaleras en dos escenas de la película, plasmando un espacio laberíntico que contribuye a acentuar la sensación de angustia de las víctimas. La fotografía corre a cargo del gran Vittorio Storaro, antes de sus notables trabajos para Bertolucci y Ford Coppola, y la banda sonora nada menos que de Ennio Morricone. El punto débil del filme es, como ocurre en todas las películas del género, el guión. Para disfrutar de la película, es preferible no hacerse demasiadas preguntas, ya que tal vez no se podrá encontrar para ellas respuestas satisfactorias, y recrearse en su belleza visual.
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Samizdat
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