Con un argumento predecible y con la superación y la unidad como leitmotiv de la trama, poco pueden sorprendernos ya estas historias de baile, con guapos bailarines y guión trillado. Incluso el actor protagonista (Ryan Guzman) recuerda físicamente demasiado al primero de la saga (Channing Tatum). Lo único que me ha llamado la atención han sido los números de baile, los flashmob que organizan los MOB (el grupo de baile del barrio) para conseguir ser los más vistos de Youtube y ganar un premio. Cada número es mejor que el anterior y si a eso se le añaden efectos increíbles y una banda sonora que incluye a M.I.A. y Flo Rida pasando por Radiohead o M83, el resultado es, en este sentido, sorprendente. Resumiendo, hay que retirar demasiados clichés y varias incoherencias del guión para que la película convenza a un público adulto pero una historia como ésta hará las delicias de los espectadores adolescentes y de aquellos que aún vibran recordando Dirty Dancing.

El luchador es de esas películas en las que los personajes te llenan por sus magníficas interpretaciones. Son perdedores, gente de la calle, que incluso tuvo un pasado mejor pero el futuro no pinta bien. Desde que empieza la película, esperas que haya un giro en sus vidas que produzca el deseado happy ending de Hollywood. Pero ésta es una película que va más allá. Y por eso me gusta. Es la cruz de una moneda que nunca se muestra en televisión. Incluso el luchador más famoso puede llegar a esta situación. Y quedarse solo. Es triste que alguien que tiene tanto público que le quiere, no tenga un entorno social y familiar más rico.

Y la interpretación de Mickey Rourke es de Oscar. Me ha emocionado, con sus miradas, sus gestos y esa horrible melena rubia. Absolutamente recomendable para aquellos que vivimos los ochenta y tuvimos una Super Nintendo.

Lo primero que quiero es comentar el motivo del título, ya que es el gancho para atraer al espectador. Los idus de marzo hace referencia a la traición que sufrió Julio César cuando fue asesinado. Al parecer, un vidente intentó prevenirle de su trágico final pero él no hizo caso y poco después fue acuchillado. El cartel de la película ya deja entrever que va a ser un film sobre política y la anterior incursión de Clooney en esta temática (Buenas noches, buena suerte) para mí fue totalmente satisfactoria. Además, el reparto no podía estar mejor elegido: Ryan Gosling, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei.



Considero que gustará especialmente al público al que agrade ver películas sobre política estadounidense. A mí me parece entretenidísimo porque ya que nos machacan todo el día en el telediario con las primarias, el Super Martes y los Estados en los que hacen campaña, no resulta complicado seguir toda una trama dramática en estos términos.


En cuanto a la historia, me ha parecido correcta. Sin ser un tema original, George Clooney describe la campaña de un gobernador y sus relaciones con sus directores de campaña y con la prensa. He salido del cine con la sensación de que la política apesta y me he sentido un tanto aliviada de haber encaminado mi vida por otros derroteros.


Bien dirigida, buena banda sonora y sobre todo buenos actores aportan empaque a una trama que sé que no permanecerá en mi memoria pero que en el transcurso de sus cien minutos de duración no tenía ganas de que acabase.

Me metí en el cine a ver Moonrise Kingdom sin tener ni idea de lo que iba a descubrir. Y de principio a fin no dejó de sorprenderme. Su director, Wes Anderson, crea un universo vintage en el que sus protagonistas relatan la problemática pre-adolescente con una historia de amor de fondo. Para bien o para mal la trama no deja indiferente: Tiene una estética caricaturizada que se puede apreciar en la manera de desenvolverse los personajes. Además, muchos de los planos están construidos en perfecta simetría impregnando a la imagen de cierta artificialidad surrealista. Y sobre todo el reparto fue uno de mis principales motivos para decantarme por entrar en esta sala : Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Frances Mc Dormand, Tilda Swinton, Bob Balaban y Harvey Keitel acompañan a los debutantes protagonistas ( Jared Gilman y Kara Hayward) en esta original oda al amor. Sin duda, la cuidada fotografía y la música a cargo de Alexandre Desplat sirven de lienzo inmejorable de esta imaginativa historia muy recomendable para ver en una cálida noche de verano.

La película comienza con unas imágenes caseras de una matanza y a continuación la relación sexual explícita entre Ophelia y Chon, mientras la chica empieza relatarnos todo lo que va a suceder. En realidad, aunque resulte increíble que un soldado que ha combatido en Irak y ha trabajado como asesino comparta la chica con un hippie fumeta, me vino a la cabeza la idea de los tres soñadores de la película de Bertolucci y así los presenta O, como tres románticos cuyo sueño es vivir del negocio de la marihuana. Y creo que está visualmente muy bien plasmado con esas imágenes que muestran las playas californianas, los tatuajes de O y la sensualidad del trío protagonista.

De los tres, me quedo con la interpretación de Aaron Johnson (Ben). A parte de que la trayectoria de su personaje es la más compleja, el actor transmite con credibilidad todas sus acciones. En el bando de “los buenos” también nos encontramos con Emile Hirsch, el protagonista de Hacia rutas salvajes que aquí desempeña un pequeño papel de informático y por lo visto de ciclista (ya que siempre aparece vestido con esas poco sugerentes mallas).

Dentro del cártel de la Baja, Oliver Stone asegura con Benicio del Toro. El actor, como siempre está muy potente en su papel de Lado, esa repugnante mano derecha de Elena, la jefa del cártel (Salma Hayek) y que además atenúa la sobreactuación de ésta. Y aquí llegamos al personaje que menos me gustó del film. Salma Hayek parece que se ha tomado muy en serio su labor de mala de cuento y gesticula todo el rato para que sus palabras tengan peso (curioso comprobar que Lado, sin embargo, solo con la mirada deja helados a sus interlocutores). Además, su papel de madre es muy rebuscado al igual que algunas de las escenas en las que ella aparece junto a Ophelia.

En general, la película tiene ritmo, violencia, humor negro, sexo y buenos actores. Oliver Stone cumple, aunque no sobresale. Y siempre me quedará la duda de por qué ha empleado para el clímax de la película el archiutilizado tema musical de Massive Attack, Paradise Circus.