Mientras veía esta película no pude evitar recordar a alguien que conozco. Un sujeto que desde muy joven se mostraba extremadamente acomplejado, tímido e inseguro; lleno de conflictos emocionales y temores que trataba de subsanar con ínfulas de grandeza, las mismas que lo llevaron a decidirse por estudiar medicina sin la más mínima vocación en un afanoso intento por hallar respeto y prestigio pues veía en los médicos figuras admirables, no por su labor, sino por trivialidades tales como los lapiceros finos que utilizaban!
Como era de esperarse, durante su periodo de práctica antes de graduarse cometió crasos errores que llegaron incluso a poner en riesgo la vida de algunas personas, estrellándose pues con la realidad al comprobar que la medicina era mucho más que usar lapiceros finos. Fue así como el mediocre Doctor Calisto Portales*, abrumado por la enorme responsabilidad y exigencia del ejercicio de tan loable profesión y para la cual no estaba preparado, optó por el facilismo y, a diferencia del Doctor Martin en la película, no se volvió un psicópata (por fortuna) sino que se dedicó a aplicar placebos como acupunturas para adelgazar. Como es natural en estos casos, el “tratamiento” solo arroja resultados favorables si el paciente se compromete a cuidar su alimentación y a realizar alguna actividad física (risas).
En cuanto a la película, es interesante y entretenida aunque no deja de ser un producto menor que durante todo su metraje produce la sensación de estar viendo un episodio de alguna serie sobre médicos, tan de moda últimamente.

*Nombre ficticio.

La película empieza bien mostrando de forma realista y convincente cómo se mueve todo en esta era digital. Trámites, información, trabajo, estudio, amigos, ocio, secretos... todo a través de cualquier dispositivo con conexión a internet. Plantea eficazmente la intriga y critica el oportunismo de algunos y el sensacionalismo de los medios de comunicación. Coquetea con el drama juvenil, con los conflictos familiares y con aspectos propios de la psicología humana como la soledad y la necesidad de aceptación. Y para nada porque cae en un culebrón rebuscado con giros inesperados (inesperados de lo absurdos), con recursos facilistas como alguien que sin preguntársele empieza a hablar y a revelar detalles clave; con una resolución simplista y un final ñoño, complaciente y difícil de creer.

Una lástima porque daba para mucho más.

Estupefacto, anonadado, atónito y gratamente sorprendido. Así salí del cine después de ver esta nueva versión del Rey León. Quizás porque no esperaba mucho, o no estaba suficientemente preparado (no había visto ningún avance ni nada), pero tras el primer fotograma quedé completamente alucinado, y a pesar de que no soy de lágrima fácil, no pude evitar que de entrada se me aguaran los ojos con esa secuencia inicial. Verla de nuevo, con la misma canción, los mismos detalles pero esta vez con un realismo apabullante, me resultó demasiado emocionante. Hay que reconocer que el componente nostálgico influye bastante, por lo que seguramente quienes siendo niños vimos la versión animada disfrutemos esta con mayor intensidad y logre tocarnos fibras sensibles con más facilidad, lo que no significa que quienes no han visto previamente la versión original no puedan disfrutarla igualmente pues también es una estupenda historia además de un insuperable espectáculo visual. Y lo que para unos es un defecto, para mí es su mayor virtud: Es fiel a la original con solo algunas pequeñas omisiones de situaciones o gags surrealistas que, dado su aspecto realista, restarían verosimilitud. Temía que fuera una versión modernizada y desdibujada perdiendo su esencia y encanto pero nada de eso, y al igual que Vicente Fernández, ¡el León sigue siendo el Rey!

A los que dicen que esta versión no aporta nada nuevo, ¿les parece poco la oportunidad de ver de forma realista toda la hermosura de los animales, el esplendor de los paisajes y las bellas escenas salidas de la imaginación de los creadores de la versión original y que para entonces solo era posible plasmar en dibujos?

Mención aparte al aspecto técnico que ha llevado a la animación digital a un nivel impensable alcanzando la perfección absoluta hasta el punto de ponerte a dudar de que si lo que ves es real o es un efecto visual generado por computador.

PD1: ¿Para cuándo Nemo?
PD2: En adelante dudaré de la autenticidad de todo lo que vea en video...