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Críticas de Manuel Sierra
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The man from Earth" es una película rodada en el 2007 con poco presupuesto. Tal es así que la acción únicamente se desarrolla en torno a una casa, las afueras y su salón. No obstante, la película está bien narrada, bien estructurada, los guiones son interesantes, atractivos y no cansan, y se ve con facilidad. Háganse a la idea de que ver esta película es casi como asistir a una obra de teatro.

La historia narra una reunión de amigos, todos profesores universitarios, que se disponen a despedir a uno de ellos que ha decidido marcharse para tomarse un descanso sabático. No entienden por qué se va y tras preguntarle enconadamente este decide responderles. La cuestión es que no es un ser humano normal, sino una persona que por una razón que él desconoce es inmortal, de hecho lleva ya catorce mil años sobre la faz de la tierra, desde la época de las cavernas. Sus amigos no le creen. Y en eso consiste la película, en una disquisición sobre si es verdad o se trata de una broma.

La clave de “The man from Earth” es entenderla como una película sobre la duda razonable, sobre cómo demostrar o cómo rebatir que ese hombre tiene en verdad catorce mil años, o en cambio no los tiene, sino que se trata de un charlatán. En el fondo recuerda a la anécdota que Carl Sagan relata sobre el dragón rosa en el garage en su libro “El mundo y sus demonios”. Imaginad que un amigo vuestro os dice “tengo un dragón en el garage”. No os lo creéis, váis al garage de vuestro amigo y por supuesto no lo véis. “Sí, pero es que es invisible”, os dice vuestro amigo. “Pues por lo menos lo podré tocar, ¿no?” “Es que es impalpable”. La cuestión es la dificultad para rebatir un hecho, cuando sabemos a ciencia cierta que es falso. Pero, ¿cómo demostrarlo? ¿Cómo llegar a la conclusión de que es falso?
Manuel Sierra
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6
6 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando fui a verla hace ya varios años mi opinión cambió sensiblemente en la semana a continuación. Quizás fuera por el sueño atrasado el día que la vi en el cine, por las angustias motivadas por la oposición, por otras razones relacionadas con el desasosiego existencial, que en ese primer momento no me gustó. Y la razón era la misma por la que odio, tengo que confesarlo, la filosofía oriental. Más bien considero que ni siquiera es filosofía, sino un conjunto de sentencias consideradas como inmutables, como un refranero pero transmutado por una insulsa poética, cuya base es: no preguntes, no formules dudas, sométete a estos dictámenes como leyes universales. Precisamente lo contrario de la filosofía occidental: rebélate, crea nuevos mundos, pregunta, duda, estalla, convulsiona tu existencia, reflexiona, nunca des por hecho. De algún modo, la película de Terrence Malick me pareció lo primero: esto es la vida. Sin embargo, la ambición de Malick es demasiado grande para reducirse a eso, tremenda, su esfuerzo es titánico, demasiado grande, explicar la vida como un conjunto de belleza, de suprema belleza, de conflictos, de amarguras, de pasiones, de decepciones. Probablemente se trate de la película que mejor retrata qué significa ser humano o, mejor dicho, qué es la memoria, que en verdad no presenta una estructura lineal, sino rota en fragmentos, descompuesta, a menudo tergiversada. Ésta fue la segunda interpretación que le di: la obra de Malick es un intento de representar la memoria del universo a partir de los recuerdos de unas pocas personas. Mas no me quedé ahí, poco a poco otra tercera interpretación fue abriéndose paso mientras en mi mente surgía la pregunta: ¿Cuál es el sentido de la muerte?, precisamente la pregunta que da pié a la película “El árbol de la vida”. Y de repente, cuando llegas a esto, en cierto modo el conjunto adquiere sentido. De la filosofía oriental ha cambiado drástricamente a la occidental, aún más, retrotrayéndose a los orígenes de ésta, a las obras del teatro griego donde los héroes se hallaban sometidos al capricho de los dioses y su acción regurgitaba en un grito desde el abismo preguntándose por el porqué de todo aquello, cuál era el sentido del mal del mundo, desgañitándose, tratando de rebelarse inútilmente. Quizás el sentido de la tragedia no se encuentre en eso que se ha considerado habitualmente donde una tragedia es una obra en la que los personajes terminan peor de cómo comenzaron, sino que descansa en la sensación de impotencia, en un intento de ebullición por parte del protagonista, que es impedido y constreñido por algo invisible que nos rodea. Y si embargo no nos resignamos, lo siento pero no somos orientales, ésa no es nuestra cultura, ni nuestra naturaleza. ¿Quién lo iba a decir? Dos mil quinientos años más tarde Terrence Malick ha reinventado el teatro griego.

https://sierradisplicente.wordpress.com/
Manuel Sierra
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6
6 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lincoln es todo lo que uno espera del Spielberg de los últimos tiempos. Metraje largo, excelente fotografía y dirección, ensalzamiento de los valores familiares, de los héroes de la patria americana, y sentimentalismo melifluo. El discurso político que entraña a veces es complicado de entender. Hay demasiados debates, demasiados discursos, a veces casi parece una obra de teatro más que una de cine.

A destacar tres cuestiones. Una la curiosidad histórica. Hoy en día los medios informativos, sobre todo aquellos más de izquierdas, demonizan a los repúblicanos y ensalzan a los demócratas. Pero curiosamente en aquel tiempo, precisamente porque eran más piadosos y creían más en Dios, y que este había hecho a todos los hombres iguales, fueron los repúblicanos, y Lincoln entre ellos, los que abolieron la esclavitud mientras los demócratas estaban en contra.

La segunda es una frase, que para mí es la mejor de la película. En el momento de crisis que todo superhéroe tiene, Lincoln pronuncia algo así como: “A veces me pregunto si en verdad hay alguien en el mundo capaz de afrontar la época en la que ha nacido”.

Y finalmente, el actor, Daniel Day-Lewis. Una actuación soberbia. La cuestión es que no sé si me lo parece pero en los últimos tiempos, sobre todo a raiz del Joker de “The Dark Night” interpretado por Heath Ledger, el cine está derivando, se está dando una moda encaminada a buscar guiones en donde los actores puedan lucirse, en donde un actor sea el que principalmente lleve prácticamente todo el peso de la película mostrando todo el caudal de sus artes interpretativas.
Manuel Sierra
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9
6 de enero de 2017
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece una película de Jim Jarmusch, instalado en la lentitud cotidiana, en el respirar por sistema, en la grandilocuencia de lo anodino. Caminamos, dedicamos tiempo a conversaciones triviales, de vez en cuando nos topamos con lo esperpéntico, con la nota disgresora. Porque lo esperpéntico como detalle diferente también forma parte del hábito de la existencia diaria. Uno que pensaba que este discurso era propio y original de Jarmusch, el director de culto independiente por excelencia. Pero ya existía antes, desde los años cincuenta, en la obra de un poeta que francamente en España no conocemos, y que no suele salir en las películas norteamericanas como William Carlos Williams. Paterson es ante todo un homenaje a este autor, a través de la localidad donde habitó, desde un tipo de poesía inspirada en lo que redactó, desde los lugares que le conmovieron y conformaron su ciclo vital. Paterson pertenece a un tipo de cine que no gustará al gran público, muy lento, sin argumentos que den la vuelta, sin explosiones ni dramatizaciones. Sin embargo, dentro de lo lento convence. Te hace recordar: tú que dices que ante todo lo que te gusta es la prosa, existe también la poesía, y no aquella pretenciosa que reivindica fantasías y castillos en el aire, sino anclada en lo verosímil, en lo que ocurre cada día, en la habitual evolución de un mundo desarrollado y confortable. Jim Jarmusch se disfraza de William Carlos Williams, y lo hace tan bien, es tan convincente, en el fondo su arte ha bebido tanto de sus aguas, que resulta una película que no es de Jim Jarmusch pero que parece de Jim Jarmusch.

https://sierradisplicente.wordpress.com/
Manuel Sierra
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10
6 de enero de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ves “El manantial de la doncella” y no te emocionas es que estás podrido por dentro. Película dirigida por Ingmar Bergman en 1960, de trama sencilla, lo que fascina es la manera de describir los hechos, de meterse la cámara en la escena, en blanco y negro pero se puede observar el esplendor de la hierba, las tonalidades de la madera, la prestancia de las pieles, de las vestiduras, de las figuras. Y si fuera poco la capacidad para adentrarse en los sentimientos de los personajes. “El manantial de la doncella” no moderniza, no hace que seres de la edad media en la que está ambientada piensen y divaguen sobre circunstancias actuales. La moral es la que se desarrollaba en aquella época, la manera de pensar la de las gentes de la Suecia del siglo XIV, una trasposición de los dogmas de la fe cristiana, y la dificultad de compaginar la piedad, la inocencia, la bondad, con la naturaleza humana que se muestra compatible con la barbarie, con el salvajismo, con la lujuria descarnada, con la venganza. Llega a ser tan humana, tan íntima, que no es extraño que puedas desear al verla tener a alguien a tu lado a quien agarrarle de la mano.

https://sierradisplicente.wordpress.com/
Manuel Sierra
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