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Críticas de Charlotte Harris
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
7
29 de abril de 2015
29 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo dejaré claro desde el principio: La primera parte de “Pitch Perfect/Dando la nota” me encanto. Disfruté su humor salvaje, alocado, a medio camino entre el humor negro y el vulgar; sus personajes excéntricos, encabezados por ese atípico grupo de amigas y por supuesto sus mash-up personales y totalmente reconocibles, que encandilan a cualquier/a que reconozca sin culpa, el placer que le proporciona la música pop. También ayuda que no tengas complejos a la hora de reconocer que vas al cine a ver comedias y que cuando ves una tan acertada como esta, la disfruta y no tienes reparo de adorarla sin remedio. Si eres de esos, ve al cine, no lo dudes, la segunda parte te va a dar casi lo mismo que te dio la primera. En cambio, si no te gusto la primera parte, no vas a encontrar nada diferente que te vaya a acercar a esta ¿franquicia? Porque como diría Taylor Swift: Haters gonna hate.

La segunda parte comienza con las Bellas, que han arrasado todos los campeonatos universitarios en estos años (2012, 2013, 2014), cantando a capela delante de Obama, con un resultado desastroso. A partir de ese momento, la trama principal de la película se centra en la pérdida de su sonido característico por la influencia del grupo de a capela alemán Das Sound Machine (DSM) Ese es el conflicto, que al igual que en la anterior película, es solo una excusa, para cantar canciones a cada instante y disfrutar de esta camaradería femenina tan atípica como hilarante. Anna Kendricks pierde cierto protagonismo en esta segunda parte al volverse más coral, o al menos lo comparte con Rebel Wilson (Una autentica bestia de la comedia en la anterior película y que aquí nos deja momentos tan diosales como acostumbra) y con una nueva Bella: Hailee Steinfeld, esa chica que tiene su carrera dividida entre el cine de acción (3 días para matar), el Western (Valor de Ley y The Homesman) y la comedia musical (Begin Again). Decir que hay una nueva roba-planos, como ya paso en la anterior película con Fat-Amy, en este caso es una guatemalteca, que deja comentarios mordantes sobre su situación previa, llenos de humor negro y exageración.

Personalmente creo que los mash-up son menos espectaculares que en la anterior (Probablemente las mejores actuaciones sea la primera vez que veamos al grupo alemán y la última, la de la final por parte de Bellas) y se intenta dar un poco más de protagonismo a las composiciones personales de Emily (Hailee Steinfeld) En cambio, se gana en humor, ya que me parece más divertida que la primera, con algunas escenas absolutamente desternillantes.

En definitiva, 115 minutos que se pasan volando y que deja esa sensación que se tiene con las comedias que acusamos de “Placeres culpables. Pitch Perfect 2 es, al igual que la primera, un “Happy Place” al que acudiré irremediablemente en cuanto la vida real se me haga complicada. No hay nada culpable en ello. Solo placer.

NOTA IMPORTANTE: Quedaros en los títulos de crédito, hay actuación y cameo imperdible.
Charlotte Harris
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7
2 de enero de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas de culto que rara vez son comprensibles fuera de su territorio ¿Qué pensaría un sueco al ver “Amanece que no es poco”? ¿Se reiría al escuchar el “¡Alcalde: todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”? Ya os lo digo yo: No. La mayoría de estos diálogos, forman parte de la memoria colectiva del cinéfilo español de bien, no solo son intraducibles, sino incomprensibles. Van directo a un humor personalísimo de cada país, tan propio como su lengua. Por eso, haga lo que haga, no puedo juzgar este clásico francés de los 80’s como lo haría un francés, el cual probablemente haya crecido visualizando esta película cada navidad durante los últimos 30 años. Y aun así me parece una comedia llena de inteligencia, carisma y un humor absurdo y burlesque delicioso.

Para situar Le Pere Noel est un ordure hay que hablar del grupo de teatro Le Splendid, quizás su nombre diga poco, pero este colectivo de actores y actrices llevan regalando las mejores comedias francesas desde los 80: Christian Clavier (Les Profs, Los visitantes, Astérix y Obélix); Michel Blanc (El ejercicio de Poder); Gérard Jugnot (Los chicos del coro); Thierry Lhermite (Quai d’Orsay, La cena de los idiotas) o Josiane Balasko (El Erizo, Un feliz acontecimiento) y que juntos han realizado comedias tan icónicas como: L’An 01 (Doillon, Resnais, Rouch y Gébé, 1973); la trilogía de Les Bronzes (Patrice Laconte 1978, 1979, 2006) o Papy fait de la résistance (Jean-Marie Poiré 1983).

Esta adaptación de una pieza teatral con el mismo nombre (Que traducido al español sería algo así como “Papa Noel es escoria”, título que le valió un boicot por el servicio de transportes parisino) fue dirigida por Jean-Marie Poiré e interpretada por casi la totalidad de la troupe teatral. La primera escena nos muestra el centro neurálgico del consumismo navideño parisino: Las Galerias Lafayettes en plena efervescencia con las compras de última hora antes de la cena de nochebuena, lugar en donde conoceremos a Felix, el Papa Noel que alude el título y que vestido de esta guisa, da publicidad de los bares de Striptease de Pigalle. De ahí nos adentramos en el piso en donde se encuentra la asociación “SOS Détresse amitié” que se encarga de un teléfono de la esperanza, en donde dos voluntarios se disponen a pasar la noche atendiendo las llamadas de pobres desamparados en esta noche tan familiar. Dichos voluntarios serán Thérèse, una trabajadora social sensible y llena de buenas intenciones y Pierre un educadísimo y correcto joven. Ambos que esperaban pasar una cena tranquila, en donde intercambiarse sus regalos y disfrutar de la comida, van asistiendo a como su calma se va interrumpiendo una y otra vez por personajes que normalmente atienden a lo lejos, que son una voz sin rostro perdida en un teléfono, y que cuando esa voz se materializa y las necesidades van más allá de una conversación, nuestros voluntarios se dejan invadir poco a poco por el egoísmo, la ingratitud y con las ansias de espantar lejos los problemas de los demás, que en el fondo, le interesan poco. Y todo esto con un cariño y una ternura hacia unos personajes que nunca son juzgados. Tanto Thérèse y Pierre en su normalidad y sencillez son el ejemplo perfecto e universal de estas fechas, en donde buscamos resarcirnos del individualismo que mostramos durante todo el año y que con inocencia pensamos quitarnos durante el corto periodo que dura la Navidad.

Pero Le Père Nöel est un ordure no solo ha perdurado en el tiempo por su brillante interacción entre la gentileza y el egoísmo, la crueldad y la ternura, su crítica acida a los buenos sentimientos sino por poseer un guion inteligente, hilarante, que carece de tiempos muertos, que golpea sin parar, gags tras gags, replica tras replica y que ha trascendido los límites del cine, instalándose en la memoria colectiva. No en la nuestra, claro, sino en la francesa, que cada país tiene sus ídolos, pero aun así es imposible no sentirse atraído por su forma de ver estas fechas, su humor a destiempo y sus personajes creados por la pluma de unos genios.

Entrada escrita para http://www.cinemaldito.com
Charlotte Harris
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8
20 de julio de 2015
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La salud del cine francés ha sido y es envidiable. Sus autores son mundialmente conocidos, su sello como cine de autor de calidad lleva funcionando décadas, sus festivales son los más esperados del año (Cannes, Clermont Ferrand o Annecy son, simplemente, los tres mejores festivales en su género) incluso actualmente, la distribución de sus películas supone una avalancha en la cartelera española, mientras que aquí, al otro lado de los Pirineos, nos tenemos que conformar con 3 estrenos españoles al año con una distribución en salas irrisoria. Y a pesar de lo bien que ellos, y el resto de países, tratan al cine francés, aún hay autores malditos y olvidados siendo Gremillon (Remordimientos), Rozier (Du côte d’Orouët) y el que nos ocupa, Maurice Pialat (La infancia desnuda) los más flagrantes e incomprensibles.

Antes de pasar al largometraje a la edad de 43, Maurice Pialat realizo 14 cortometrajes, entre los que destaca el relato de la Banlieu parisina de “L’amour existe” un cortometraje documental de una belleza apabullante y un texto exquisito. En 27 años como director, dirigió 11 películas, alejado de la Nouvelle Vague a pesar de ser coetáneo (Desprecia, por ejemplo, el cine de Truffaut al que condenaba de hacer un cine demasiado “Explicativo y narrativo”) Su influencia en el cine francés es más palpable que su popularidad, y su Palma de Oro una de las más polémicas de todas las ediciones. Al montar al escenario y recibir el atronador abucheo del público, increpo con un “Si vosotros no me queréis, sabed que yo no os quiero tampoco” ya que las películas favoritas para llevarse con el galardón eran “El cielo sobre Berlin” (Wenders) y “Ojos Negros” (Mikhalkov). Yves Montand, el presidente del jurado cerro el tema con unas sabias palabras al respecto de “Bajo el sol de Satán” y Pialat: “Hemos considerado que el trabajo que intenta realizar Pialat y que ha conseguido, lleva al cine a otro nivel, a otro escalón. Podemos ser más sensibles a películas un poco más accesibles, un poco más fáciles, pero por suerte existen los Pialat, los Godard, y los Resnais para llevar al cine a otra altura. Me alegro de que nosotros hayamos votado a la unanimidad por él”

Maurice Pialat dirige a los 62 años “Bajo el sol de Satán”, su noveno largometraje, protagonizado por Gerard Depardieu (La tercera de sus cuarta colaboración) y de Sandrine Bonnaire (Segunda colaboración, interpretando aquí a Mouchette, un personaje que tiene bastante similitudes con Suzanne de “A nuestros amores”) es la primera obra de George Bernanos y donde se dan cita su tema: El eterno combate entre el bien y el mal, con unas fronteras siempre difusas entre esas etiquetas. Empezamos conociendo al joven párroco Donissan (Gérard Depardieu) confesando al padre Menou-Segrais (El mismo Pialat) la desesperación que le provoca su trabajo, el cómo acercarse al pecado, al mal a través de sus feligreses, va mermando su fe en Dios y generando incomprensión en la tarea que Dios le ha impuesto, pero también hay en él un sentimiento de culpa, se siente indigno de ser un representante de Dios, sentimientos que deja libres bajo la flagelación y el autocastigo. Tras eso conocemos a Mouchette (Sandrine Bonnaire), joven de 16 años que encadena aventuras con hombres maduros. Personaje inseguro, frágil, al borde del colapso, Mouchette, exige a estos hombres, un compromiso más serio, una demanda constante de atención y cariño, pero en el fondo sabe, que esos hombres solo buscan en ella la diversión, la belleza y la juventud que posee. Personaje destructor y destruido, suicida y asesino, Mouchette es un ser impuro que representa el mal, la tentación y la debilidad y aun así, hay arrepentimiento, hay remordimiento de sus actos que la carcomen por dentro y a los que busca una expiación.
Una vez presentados ambos personajes (todo ello grabado en interior) la película parte directamente para el conflicto religioso, trascendental y crucial que Donissan afrontara en ese camino hacia un pueblo vecino. Con una fotografía que empieza dominada por tonos cálidos (ocres y rojizos) para acabar al final de la noche dominada toda la escena por tonos fríos, glaciales, Donissan establece un camino que recuerda al de Pablo de Tarso, ya que al igual que este, en mitad del camino, se ve sorprendido por una presencia que descontrola su mundo. Esta presencia, que se reconoce abiertamente como el Diablo y que prueba primero su fidelidad a Dios; para luego anunciarle que este le ha reservado un camino especial y despidiéndose concediéndole un preciado Don.

Si a unos de los grandes autores de la literatura francesa del siglo XX, dueño de una lírica y una profundidad religiosa inaudita, le añadimos el talento de Pialat, autor que emociona con una frialdad y austeridad, obtendremos “Bajo el sol de Satan” una película existencialista y densa, sobre el bien y el mal, sobre Dios y Satán, sobre el pecado humano que llevamos heredando desde Adam y Eva. Película que necesita varios visionados, para comprender los dobleces de sus personajes, que posee esa rara capacidad de perpetuar en el recuerdo, por su belleza, por sus diálogos, por esas actuaciones descomunales de Depardieu y Bonnaire, pero también por el debate interior que propone sobre el sentido de la vida, de la fe, de la religión, de todo los que nos rodea.

Entrada escrita para CineMaldito
Charlotte Harris
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8
5 de julio de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos meses, tras el visionado de "Bestias del sur salvaje" me cabreé muchísimo y comencé una cruzada personal en busca de obras que encajasen en mi idea de lo que el cine independiente debería darme. Quizás sin ese cabreo, nunca hubiera visto la obra que nos ocupa: Quiet City de Aaron Katz. En su momento, cuando me adentré en la obra de Katz, me llamo la atención que se comparará a esta película con Antes del amanecer (No son las únicas, otras como Buscando un beso a medianoche o Luke & Brie are on a First Date también podrían dar pie a la comparación) pero tras su visionado, lo único que tienen en común es un punto de partida similar en el fondo, pero es en la forma, donde ambas obras se distancian.

Jamie va a Nueva York a pasar unos días de vacaciones con su amiga Samantha. En el metro buscando la dirección exacta del café donde ha quedado con ella, Jamie le pide ayuda a Charlie, un desconocido con el que se cruza en la desierta estación. A pesar de que Charlie intenta explicar cómo llegar al restaurante, decide acompañarle ya que no tiene nada que hacer.

Y esta es el fondo que se repite en ambas películas: Dos extraños se conocen; se atraen y pasan tiempo juntos como si el mundo se detuviese en ese mismo encuentro, sin importar a donde iban o que tienen que hacer. En cambio el fondo ya difiere de "Antes del amanecer" en esta película la relación es realista, creíble y mucho más cercana a cualquiera de nosotros. Cuando señalo esta obra como realista me refiero a algo que me chirrió en la obra de Linklater: Las charlas filosóficas y tremendamente densas sobre el origen del amor, la vida y la felicidad; seamos claros, si tú conoces a alguien y te viene con esas conversaciones sin conocerlo, huyes.

Jamie y Charlie se atraen, pero a la vez se tratan con cautela y prudencia, quizás ambos invadidos por las dudas “¿Él está siendo simplemente amable?” “¿Ella está conmigo solo porque no tiene a dónde ir?”, o tal vez, sencillamente porque ambos tienen sentimientos hacia otras personas. A pesar de esta barrera autoimpuesta que les reprime parcialmente, somos participes de su complicidad y atracción, aunque al igual que en "Lost in translation" no necesitamos que se diga algo para saber lo que está pasando entre esos dos desconocidos.

Una historia sin muchas aspiraciones, más que la de contar una historia de amor. Ya cada uno encontrará el romanticismo donde quiera, quizás al final o quizás durante toda la película, en esas conversaciones banales, personales y absurda o en esas cosas cotidianas, que son, en definitiva las que nos acaban conquistando de la otra persona.

Crítica originalmente escrita para http://www.cinemaldito.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlotte Harris
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3
16 de mayo de 2011
52 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que desde hacia mucho tiempo no salia tan cabreada del cine.
Tenia muchas esperanzas puestas: Terence Malick, Brad Pitt y Sean Penn. Poco más que añadir. Vacas sagradas de Hollywood, por méritos más que contrastados.
En un ejercicio de pedantería y grandilocuencia como, por suerte, pocas veces se había visto, el señor Malick nos cuenta la creación del mundo, pero desde lo más ínfimo hasta el final. Imágenes preciosas, maravillosas, tranquilizadoras, sacadas de un "Best Of" del National Geographic y acompañada por una música espectacular ¿El Problema? Esto dura 25 minutos (Me gustaría exagerar, pero no lo hago, son 25 minutos con imágenes del espacio, planetas, estrellas, agua, medusas y hasta dinosaurios)
Si aun tienes fuerzas, te encontraras con una segunda parte de la película, mucho más terrenal, donde Terence saca el talento que todos sabemos que tiene. Un retrato suave y pausado, donde las voces en Off nos desnudan lo que los personajes no son capaces de decir o hacer. Los trazos del padre que subyuga a hijos y mujer da por momentos ganas de perdonarle lo anterior.
Pero no puedes. Porque Terence quiere hacer algo GRANDE, ENORME, MAGNÁNIMO, y por desgracia, esas ansias, acaban envenenando esa parte de la que podría haber salido algo interesante.
Y acaba la película, y el "Poema a la vida y a la muerte" que quería hacerte el Señor Malick, se parece más a un Poema Dadaista que a uno de Becquer.
Por supuesto, no esconderé que la fotografía es espectacular, de lo mejor que he visto en mucho tiempo. Pero no hay nada más.
Brad Pitt esta tan acertado como siempre y Jessica Chastain perfecta en su papel de madre cariñosa y sufrida, la cámara la adora, y sale resplandeciente y llena de vida durante todo el film. Y para Sean Penn dejo el Spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlotte Harris
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