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Críticas de lourdes lulu lou
Críticas 1.501
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
21 de diciembre de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matar y contar, su especialidad.

Puede que sea culpa mía, pero esperaba más acción y menos explicación psicológica, más movimiento presente y menos regresión al pasado, más vitalidad letal y menos currículum de los actos realizados; incluso parece poco estimulante, e incluso en ocasiones ridículo y obtuso, el por qué de decisiones y búsquedas que no acaban de encajar con esa altura que, al final se acopla de forma poética pero que, supongo, como buen panorama autista, es difícil de admitir en todo su entramado de corazón rígido y cabeza fría, dada su distancia emotiva para expresar y ser aceptado por el público.
Porque aprendió bien la lección, “eres distinto, y lo distinto asusta a la gente”, de ahí su aislamiento, protección y desconfianza ante cualquiera que se le acerque; pero este áspero, pulcro, conciso, meticuloso contador allá una pieza distinta en su último puzzle a confeccionar, esa que le hará alterar su patrón y rumbo cronometrado; saltarse su rutina ya es un logro, de escaso aliciente para el espectador, la verdad, que se refleja en esa tímida mueca labial, que altera su inexpresividad perpetua.
Es extraña, en sintonía al singular personaje que retrata, aún así sería poco sincero decir que se disfruta plenamente/sería poco verdadero decir que desilusiona completamente; un acicate incómodo, poco manejable, de dificultoso deleite y asunción interrogante.
La atención se distrae, de eso no hay duda, aunque tampoco le entregas tu interés completo, sin ese pero retroactivo que echarle en cara; es un artístico baile -muchas otras veces representado- de similitud acoplada -convincente a medias- una vez se finaliza el trabajo y cada cual tiene lo dado; en caso del protagonista esa calma y control de terminar lo empezado y descansar una mente, que sólo él sabe cómo se maneja.
Ben Affleck, juzgado como actor/elogiado como director para un individuo de enormes carencias afectivas, maniático genio de las matemáticas, estricto y violento por herencia educativa, antisocial por represión sufrida, lo cual me lleva al interrogado debate de si gustó o algo menos, por el cual me estoy decantando hacia lo segundo; un acertado guión, o que peca de cierto convencionalismo, para un personaje gélido, tirante y nulo comunicador, de brazos letales y pulgar firme para apretar el gatillo, que aspira a ser revulsivo y ansiar tu logro aplaudido.
Mucho drama familiar, algo de humor negro y conversaciones de oficina, más ese thriller anómalo por el tirador que lo lleva a cabo; intenta dar la sorpresa y aglutinar una pizca de todo a través de estereotipos, del cual el ejecutador contable pretende salirse con su falta de empatía y carencia sensitiva hacia los demás, lo cual no deja de ser otro estereotipo, dada la última moda de asesinos fríos y sin escrúpulos, por enfermedad discordante y recurrente.
“Rayman”, en versión más pacifista, contaba palillos y cartas, Sheldon, “The big bang theory”, tiene como modelo a Spock, para llevar una vida al margen de las emociones; Christina Wolff parece juntar a ambos, con su inteligencia suprema y carencia de afinidad humana, sólo que aquí Spock es un duro e intransigente padre militar, que perfeccionará su distanciamiento y resguardo de la sociedad envolvente.
Es entretenida, aunque tampoco tanto; no acaba de cuajar lo que Gavin O’Connor quiere ofrecer y vender, más bien parece un modelo clásico de pistolero a sueldo, con identidad oculta, que se vale de su toque rarito para ser más original y exclusivo; “¿le gustan los acertijos?”, sí, distraen y hacen reflexionar, pero aquí no hay tal iniciativa curiosa, se deja ver, sin llegar a remate de ser única en su contenido, realización y acabado.
Mucho síndrome de Asperger, como nota alterante y seductora, pero su ojeo es banal, pasajero, no convence en demasía.
La diferencia, como excusa para la violencia; no es novedoso y el retrato confeccionado no sabe captar, ni intrigar a su audiencia; “Tengo que finalizar el trabajo”, es lo que hace, poco más.

Lo mejor; la acción y humor de su tramo final.
Lo peor; la cháchara previa para encajar las piezas.
Nota 5,9
interpretación 6 guión 6 fotografía 5,5 música 6,5 realización 6 montaje 5,5

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lourdes lulu lou
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5
17 de diciembre de 2016
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insuficiente, dada la proeza.

Clint Eastwood, ¿no podías haber hecho una cinta más interesante?, ¿no había material, en ese libro del que partes, para una película más plena, grata, apetecible y estimulante?; porque la sensación de corrección en los hechos/pobreza en el sentimiento despertado, no deja de rondar en el ambiente.
“Hicimos nuestro trabajo”, y Eastwood parece limitarse a hacer con simpleza el suyo, en un rodaje informativo que se olvida del alma, de la emoción, del suspense, de la plenitud aventurera, de un excepcional e inolvidable aterrizaje como éste.
Un capitán abrumado, acosado, sobrepasado y cuestionado por todas bandas, por esa investigación posterior que se llevo a cabo, en ello se centra toda la cinta, sin enigma o misterio que persuada a la audiencia; el debate gira sobre si fue acertada la decisión, o fue una errónea salida que salió bien, para alivio de todos los participantes, pero es ofrecida sin energía o motivación que seduzcan.
Remordimientos, dudas y pesadillas agobian a este experimentado capitán, que tiene la atención del mundo entero sobre sus hombros; héroe o fraude, valiente o temerario, experto o imprudente, es el factor humano el que no entra en consideración, cuando los datos se introducen en ese simulador que reproduce las circunstancias del vuelo, pero se olvida del desconcierto, del temor, del pánico y del escaso tiempo en el que proporcionar una respuesta rápida, solvente y la más acertada, dadas las inesperadas circunstancias.
“Tenté a la suerte” y salió bien, todos lo sabemos, pues se conocen de sobra los hechos, de modo que la narrativa se centra en ese perfilado análisis de los detalles, de cada reacción y decisión tomada, en cada segundo, por los responsables de la aeronave, más esa ola aduladora y agobiante que se cierna alrededor del capitán y cómo perturba su tranquilidad, al hallarse perdido entre tanta multitud atenta.
Pero la verdad no hay pasión, atractivo o aceleración que te coja de la mano, incluso los saltos temporales al pasado parecen más, un relleno de minutos, que un aporte nutritivo, válido y sugestivo; no hay drama que afiance ese patriótico orgullo americano, que Eastwood suele imprimir en sus trabajos; es una verídica hazaña, ideal para ser impactante, intensa y admirable y únicamente Tom Hanks luce, al lograr esa cercanía y humanidad entrañable de quien hizo su trabajo con cálculo, destreza y coraje, de ese asumido riesgo que entraña estar a los mandos.
Solidez que transmite poco, excepto ese protocolo de análisis, de los pormenores, a un serio y dedicado capitán que desconfía hasta de si mismo; como he mencionado antes, es labor magnífica de Hanks la volátil afinidad que sientes, hacia este apagado y formal relato.
“Una demora es mejor que un desastre”, ir de sobra es mejor que no llegar y quedarse corto y aquí, como paradójica a los hechos narrados, el motor de la cinta hace aguas, pierde propulsión y no llega a destino esperado por su clientela; su viaje está falto de aliciente, insuficiente, dada la proeza.

Lo mejor; Tom Hanks,
Lo peor; muy recta y estéril, para ser una hazaña tan espectacular y llamativa.
Nota 5,7
interpretación 6,5 guión 6 fotografía 5 música 5 realización 6,5 montaje 5,5

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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5
12 de diciembre de 2016
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El “inferno” ya no es lo que era, ha perdido potencia.

Es un rompecabezas y, como tal, sólo cabe seguir sus pistas y dar en el blanco.
El acertijo parte de la inhumanidad de la humanidad, de ese cáncer en que se ha convertido el ser humano para si mismo; hay que reducir población drásticamente y únicamente cabe hacerlo por la fuerza pues, “nada cambia el comportamiento de la gente como el dolor” así que dejémonos de tanta cháchara y pasemos a la acción.
Tom Hanks está oportuno y su confusión de inicio es lo bastante acertada, como para indagar con gusto sobre ella, percepción que se desvanece conforme se avanza; “sufran pecadores, paguen por sus pecados”, maldición impuesta por el cual “buscar y encontrar”, será el forzoso trabajo de este pródigo protagonista.
Dante y su infierno, con su belleza y alma, y el amor rondando a su recuerdo; una teoría convincente, proveniente de un psicópata retórico con mucho éxito entre sus fans, dispuestos a todo por el nuevo alumbrado y su profecía, más los que buscan dinero, más los que buscan su propio beneficio, más los preocupados por la salud mundial, más ese héroe de olvidadizo cerebro, clave de todo el entramado.
Entretiene, con más mérito en su primera parte pues, a partir del destape total de máscaras, la resolución y sus pasos pierden cierto atractivo y convicción, de intensa mirada.
De nuevo Dan Brown como referencia, y la colaboración entendida de Ron Howard y Hanks aunque, aún cubriendo con corrección los diferentes niveles de misterio y enigma, ésta no posee tanta fuerza y carisma como sus predecesoras.
Un thriller de ritmo trepidante, en artísticos escenarios de enorme belleza, pero la trama ya no posee el oscuro encanto poético del santo grial, o los enredos ocultos de la retorcida iglesia católica.
Todo encaja como un pie a su zapato, incluso es tal la rapidez de desenredo y escape, que se puede llegar a cuestionar su crédito; muy mecánica, con ausencia de propósito para recrear una esencia firme y vigorosa; puede que esta tercera entrega ya estuviera de más, no porque no contribuya a pasatiempo ligero, de suspense automático, sino porque cuando se elabora una cinta, de manera autómata y estéril, es indicativo de cansancio y aburrimiento en dicho trabajo repetitivo.
La primera “El código Da Vinci” fue una revolución -mucho menos para quien acudió tras haber leído previamente el libro-, “Ángeles y demonios” siguió con misma altura la secuencia, ésta supone toda una bajada de escalafón, advertencia de que ya hemos abusado de la franquicia.
Esta vez acudí sin noción previa en letra impresa, hecho que juzgué sería una ventaja, al no haber comparativa exigente por mi parte y, aún así, la noción de dejarla correr, sin más, no se me iba de la cabeza; rodar de memoria, actuar sin esfuerzo y la penosa química de los protagonistas rematan una visión cómoda, nada estimulante, que ocupa tiempo; se puede ver/se puede obviar, y en ambos casos quedarás igual, pues al olvido pasará.
Ni siquiera dan ganas de informarse de ¡Dante y su obra!
“El día del renacimiento”, se halla en horas bajas.

Lo mejor; la expectativa al elegirla.
Lo peor; tu opinión tras verla.
Nota 5,4
interpretación 5,5 guión 5,5 realización 5,5 música 5 fotografía 6 montaje 5

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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6
11 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El placer y la crueldad de conocer a un genio.

Y justo cuando empezaba a mover los pies, al son de la música, ésta cesó, sin posibilidad de vuelta.
Eran Tom y Max, Wolfe y Perkins, en esa especial amistad entre editor y escritor, que se forja desde ese primer e hipnotizador encuentro que les atrapa y engatusa irremediablemente; uno introvertido, pausado, callado, ordenado/el otro extravagante, dicharachero, exuberante, impulsivo, encaje que dio su literario fruto, de manera espléndida y gustosa.
Una maravillosa fotografía de gran elegancia, encanto y añoranza, en ese apagado grisáceo, culminado con leve color atenuado, para atestiguar a los personajes y atenuar todo lo que les rodea, que no sea su colaborativa relación, de días y obsesivas horas.
Son sus actores y honesta actuación las que aportan ese aliciente devorador, del que carece el argumento, es la mirada la nutrida y beneficiada dejando de lado, a menor escala, ese ojeo por sus individuos y nacida convivencia; un biopic sobre el más respetado editor y su descubrido escritor, cuya confianza y compañerismo lleva a tratarle como un estimado hijo.
Colin Firth y Jude Law, mano a mano, de forma excepcional en su dueto compartido, más secundarios de lujo, para una cinta de técnica loable pero pasión inexistente; no fluye el intercambio de sentimientos atractivos o intimistas hacia ellos, únicamente una visión lujosa en su cara externa, pero sin corazón latente, que alimente en sus entrañas.
“Mi trabajo es poner buenos libros en manos de los lectores”, y el relato apetece, es sabrosa la idea de lectura y conexión con el texto, pero sólo se produce a medias, pues el espíritu de la letra impresa, no obra la magia de convertirse en engullido placer por lo exhibido.
Un interés inicial que se desea mantener, pero que es harto difícil permanezca sólido e intacto durante toda la velada, el escritor crea/el editor moldea/el espectador observa sin emocionarse o enamorarse por ella; tal vez era pedir demasiado y sea suficiente con saber de la compartida estrechez entre ambos pero, no se, tan escaso rendimiento ni satisface, ni convence.
Una película más, correcta, para dos individuos únicos y excepcionales, parece que lo justo hubiera sido una cinta más memorable, sentida y estimada, no únicamente cumplir con estar, relegando el ser al olvido inmediato.
Leyó su obra y ya no pudo parar, hasta que el vaticinado silencio hizo presencia y sus palabras dejaron de apabullar..., ¡cómo no echarle de menos!, si iluminaba la oscuridad para, a continuación, ennegrecer el sol del día cuando se terciaba; pura ofuscación, de incesante inventiva magnífica.
Ensimismado por su inacabable locura, su atrapada devoción por la persona, por siempre quedó huérfana.

Lo mejor; el grupo de actores.
Lo peor; apenas tiene alma.
Nota 6,3
interpretación 6,5 guión 6 fotografía 7 música 6,5 realización 6 montaje 6

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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6
10 de diciembre de 2016
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La amada belleza de la herida.

Primero sabemos de Nico, luego de Isabel, para acabar con Isabel y Nico combinados; él vitalista/ella quemada, ambos juntos/ambos supervivientes, ausentes por separado -descansando de lo que sea que les pase-, presentes con coraje y valentía, al estar acoplados y unidos.
Un guión natural, cercano, sensible y convincente para dos opuestos heridos personajes, que al encontrarse, hallan la fuerza de una energía que les impulsa y fortalece; una inofensiva “quedada a primera vista” y ya están perdidos, sus miradas se han cruzado, sus voces intercalado.
¿Qué significa estar vivo?, ¿qué engloba vivir, y no simplemente sobrevivir?, ¿no desfilar por el mundo, sino ser partícipe del regalo concedido?, pero ¿se vive cómo se quiere o cómo se puede?, ¿hay elección?, ¿hay alternativa?
Difícil soltarse cuando se ha estado tanto tiempo solo, arduo seguir a quien no se deja conocer, a quien se encierra, a quien no permite acceder a su interior más sensible y complejo; pero hay espacio para la esperanza, para la felicidad, tan fugaz como imprevista, tan querida como asustadiza, esa gloriosa paz, de silencio protector, cuando la mano del otro te sostiene y sus brazos te contienen, un envolvente cálido mar cuyas olas aportan frescura, alegría y un renacer a la sonrisa olvidada, de amor profundo.
No hay seguridad, no hay garantías, se convive con la pícara ironía existencial que marca la pausa; el ser humano nada sabe sobre ello, la injusticia reina, no hay cláusulas preventivas, el amor llega, te lanzas y lo aceptas con todo incluido, sea lo que sea.
Sencilla pero muy sentida, tranquila pero estimulante, pues te brindas con generosidad gustosa a saber de ellos, a explorar en su pasado, a percibir su contacto, a descubrir su trayecto, a disfrutar serenamente de ser testigo de sus vidas, uno a uno o acoplados.
Atípico romance mexicano de quien parte del miedo a la vida, para aferrarse a ese sólido enamoramiento, que desdobla y derrumba toda la fortaleza afectiva construida; la carga desagradable y desafortunada del semejante llena las escenas, hechos adversos en lugar de circunstancias bonitas y favorables, para afianzar ese férreo nexo establecido, ese vínculo que se desliza entre el amor y la muerte, que los remueve y tantea, para hacer incómoda toda presencia observadora y hacer que trabajes esa complicidad, poco accesible, pero gratificante si se reflexiona sobre ella.
La soledad y el acompañamiento, ambos necesarios/ambos parte de la misma moneda, esconderse/buscar, aislarse/necesitar, todo entra en la misma partida, en esa carrera por la cual, mientras se está vivo se sufre, se llora, se lucha, se ríe, se ama, se tiene presencia para afrontar el ahora.
Vivaz tragedia que se consume con honestidad dramática, para una energética pasión que sabe dónde encontrarse y qué hacer con el otro para sanar de sus heridas y afrontar, con aptitud esperanzadora, las dificultades que están por llegar.
Lúcida, pausada, dura, diferente, sobriedad veraz para una realidad nuestra, que deja las florituras rosas de adorno y se centra en la amargura del dolor, de la pena, de las dificultades y los sinsabores, que de ello se desprende.
Un paso adelante/otro tanto de retroceso, para volver a marchar y hacer planes, quién sabe qué vendrá, qué pasará, quién sobrevivirá y a qué lo hará; Katina Medina Mora rueda, con agresividad sensitiva y doliente, un frágil relato sobre la resistencia, el ánimo, la fuerza y la revelación del sentimiento actual, tal y como éste se conceda.
“Nadie quiere ésto.... Quédate, no te vayas....Sabrás que hacer conmigo”, quererme, ¡sin más!

Lo mejor; no es la típica película romántica, es mejor.
Lo peor; que no la aprecies por ello.
Nota 6,2
interpretación 6,5 guión 6,5 fotografía 6,5 música 5 realización 6,5 montaje 6,5

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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