Ha pasado por fin. Los fans de la trilogía Reina Roja—en realidad una pentalogía—hemos visto cumplido nuestro deseo de ver a Jon Gutiérrez y Antonia Scott en acción dentro de la pequeña pantalla.

He de admitir que me considero un erudito de la obra completa de Juan Gómez Jurado. Disfruté mucho sus primeras novelas con ecos de Dan Brown “Contrato con Dios” y “El espía de Dios”, Simon Sax —protagonista de Cicatriz—es posiblemente uno de los personajes más redondos que ha diseñado autor, considero a “El Paciente” un thriller cautivador y adictivo, “El emblema del traidor” podría ser un complemento idóneo a la maravillosa serie alemana “Babylon Berlín” y “La leyenda del ladrón” es su obra maestra indiscutible hasta la fecha. En el terreno de la literatura, Juan Gómez Jurado se ha labrado un nombre a base de grandes aciertos—si bien es cierto que en sus últimas obras ha pecado de cierta autocomplacencia—, pero el terreno de la ficción audiovisual es muy distinto al de la palabra escrita. Se trata de dos lenguajes diferentes con sus propias arquitecturas.

No es casualidad que el proyecto de adaptar el “Juradoverso” a la pequeña pantalla arranque con Reina Roja. Esta obra no es objetivamente la mejor del autor, sino la más famosa. Haciendo un símil cinematográfico, Reina Roja es a Juan Gómez Jurado lo que el “El Gran Lebowski” es a los hermanos Coen. Había que empezar por alguna parte y lo más lógico a nivel comercial era comenzar por el producto más exitoso de todos. Al final todo este tinglado va de hacer caja, el arte es algo secundario.

El autor es muy conocido por ser una enciclopedia andante de cine, cómics, series, libros y un larguísimo etcétera. Sus textos están plagados de referencias a la cultura pop —desde Doraemon hasta Marvel—, si uno lee con detenimiento la pentalogía se dará cuenta de que está ideada como un cruce entre una obra literaria y un guion cinematográfico. A la hora de describir a ciertos personajes, Jurado hace símiles con actores famosos. Por ejemplo: El agente del FBI que aparece en “Cicatriz” es descrito con la apariencia de Jaime Fox y el villano de la saga Reina Roja es descrito con la apariencia del actor Ewan Mcgregor. Con esto quiero decir que la adaptación a la pequeña o gran pantalla era en cierto modo inevitable. Los lectores fantaseábamos con la adaptación de los libros y cuando supimos que Hovik Keuchkerian y Victoria luengo encarnarían a Jon Gutiérrez y Antonia Scott estábamos eufóricos.

¿Qué ocurrió al final?

Que por suerte o por desgracia, nuestro deseo se hizo realidad.

A partir de este instante hablaré como un espectador de la serie y no como un erudito del autor para evitar que se me tache de friki pata negra descontento con el mundo.

Antes señalé que lo que funciona en el mundo literario no siempre funciona en el mundo de la pequeña o gran pantalla. La adaptación de Reina Roja es un buen ejemplo de ello.

No es desastrosa, de hecho, es entretenida y se ve que los actores se han entregado en cuerpo y alma a la hora de encarnar a estos míticos personajes. Pero tampoco se puede decir que es una buena ficción.

Aquí hay problemas graves de tono y de ritmo. Amazon Prime se ha gastado los cuartos para llevar este proyecto a cabo, y como señalé antes, esto va de hacer caja. Es menester que esta adaptación llegue al máximo número de espectadores posibles y la única forma de gustar a todo el mundo es rebajar el tono de oscuridad de las tramas e inflar los momentos de comedia. Es cierto que las novelas ostentan toques de comedia, pero están suministrados con cuentagotas y de forma muy puntual dotando de ironía e ingenio a los diálogos de los personajes. En esta adaptación, muchos diálogos se ven poco naturales o forzados, lo que genera una ruptura del tono que lastra el visionado.

En cuanto al ritmo, da la sensación de que la serie está realizada en modo Clímax constante. Mientras que en los libros, Juan Gómez Jurado aprieta pero no ahoga, en la adaptación a la pequeña pantalla Koldo Serra y Amaya Muruzabal aprietan al espectador hasta la asfixia. La serie consta de siete capítulos y un servidor no deja de pensar que el número ideal hubiese sido de diez capítulos. Esos tres capítulos extra habrían servido como valles perfectos para dar un respiro al espectador y profundizar un poco más en la psique de Jon y Antonia.
En cuanto a los actores secundarios, he de decir que en el mejor de los casos están correctos. No hay actuaciones especialmente destacables más allá de los dos protagonistas —que tienen ya sus tablas y que coincidieron en la magistral “Antidisturbios”—, quizás el único que salva los muebles sea Álex Brendëmul en el papel de Mentor y Nacho Fresneda solo a ratos.

Para ir concluyendo;

Reina Roja es un producto que funciona a medias, contentará a todo el mundo, pero pasados unos días nadie la recordará. Es entretenida, sus ecos del “Hannibal” de Bryan Fuller son curiosos, los protagonistas hacen un buen trabajo y en síntesis se deja ver.

Y en cuanto a los fans de los libros… bueno…

Nuestro deseo se hizo realidad.

A veces esas cosas pasan.

El cine del siglo XXI no se verá en las grandes salas de proyección, ni en los videoclubs, sino en la televisión. Las cadenas como la HBO, la FOx y otras muchas serán las grandes productoras.

Alan Ball, David Shore, J.J Abrams o Vince Guilligan (creador de esta magnífica serie que lleva por título Breaking Bad) serán los nuevos Spielberg, Tarantino, Scorsese y Coppola.

Brian Cranston, Terry O`Quinn, Hugh Laurie o Anna Paquin serán los nuevos Robert De Niro, Sean penn, Al Paccino y Marilyn Monroe.

Y lo mejor de todo, el cine del siglo XXI tendrá una calidad infinitamente mejor que cualquier superproducción hollywoodiense que se haya realizado, mejor que cualquier película de gángsters (con perdón de "El Padrino") y con más gancho que cualquier campaña de marketing para promocionar una película.

Este movimiento se está consolidando y dándose a conocer con grandes obras maestras como la serie que aquí estoy comentando: Breaking Bad.

Walter White, un profesor de química con mucho talento pero con muy mala suerte en la vida, tiene un hijo con parálisis cerebral, su mujer está embarazada de su segundo hijo, para poder llegar a fin de mes ha de tener otro trabajo adicional limpiando los coches de sus desagradecidos alumnos, todo el mundo piensa que es un buenazo pero a la vez un pringado y para colmo le han diagnosticado un cáncer en los pulmones y que le matará en pocos años.

Tras recibir esta última noticia y a partir de ese momento Walter se aliará con Jesee (excelente Aaron Paul), un antiguo alumno suyo que se dedica a la fabricación y al tráfico de droga cristal, ofreciéndole una alianza en la que walter fabricará droga purísima a cambio de un porcentaje de los beneficios para poder mantener a su familia y acumular el suficiente dinero para que su familia pueda vivir bien tras su muerte.

A partir de esta premisa se desata una ola de acontecimientos con dramáticas consecuencias para ámbos.


La gran virtud que ha dado Vince Guilligan (Creador) es dotar a la serie de un ritmo digno de una ópera, no decae nunca, siempre va en aumento mezclado con un humor negrísimo que en ocasiones puede recordar al estilo de Todd Solondz pero sin llegar a propasarse manteniendo un sabio equilibrio con la craga dramática.

Mención aparte requiere la interpretación de Brian Cranston que es sencillamente : MAGISTRAL.
Digna del mejor de los premios a una interpretación.


Lo mejor: TODO.

Lo peor: Que haya gente que considere que es una serie del montón.

Ésta película es un insulto a Lovecraft y a todo el transfondo de deidaes que creó, algunos llaman a ésto originalidad, yo lo llamo basura y la basura se queda en el cubo de basura, no se cobra por ir al cine a ver ésta demencialidad que el único futuro que tiene es desaparecer.

Me compadezco de Lovecraft, creo que hubiese preferido que le hubiesen escupido en la cara.

Normalmente suelo mantener una actitud sosegada a la hora de compartir mis impresiones en esta página sobre alguna producción cinematográfica o televisiva que haya captado mi interés —para bien o para mal—, pero esta vez me veo en la obligación moral de perder un poco los papeles y soltar lo que llevo dentro.

Netflix es uno de los mayores asesinos del séptimo arte que he visto en mi vida. Ya no se conforma con crear toneladas de contenido audiovisual basura forjado en base a los cánones de la agenda política y buenista de turno, ni de prostituir el estilo y el buen hacer de cineastas de renombre como Scorsese o Fincher. Es que ahora, para más inri, se dedica a corromper las obras maestras de cineastas legendarios como H.G Clouzot y William Friedkin.

Hace falta ser sinvergüenzas. Y encima se creerán que con esta bazofia de refrito/remake/reboot le están haciendo un favor a alguien.

Me niego a efectuar análisis alguno sobre esta cosa. Considero que las películas y las series —ya sean de mayor o menor calidad—, merecen su análisis. Los escupitajos a la cara de grandes obras y grandes maestros no merecen nada más que una respuesta que esté a su misma altura.

Y esa respuesta es: BAZOFIA.

Me sorprende que series como "Héroes" hayan podido permanecer en antena tanto tiempo y con tantas temporadas aún cuando la calidad descendió bruscamente hasta llegar a los límites de lo absurdo. Pero lo que más me sorprende es que series tan geniales como Carnivále no tengan más temporadas porque no tenían suficiente dinero para sufragarla aún cuando la calidad es inmejorable.

Carnivále es una delicia, una serie redonda, perfectamente ambientada (jamás había visto una ambientación tan lograda, nisiquiera en grandes superproducciones cinematográficas), con unas actuaciones que rozan la perfección (mención especial a Michael J Anderson que hace un personaje antológico), la fotografía es inmejorable, la dirección es sublime en todos los episodios y el broche de oro: El Guión.

Es muy posible que Carnivále sea una de las pocas y últimas series que rindan culto a la gran calidad de los guiones, no consiste en un guión con una estructura pretenciosa similar a la de "Lost", el guión engancha desde el principio pero todo lo que se abre se cierra y se cierra de forma magistral dando una respuesta coherente (aún cuando la trama principal es en sí fantasiosa; la eterna lucha entre el bien y el mal) y dejando un gran sabor de boca para el público más exigente.

En cuanto al estilo se puede observar que Daniel Knauff (creador) ha tomado muchas referencias de "La parada de los monstruos" y del estilo de David Lynch, de éste último sobretodo ha bebido de las fuentes de "Twin Peaks" y de forma muy aguda ha conseguido crear una atmósfera tan tétrica o incluso más que la obra de Lynch pero sin recurrir a un surrealismo estremadamente perturbador e indescriptible.

Si pudiese poner una vez en mi vida una nota superior a un 10 en una serie de televisión sería sin ninguna duda a Carnivále, la perfección hecha serie.

Lo mejor: TODO.

Lo peor: Que se decida mantener durante más tiempo series que van cada vez a peor y no series de excelente calidad como Carnivále.