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Críticas de Carlos Muñoz Muriedas
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Críticas 21
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
11 de abril de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una lectura que hace el actor Emilio Gutiérrez Caba de una crónica de la época que escribió Antonio Hernández Higuera para el diario "El Norte de Castilla," mientras vemos una foto de los periodistas de este rotativo con Miguel Delibes de director, empieza este curioso documental que nos cuenta cómo afectó el rodaje de "El Cid" a este humilde pueblo vallisoletano llamado Torrelobatón.
A partir de las experiencias de varios habitantes indagamos en la superproducción de Samuel Bronston. Uno de los grandes aciertos que han tenido estos jóvenes realizadores es el hecho de mostrar a la gente en sus tareas cotidianas, así los vemos charlando con toda naturalidad sobre la impresión que les causó Heston por ejemplo o lo que les pagaron. Otro aspecto acertado es el hecho de retratar el pueblo y sus oficios, las mujeres que rezan el rosario, o cierta nostalgia sin caer en la sensiblería cuando se recuerda la gasolinera que había.
Y es que este documental es un perfecto retrato de un pueblo tranquilo, pequeño, de aquellos que cuando los vemos parece que queramos refugiarnos en ellos para volver a ser nosotros mismos.
Aparte de los vecinos, aparecen entre otros el hijo de Charlton Heston, Fraser, que evoca con cariño cómo vivió el rodaje siendo un niño, para ello el documental nos muestra fotos curiosas de él. También aparece Gil Parrondo en una de sus últimas apariciones, Andrea Bronston, la hija del productor, o Jesús García de Dueñas autor de "El Imperio Bronston".
Buen sabor de boca deja este humilde documental sobre una película de cuando el cine se vivía de otra manera, con más pasión, con más alegría y devoción, tal vez sea un cine que como el pueblo de Torrelobatón tengamos que recurrir de vez en cuando para alejarnos de la mediocridad del cine actual.
Carlos Muñoz Muriedas
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8
11 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconocía la existencia de esta película, un día la vi tirada en una tienda dentro de un "container" a 1 euro. A pesar de no saber nada de ella y de que la información obtenida era para no gastarse ni siquiera ese precio, decidí cogerla.
El visionado fue sorprendente, eso sí, que no te cuenten mucho de ella porque te la destriparían bastante. Simplemente, me limitaré a decir que es un perfecto retrato de la soledad y decadencia de un personaje, y que en muchos momentos te provocará carcajadas, en otros vivirás una intensificación dramática bastante fuerte e incluso el terror no faltará.
Excelente José Lifante, actor secundario que nunca ha parado de trabajar. Dale una oportunidad a la película
Carlos Muñoz Muriedas
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7
26 de enero de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante recreación biográfica de Josep Mir Rocafort, conocido como Fassman. A partir de una ficción en la que tendrá que averiguar quién le está escribiendo un anónimo amenazante, nos adentramos en una hora y media llena de misterio e intriga en la que podremos ahondar en la vida de este famoso y misterioso mentalista e hipnólogo de fama internacional.
La dirección de Joaquín Oristrell es habilidosa al insertar flashbacks sobre detalles de su vida y conseguir que la película no decaiga. Juanjo Puigcorbé está muy convincente en su papel consiguiendo que las clases del profesor resulten bastante conseguidas e interesantes de ver y seguir.
Hay además una buena utilización de la música de Saint Saens a lo largo de la película. vale la pena verla para conocer al personaje pues al finalizar seguro que tendremos curiosidad para saber más de él. El telefilm está muy por encima de la media de este tipo de productos y eso se nota en el trabajo del director que escribe también el guión junto con Anna Llauradó.
Carlos Muñoz Muriedas
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8
30 de noviembre de 2015
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una más que curiosa e interesante producción histórica con toques de cine de aventuras. La película se enmarca en la moda setentera de este tipo de producciones, especialmente las británicas. Con guión de Carlos Blanco, uno de los grandes de Cifesa, el proyecto fue rechazado en su momento por José María Forqué. Finalmente se le ofrece a Rovira Beleta que hace un digno trabajo, aunque poco reconocido pues más de una vez se ha podido leer que no era su tipo de cine, incluso en su propia voz.

La película ya de por sí tiene garantías de ser una producción cuidada, ahí está Gil Parrondo, por ejemplo, que hace un excelente trabajo de ambientación artística. Por un lado, vemos una clara distinción entre las dos cortes, la de Castilla más rígida y pobre, y la de Aragón más rica y con más lujo. Y es que esta distinción también se da en los personajes, por una parte en Castilla vemos más maldad, ansia de poder, corrupción.En cambio, Aragón vendría a suponer la modernidad y superación de la Edad Media con valores fraternales. Hay un recurso del zoom bastante bueno para reflejar estas diferencias que es cuando José Calvo pasa por el río fronterizo entre Castilla y Aragón, la cámara se va moviendo de un lado a otro haciendo zooms.

La Isabel adolescente de la película, muy bien interpretada por Maribel Martín, es muy trabajadora, ahí la vemos en el campo sudando y trabajando, llevando el arado ella sola con ese sol que tanto le alumbra. Resulta curiosa ver su forma de vivir como si fueran pordioseros en Castilla, sin apenas medios. Terele Pávez está genial como Reina Madre y sus escenas de locura están llenas de un eficaz dramatismo, incluso hasta resultan violentas de ver. La película se decanta por la versión de que el Infante Alfonso de Castilla fue envenenado, resultan muy emotivas las escenas en que está con Isabel en el campo y también la benevolencia y aire angelical del niño que da vida al personaje que lo hace francamente muy bien. Rovira Beleta no se corta y hasta nos muestra la autopsia que se le hace mostrándonos hasta un corazón, una escena de las más tremendas que ha dado el cine español.

En el papel de Fernando está el actor Juan Ribó, galán adolescente de la época que también borda el papel, le da ese aire de héroe noble que busca la justicia, el personaje encaja bastante bien en las escenas de aventuras, especialmente el duelo que hay al final.

Sorprende que la película estuviera tan mal comercializada y cayera en el olvido, ni siquiera se estrenó en Barcelona. Probablemente era una película arriesgada aun para la época, y es que esta poco tiene que ver con el cine histórico de Cifesa y eso que tiene a Blanco de guionista. La película muestra aspectos que probablemente no encajarían aún en el gran público, ya hemos hecho referencia al envenenamiento del infante Alfonso de Castilla, pero la película aun saca más jugo, por una parte vemos a un Enrique IV (excelente Rodero) en clara relación homosexual con el Marqués de Villena, lo vemos bañándose desnudo con unos enanos mientras va diciendo: ¡Oh rey moro, mi tesoro! Su esposa no lo quiere y tiene relación con el capitán...También destaca José Bódalo en su papel de Arzobispo de Toledo, impagabla la escena mientras no para de comer diciendo que la Iglesia es pobre.

Por otra parte vemos el miedo que da el rey de Granada a quien se le dan todas las mujeres necesarias ya que tiene miedo la corte castellana de que ataque, estamos pues ante una corte corrupta y cobarde, de ahí que sobresalga esta Isabel y sus ideas de querer cambiar todo e imponer justicia. Por cierto, también la vemos desnuda y en unas tórridas escenas de amor que curiosamente no cortó la censura del momento.

Incluso en un año como 1976, el director aprovecha para lanzar un mensaje de fraternidad entre los pueblos españoles en la boca de Isabel ya que dice: Vizcaínos, catalanes, andaluces, todos tan diferentes pero en uno solo, como el sabor de la manzana" Originalmente el guión de Blanco decía "uno solo" pero Rovira Beleta añadió el "en"
En definitiva, una película muy entretenida, pasa muy rápido todo y además cuenta con unas excelentes vistas de Ávila y Toledo ,excelentemente fotografiadas, que hacen aumentar el atractivo de esta. La música de Waldo de los Ríos también le da cierto toque sentimental especial al film en sus escenas más interiores.
Carlos Muñoz Muriedas
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10
26 de noviembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada en el momento de mayor creatividad de Allen, "La rosa púrpura de El Cairo" supone un brillante ejercicio cinematográfico que solo un gran realizador y brillante guionista podría ejecutar. El argumento fácilmente podría derivar en una película disparatada, chabacana y obviamente nada creíble, pero su logro es que desprende una veracidad y combinación de lo cómico y dramático perfectamente calculado.

En primer lugar, Allen mide bien los tiempos, apenas el film llega a los ochenta minutos, con solo la primera escena con ese primer plano expresivo de Mia Farrow viendo el cartel del cine, y luego su situación en el bar donde trabaja y el comportamiento de su marido ya tenemos perfectamente retratado el personaje: una mujer cuya única ilusión es ir al cine para evadirse del mundo infeliz en el que está, y en definitiva de su vida.

En segundo lugar, la película es todo un homenaje al cine, a ese arte del que muchos de nosotros también hacemos uso de él y también para poder "soñar" en muchos casos otra vida y olvidarnos de nuestros problemas.

Pero la película va más allá, lo que en un principio sería una comedia para reírnos incluso a carcajadas se convierte en uno de los retratos y descripciones más pesimistas y amargas de la vida, el de no encontrar hueco y sentido en la vida: el mundo ficticio de "La rosa púrpura de El Cairo" quiere estar en el mundo real y este último en el de ficción. En ningún momento se consigue la felicidad, solo en el cine, y la existencia de Dios queda en entredicho, revelador resulta cuando Farrow intenta explicar sin éxito qué significa el crucifijo en la iglesia.

Por último, otro aspecto a destacar es el aprovechamiento que le da Allen al argumento para desarrollar los conflictos de su profesión como los del guionista con el actor. Resultan divertidas e ingeniosas las frases de los actores mientras su personaje está fuera de la película, así como los comentarios del público, su interacción con ellos y el mundo de los productores, retratado de forma muy irónica y satírica.
Al cine seguiremos huyendo, aunque sepamos que ahí el champán es agua y que el dinero de sus protagonistas apenas sirve para el nuestro. Obra maestra.
Carlos Muñoz Muriedas
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