¿Una película española que trata sobre la muerte y encima con un humor muy sofisticado? ¿Un director español con una sobriedad exquisita y un guión que hable del estigma, de esa especie de letra escarlata que por aquella época, y en hoy en día pero en menor medida, sufren algunas personas y que plantee al espectador un dilema? ¿Una última escena absolutamente maravillosa que retrara de una manera asombrosa la España de los años 60?
Pues si, eso es "El verdugo". Una reflexión, una fina ironía y un relato de la moralidad. Una metáfora de la sociedad contemporánea salpicada de escenas cómicas entremezcladas con algunas que te dejan sin palabras (ese patíbulo).
El binomio Berlanga-Azcona consigue todo eso en un filme realmente accesible a pesar de su temática fúnebre, aunque bien es verdad que hay alguna escena, algún plano alargado en exceso, poca cosa cuando el resultado te deja una mezcla tan rara de amargura y de felicidad por lo que fue, lo que ha sido y lo que es esta sociedad.

A pesar de ser un película de grandes contrastes, momentos casi inabordables, difíciles de olvidar con algun momento de tedio, conversaciones intensas con diálogos fascinantes intercalando esa verborrea pelotuda que tienen los argentinos y que hace que en algun momento te tomes las situaciones casi como un chiste, dos historias de amor, tan bien llevadas, tan sutiles y casi universales mezcladas con intrigas de asesinatos y corrupción política, "El secreto de sus ojos" tiene ese sabor de película elegante y carismática, casi trascendente, con un guión propio del mejor cirujano con escalpelo.
Todo eso va a desembocar en un apoteósico climax final que te sorprenderá y puede que hasta te rompa el corazón a partes iguales, a pesar de sus trampas narrativas, que se olvidan facilmente cuando el resultado es tan satisfactorio, tanto para los espectadores como para los personajes.

Siempre es una buena idea revisionar a Capra, más aún su "Qué bello es vivir", pero en estas fechas navideñas, este clásico entre los clásicos cobra aún más sentido y más fuerza si cabe, celebrando la familia, los amigos y sobre todo, la vida.
Capra, al que siempre he considerado un gran romántico nos regala esta película, entrañable como pocas, de las que se te quedan grabadas y en las que uno acaba creyendo más en las personas. Ese don poca gente lo tiene.
Estoy seguro que Capra, con esta película, consiguió sus alas.

Rememorando la filmografía de Scorsese pocos recuerdan este film, seguramente porque al lado de sus "grandes películas", esta les parece una obra menor, menos ambiciosa y más intimista, con menos calado en la audiencia y en la historia de este arte, pero la historia de Alice es una verdadera joya.
Scorsese solo trata de que enseñarnos como empezar de cero cuando todo te sale mal, como no perder la esperanza y creer en ti mismo, como la gente comete errores y se levanta, y lo hace con tal precisión, con un guión tan elegante, tan trivial en el buen sentido de la palabra, que la historia podría pasarte a ti, o a mi, o a cualquiera.
Pasarán los años y seguirá siendo una de las grandes desconocidas de Scorsese, pero es en las obras menores es donde de verdad los grandes se consagran.

Existen dos formas de ver esta película:
La primera, y creo más interesante, fue verla en el cine, con toda la historia y leyenda que se creó a su alrededor, obra maestra del marketing, y que hicieron de la película la más rentable en la historia del cine.
Yo fui de esos que fue en masa al cine con su legión de amigos del colegio abrumados por tanta crítica excelsa y esa supuesta veracidad de los hechos. Por entonces era un consumidor de películas de miedo y esta prometía ser la panacea, la madre de todas, con una atmósfera agobiante, con una cámara a cuestas, enfocando y desenfocando, con primeros planos insólitos hasta la fecha en las películas del género, con argucias de un novato que bien sabía lo que hacía y que sacaba oro de una premisa escasa.
La segunda forma de verla es años después, sin toda es mercadotecnia y en casa, sabiendo que todo fue una simple película (qué ingenuos éramos) y que, digamos la verdad, hace que pierda un poco de su "encanto". Pero la atmósfera sigue siendo agobiante, la cámara parece que la sigue moviendo un enfermo de parkinson y los actores no se llevarán en su vida ningun premio. Eso si, sigue siendo distinta, sigue siendo la primera de una serie de películas que parecían esconder una historia más profunda detrás que delante de la cámara, sigu siendo igual de siniestra y tensa, sigue dando de qué hablar y sigue dejando al espectador pensando en ese final, claro para unos, mucho más ambiguo para otros, hechizados por todo ese aurea que envuelve a la cinta desde que se empezó a hablar de ella.
La veas como la veas, te guste más o menos, hay cosas que no se pueden negar, y una de ellas, es que "El proyecto de la bruja de Blair" inició una nueva forma de acercarse a las películas de terror, y eso, en un género tan denostado ultimamente, es relamente decir mucho de esta película.