Haz click aquí para copiar la URL
España España · El Puerto de Santa María
Críticas de Jesus Gonzalez
<< 1 2 3 4 10 16 >>
Críticas 79
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
10 de diciembre de 2016
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta qué punto es capaz de afectarnos la ficción? Cuando esta se transforma en almacén de recuerdos; en mensaje envenenado; en síntesis y conclusión de una idea o, por qué no, en el extracto rabioso y pasional de toda una vida, lo que queda de ella o lo que pudo llegar a ser, es capaz de cambiarlo todo.

Animales Nocturnos (2016) es la segunda película del estadounidense Tom Ford, exdirector creativo de Gucci e Yves Saint Laurent, y ahora director de cine. Como en su anterior trabajo, Un Hombre Soltero (2009), Ford adapta la historia de una novela, Tres Noches (1993) de Austin Wright, para crear una película que nos habla, precisamente, sobre la creación como herramienta definitoria del creador.

En Animales Nocturnos conviven tres películas. La primera de ellas nos habla de cómo Susan (Amy Adams) se bebe las noches ensimismada en la lectura de la novela que le ha enviado su exmarido Edward (Jake Gyllenhaal). En la segunda, nos adentramos en esa misma novela para conocer los trágicos hechos en los que se ve envuelto Tony (también Jake Gyllenhaal) al sufrir un violento ataque que involucrará a su familia. La última de ellas, enmarcada en el pasado de Susan y Edward, nos relata ciertas escenas clarificadoras de lo que luego vemos en las dos anteriores.

Estas tres líneas narrativas se complementan a la perfección en pulsos de tremendo poderío, gracias sobre todo al montaje de la película, una perfecta y armoniosa demostración de cómo deben ofrecerse las piezas al espectador para que él mismo se atreva a formar el puzle cuando se narra un thriller de tan denso y metafórico contenido. Por si fuera poco, la excelsa fotografía de la película, de tonos cambiantes entre lo cálido y lo frío según nos situemos en una línea narrativa o en otra, se ve acompañada por la emocionante partitura de Abel Korzeniowski, cuyo tema principal, que abre y cierra el film, nos acompañará, como algunas de sus más punzantes imágenes, más allá de su visionado.

Sin duda, una de las películas del año, por cómo su poso es capaz de afectarnos aún pasados unos días desde su visionado, y por las impresionantes interpretaciones que nos regalan sus protagonistas y secundarios, destacando a un Michael Shannon en auténtico estado de gracia. No se pierdan la oportunidad de adentrarse en esta ficción y en su corrosivo lenguaje, una obra con un fuerte carácter autoral que homenajea el poder de la creatividad y su efecto en el que la ejerce y la recibe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
29 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Olvidemos la guerra por un día” dice Marianne (Marion Cotillard), justo después de que un bombardero alemán se estrelle en el patio trasero de su casa. Olvidémonos de todo menos de nosotros, parece querer decir, en un grito desesperado camuflado por la imperturbabilidad de su bello y frío rostro. El gesto de conformidad de Max (Brad Pitt) deja entrever que, al otro lado del espejo, todo en su interior es caos, pues la única certeza que conocía ha desaparecido, raptada por la duda de que su mujer, su aliada vital, sea en realidad una espía enemiga.

Robert Zemeckis intenta algo prácticamente imposible en Aliados (2016): viajar en el tiempo para trasladarnos al thriller clásico de espías en sus mejores años, los de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca (1942), ciudad que engloba la primera mitad de la cinta. Allí surgirá la alianza romántica y pasional entre Max y Marianne, fingiendo ser marido y mujer para atentar contra un alto cargo alemán sin levantar sospechas. La manera en que Zemeckis aborda el clímax de esta entrega mutua y temeraria, con la cámara trazando círculos alrededor de un coche engullido por una tormenta de arena mientras la pasión se desata en su interior, crea un momento poderoso y bello que, por instantes, alcanza las cotas de romanticismo de antaño.

No será el único momento con tales características —perseguidas durante todo el film aunque alcanzadas solo de manera puntual— lo que demuestra que el director estadounidense mantiene el virtuosismo visual y narrativo tradicional, combinándolo de manera brillante con un despliegue formal abandonado al preciosismo digital de nuestro tiempo: Los terribles bombardeos en momentos clave de la trama; la precisa coreografía de las escenas de acción más violentas; o el recurrido juego de espejos para ilustrar el desbarajuste de identidades. Todo denota un profundo respeto por el clasicismo cinematográfico sin dejar de permitir a Zemeckis experimentar con la evolución plástica de su obra.

El contexto elegido, la segunda guerra mundial, engalana una bella y triste historia de amor que profundiza en aquello que funciona como verdadero sostén de las relaciones: la más pura de las verdades. La búsqueda de Max, ansioso por demostrar que esa verdad existe, posee buen ritmo y tensión, a pesar de alejarse del impacto y la sorpresa, demostrando que cuando el guion está bien construido —aunque peca de impostura en el diálogo—, todo fluye con naturalidad, hasta desembocar en un precioso y agónico final que, de nuevo, parece traer la nostalgia y la melancolía de un cine ya pasado para disfrute del espectador romántico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
11 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué define a un héroe? En el cine actual, y sobre todo a través del fantástico, se ha abordado esta pregunta desde numerosos frentes: Christopher Nolan nos mostró la capacidad de sacrificio de Batman en El Caballero Oscuro (2008); Joss Whedon consiguió humanizar a Los Vengadores en La Era de Ultrón (2015) a través de la culpa; e incluso M. Night Shyamalan abordó de manera más realista la responsabilidad como destino en El protegido (2000). ¿Pero qué pasa cuando trasladamos esta cuestión a la ficción basada en hechos reales?

El Vuelo 1549 de US Airways perdió sus dos motores al poco tiempo de despegar del Aeropuerto Internacional de La Guardia por un impacto con aves a una altitud aún muy baja. Que aquel 15 de Enero del año 2009 no quedase marcado por la tragedia se debe, especialmente, a un héroe: Chesley “Sully” Sullenberger.

No es de extrañar que Clint Eastwood, empeñado durante la última década en retratar desde el plano individual la complejidad de la sociedad norteamericana contemporánea, se propusiese llevar a la gran pantalla el libro de Jeffrey Zaslow sobre la impresionante hazaña del piloto estadounidense, pues, a priori, conecta a la perfección con la precisión narrativa que ha adquirido el octogenario director a lo largo de su extensa filmografía, quien además, aprovecha la carga emocional inherente a la historia para conmover a una sociedad norteamericana que –ahora más que nunca– está necesitada de heroicidades.

Pare meterse en la piel de un héroe patriótico y bonachón como Sully, no había mejor opción que la presente, un Tom Hanks que recientemente demostraba el obrar extraordinario de los hombres sencillos en El Puente de los Espías (2015) y que encaja a la perfección en la diligencia y el buen hacer que demuestra su personaje en la profesionalidad de sus decisiones y en el arrojo que exhibe al enfrentarse a toda clase de juicios mediáticos y corporativos. Y es aquí donde descansa la mayor virtud de Sully como película, en su retrato del héroe como aquel que no solo se atreve a tomar la decisión correcta cuando todos los demás titubean, sino que además acarrea con toda la avalancha de consecuencias, críticas y dudas que devienen de la misma con implacable humildad y valeroso coraje.

Aunque se eche de menos al Clint Eastwood fresco, retorcido e innovador de Mystic River (2003) y se confirme definitivamente su acomodamiento en el academicismo complaciente y estimulante, no podemos negar que su cine sigue funcionando como producto sólido y fiable a la hora de utilizar personajes de gran calado en la historia reciente de su país para reflexionar sobre cuestiones como la que en este caso aborda: la naturaleza del héroe sin capa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
4 de noviembre de 2016
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cuando canto no pienso cuán mala es la vida” reza la letra del fado portugués que da nombre a la nueva película de Rodrigo Sorogoyen, Que Dios nos perdone (2016), un thriller complejo, tenso y demoledor en el que se nos muestran con precisión los mugrientos males de nuestra sociedad más actual y cercana, concretamente los que asolan Madrid en pleno verano de 2011, con un violento asesino suelto y la visita papal a la vuelta de la esquina.

Rodrigo Sorogoyen, quien ya hizo patentes sus virtudes para escudriñar los entresijos de la mente humana y su relación con la violencia —soterrada en casi todo momento, eso sí— en la estupenda Stockholm (2013), se consagra aquí, junto a Isabel Peña, como un afinado compositor de guiones, donde brillan especialmente los detalles contextuales que guían y definen la trama y la turbadora profundidad psicológica de un trío protagonista cuyos perfiles encajan como lo hacen las diferentes dimensiones que conforman nuestra realidad.

Sorogoyen se empapa del cine de David Fincher —Se7en (1995) y Zodiac (2007) especialmente— para trasladar los mecanismos del thriller contemporáneo al folclore de la España más negra posible. Y lo hace a través de una trama policial embebida por su propio escenario, un retrato de Madrid tétrico, casi esperpéntico y desesperanzador, pero a la vez tan realista y concreto, que acaba apoderándose de la naturaleza y el tono de la cinta hasta transformarse en el personaje más importante de la misma.

Es un placer doloroso ver cómo Velarde (un Antonio de la Torre tremendo de nuevo) y Alfaro (Roberto Álamo, que hace una construcción formidable de su personaje) se van perdiendo —y a la vez encontrando— en las laberínticas calles del centro de la capital, buscando pistas y sombras en cada escenario del crimen, viviendas que rozan lo siniestro en las que destaca el inmundo amontonamiento de recuerdos vacíos, mientras la cámara, siempre pegada a sus espaldas, los sigue de cerca, como el caso que los devora, hasta la intimidad de sus casas, de sus mentes y de sus almas.

Un clásico policiaco que bebe confesamente del costumbrismo de la coreana Memories of Murder (2003) y que recuerda, en la compleja relación de sus personajes y en la dualidad difusa que los separa, a una de las grandes obras del maestro Kurosawa, Stray Dog (1949), con la que comparte además la atmósfera opresiva y calurosa del verano y la riqueza de un contexto saturado en referencias sociales y temáticas definitorias de los males de nuestro mundo —y en concreto de nuestro país y de su gente— convirtiéndose en una obra monumental del género y de nuestro cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
3 de noviembre de 2016
Sé el primero en valorar esta crítica
El Doctor Extraño, justo antes de ser lanzado y zarandeado a través de un viaje astral por los confines del infinito multiuniverso, dice que tan solo somos materia, que el alma no existe. Yo, a pesar de ser científico, nunca podría estar de acuerdo con esa afirmación, aunque Marvel parece empeñada en mostrarme las costuras de una fórmula que abusa cada vez más de lo sintético —con acabados visuales realmente alucinógenos y extraordinarios, eso sí— para olvidarse de la pureza de su espíritu, abocado a corromperse una y otra vez por el bien de un espectáculo mayor. En esta ocasión, las florituras formales —y sobre todo las conceptuales— acaban sosteniendo el origen de este héroe soberbio y agudo, cuyas peripecias futuras me atraen irremediablemente a caer de nuevo en la fascinante y tramposa paradoja propuesta.
Jesus Gonzalez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 16 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow