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Venezuela Venezuela · Maracaibo
Críticas de bucefalo
Críticas 559
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de julio de 2010
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película del italiano Rossellini, con más de cuarenta años de producida, viene a representar la expresión más acabada de un cine histórico basado en hechos verídicos mas allá de las adulteraciones que conscientemente puede producir la mirada subjetiva de sus creadores. Luego de ver ésta película, sobria y parsimoniosa, uno puede dar cuenta de cómo era el comportamiento de las llamadas Monarquías Absolutas junto con sus reyes investidos por el llamado “derecho divino”. Hombres bajo la investidura de dioses cuyo comportamiento excéntrico hoy día nos produciría extrañeza. El Rey Sol, Luis XIV, impuso su autoridad y prestigio a una Europa que empezó a imitar los valores de Francia asociados a una superioridad espiritual y cultural sin parangón. El siglo XVII representó el siglo de Francia a través de su Rey. Y es Rossellini quién da cuenta de éste fenómeno a través del cine como elemento alucinante capaz de recrear cualquier situación humana. Sólo que mientras otros se toman licencia y convierten al pasado en una mitología del desecho, aquí en ésta propuesta, existe la intención explícita de revivir el pasado “tal como fue” siguiendo una recomendación del historiador alemán Leopold Von Ranke.
bucefalo
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9
2 de julio de 2017
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no me dejo llevar por lo que piensan los demás. “Alone in Berlin” no gustó a los expertos en éstas lides de la apreciación cinematográfica. A nosotros sí, y mucho. La actuación de la pareja protagonista: Emma Thompson y Brendan Gleeson, es convincente al retratar la desilusión de la guerra y sus secuelas trágicas. Este matrimonio rutinario, mudo y displicente, despierta a la vida luego de abrir los ojos cuando todos a su alrededor los mantienen bien cerrados. Ya sea por miedo, por conveniencia o porque les han lavado el cerebro. La época: Berlín en la Segunda Guerra Mundial. El mérito de “Alone in Berlin” es que retrata el punto de vista de los alemanes durante la contienda de una forma humanizada y disidente. Y lo meritorio es que se trata de una disidencia civil, anónima, domestica, sin recursos y épica. Desde la resignación y el silencio hay resistencias y el renacer de una vitalidad perdida cuando se descubre uno así mismo desde una integridad insospechada. ¿Qué importa sí se va a ganar o perder? En realidad lo que cuenta es salvar el alma y vivir con decencia e integridad. “Alone in Berlín” es una película bélica que se soporta en la lealtad de un amor redescubierto cuando se comparte una misma causa común; algo que es esquivo a la mayoría de las relaciones cercanas. Thomson y Gleeson se complementan a la perfección y logran ofrecernos una muy sencilla película sobre las tensiones que la gente de la vida cotidiana tiene que padecer más allá de las imposturas, mentiras y manipulaciones que imponen las instituciones controladas por un poder que aplasta y humilla a los ciudadanos. Y de paso, “Alone in Berlin” es un extraordinario y contundente alegato en contra de la guerra y la tragedia de padecer a tiranos infames a lo largo de la historia.
bucefalo
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9
30 de enero de 2016
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL SILENCIO DEL MAR (1949) me causó una honda impresión. Dirigida por un integrante de la Resistencia francesa tiene que lidiar con la dolorosa y humillante derrota de parte del ocupante alemán en la II Guerra Mundial (1939-1945). Presentar al militar alemán como un hombre cortés, culto y civilizado destruyó en nosotros el estereotipo forjado por años de parte del cine de los vencedores, sobretodo, el estadounidense, en mostrarlos sin apenas humanidad. Aquí se explora la traumática relación entre el ocupante y el ocupado, el dominador y el prisionero. Jean-Pierre Melville es chauvinista como lo fueron todos los europeos en el siglo XX en donde las rivalidades nacionales se exacerbaron hasta niveles exponenciales produciendo dos atroces guerras mundiales. Sólo que Melville quiere mostrar la cara digna y estoica de la víctima que fue Francia, soslayando la parte incómoda que significó la Francia colaboracionista de Vichy con Petain a la cabeza. En la película, inusual por su propuesta y técnicamente sobria, accedemos a un duelo entre alemanes y franceses desde la cortesía y la cultura. El oficial alemán se siente un hombre que cumple con su deber patriótico y apuesta ingenuamente a un “casamiento” espiritual, una especie de reconciliación imposible entre el ganador y el perdedor de la guerra (el enamoramiento o atracción mutua entre él y la sobrina del viejo francés que se asume como su casero forzado es un ideal esquivo y trágico a la vez en torno a las aspiraciones humanas y las circunstancias que lo contrarían). La realidad lo va desengañando hasta comprobar que el proyecto nazi no sólo es imperialista sino también genocida, de ahí su rendición personal, su retirada decepcionante. El francés, el viejo francés, estoico como una roca, al final le increpa acerca de las buenas y malas órdenes militares, las legítimas y aquellas que violan todos los códigos de honor y humanidad más elementales. El gran protagonista de ésta película, casi en los albores de la pre-historia del cine, contemporánea de la muy influyente EL CIUDADANO KANE (1941) de Orson Welles, es la gestualidad visual. No hacen falta las palabras porque los rostros y sus expresiones hablan por sí solos convirtiendo a la cámara en un pincel mágico, una fuente de luz maravillosa. Mellville, debutó en el cine con ésta película, la cuál sería muy influyente en la escuela de la “Nouvelle Vague”. EL SILENCIO DEL MAR es una joya arqueológica de la cinematografía mundial.
bucefalo
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6
28 de enero de 2016
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
“THE HATEFUL EIGHT” encabeza el ranking de películas en Filmaffinity con un portentoso 7.5. O yo estoy ciego y perdí la cordura fílmica que suponía poseer o Tarantino es un genio fílmico que haga lo que haga ya entonces goza de la unanimidad del público espectador. Voy a ser franco. Perdí mi tiempo con éste espectáculo barroco y gore de violencia gráfica y gratuita sin apenas encontrar las virtudes que pude haber apreciado en otras películas de Tarantino donde por lo menos había un trasfondo conceptual que soportaba el hastío vital en que vive éste director exhibicionista y que logra espantarlo haciendo un cine bastardo donde la provocación sin apenas arte lo es casi todo. Tarantino se repite así mismo hasta hacer una caricatura de unas situaciones y personajes que ya le hemos visto en “KILL BILL” (2003-2004), “MALDITOS BASTARDOS” (2009) y “DJANGO DESENCADENADO” (2012). La creatividad se le fundió o entiende que encontró la fórmula del éxito comercial apostando por una cinematografía fundamentada en el asco de un impresionismo malsano, y conste que me tiene sin cuidado, los lagos de sangre que muestra o las vísceras esparcidas de sus maniquíes cuando suplantan a los actores que utiliza, yo sé bien que se trata de un simulacro infantil. Tarantino hace de la insania una especie de virtud cuestionable. “THE HATEFUL EIGHT” es un homenaje a nada, es una película vil, desesperadamente vacía cuya técnica la salva con el agregado de los muy buenos actores que tiene junto a la música de Morricone, pero apartando eso, no hay más. La historia de un rescate fallido es rocambolesco, tosco y lineal, la intriga que pretende ser el fuerte de la película fracasa estrepitosamente desde nuestra decepción oceánica. Incluso Tim Roth mal copia a Christoph Waltz mientras que Samuel L. Jackson se copia así mismo. Tarantino, vive del complejo del “L'enfant terrible” de llevar la heterodoxia fílmica hasta niveles demenciales, y hasta, absurdos. Yo sé bien que el que lea ésta apreciación nuestra sobre “THE HATEFUL EIGHT” la reprobará porque la mayoría siempre se sube al tren de los elogios cuando estos son masivos y prácticamente incontrastables, aunque en realidad, lo que escribo trato de hacerlo no tanto porque guste o no guste, sino porque es mi apreciación personal y sincera del momento. Me había reconciliado con Tarantino, hoy, vuelvo a poner distancias acerca de su propuesta, gracias a éste su última película, que como es obvio, no me gustó para nada.
bucefalo
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Ozark (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2017
7,4
16.386
Bill Dubuque (Creador), Mark Williams (Creador) ...
8
22 de septiembre de 2018
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
OZARK, es la banalidad del mal en todo su esplendor, tesis ésta que se la debemos a Hannah Arendt (1906-1975), brillante pensadora alemana. OZARK es una referencia a la sordidez entre humanos alrededor del dinero y unas ansias de lucro desmedidas, incontrolables. El Dinero como elemento supremo de una voluntad de vivir trágica y transgresora chapuceando desde el barro maloliente. Cuando vemos el esplendor reluciente de ciudades como Dubai en las cercanías del Golfo Pérsico con su Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo (828 metros) erigido en pleno desierto, uno llega a pensar que se trata de un emprendimiento legítimo, de unas tribus árabes que se modernizaron en los negocios aprovechando la lotería del petróleo en el subsuelo. No obstante, básicamente, todas las fortunas tienen un origen penoso, fraudulento. Detrás de las fachadas luminosas se esconde el narcotráfico, el lavado de dinero y la venta de armas junto a otros negocios turbios que las leyes sociales condenan y castigan pero que forman parte del llamado “sistema”.

Así vemos en OZARK, otra buena serie bajo los auspicios de Netflix, la conjunción de un FBI que incurre en actividades corruptas para atrapar a las bandas corruptas. A una familia clase media estadounidense convencional que asume una normalidad falsa porque sus progenitores decidieron tratar con delincuentes pretendiendo con ello obtener recompensas desde la ilusión de que podrían zafarse sin apenas daños. A los narcos mejicanos y su tendencia a una crueldad sin límites con tal de prevalecer desde la fuerza del miedo dirigido a sus rivales. Una familia disfuncional sureña, poblada de criminales de poco pelo aunque con “sentimientos” acerca de un renacimiento social indisimulado desde el más grande rencor. Y finalmente, una pareja de sociópatas, campesinos rurales, cultivadores inocentes de “amapolas”, con “principios” como el respeto, lectores de la Biblia y otras tonterías caballerescas que no tienen reparo en matar a los rivales sin pestañar.

En OZARK la misericordia está ausente por completo, sólo existe la traición o la gratitud. El punto medio es un espejismo filosófico. En cristiano significa que en los negocios no hay amistades ni nexos consanguíneos que valgan. Shakespeare, una vez más, en todo su esplendor, sólo que sin reyes asesinados ni mujeres fatales como Lady Macbeth. La traición como resultado de la ambición sin límites y la gratitud la contraprestación de los favores recibidos. Para ganar hay que golpear y los comportamientos decentes son la apariencia de una hipocresía social institucionalizada. Y con todo, estos malhechores, invocan los más elevados principios como respeto, familia, leyes, lealtad, honor y Dios como códigos de conducta de una tradición para justificar el autoengaño y la tropelía de pecados.

Muchas subtramas, bien llevadas, y sostenidas por la pareja actoral Bateman-Linney. Una vez más, nos encontramos con la premisa de que sólo dos buenos actores pueden arrastrar la carroza hacia el éxito. Los otros elementos secundarios de la serie, tampoco es que desentonan, sobretodo, hay un cuidado especial en aspectos claves como la producción alrededor de recursos grandilocuentes como la magnificencia de los escenarios naturales teniendo al río Misuri (el más grande de norte américa) y toda su majestuosidad como la joya de la corona. Pero son las dos historias en una de éste matrimonio “normal” lo que permite que OZARK se vaya tejiendo desde una violencia serena y unas culpas sin tormento.

En OZARK hay recurrencias inevitables al clásico de los clásicos en éste tipo de tema: “El Padrino” de Francis Ford Coppola (1972) y acerca de la serie de las series: “Breaking Bad” (2008). Sólo que la originalidad de OZARK reside en la inmersión de la psicología de sus dos principales protagonistas, ambos analfabetos emocionales, incapaces de aceptar y reconocer abiertamente que son unos malvados sin redención. Es como dijo el criminal nazi Adolf Eichmann (1906-1962): “no se me puede acusar de cometer crímenes porque sólo cumplía órdenes”. ¿Problemas de conciencia? Cero, menos cero. Y de ésta misma forma, Marty y Wendy, sobrellevan sus tratos con criminales y políticos, que al parecer, y de acuerdo a los creadores de OZARK, conforman una misma especie de malandraje.

Marty Byrde (Bateman), es una personalidad opacada, un adicto al trabajo contable sin incentivos vitales hasta que los narcos mejicanos para los que trabaja le espabilan y le colocan en una encrucijada definitiva. Su “pasión” no nos conmueve porque es una víctima graciosa, es decir, acepta sin rebelarse un destino que sabe que le va a perder irremediablemente junto a los suyos. Marty Byrde, termina siendo irreal, porque su capacidad para evadir peligros no es común a menos que pensemos que su comportamiento anodino es un mecanismo de sobrevivencia único en una jungla de animales de presa voraces. Quizás, esa pasividad ontológica, esa voluntad del desgano y opacidad pública, sea la clave de su éxito como mediador entre rivales irreconciliables. Uno supone que en algún momento Marty Byrde va a explotar y reparar tantas humillaciones por las cuales transcurre su vida infeliz. Pero que va: su rutina preferida es agachar la cabeza y resolver como mediador desde unas lealtades siempre ambiguas. Ya veremos que nos deparará la continuación de ésta saga criminal en su tercera temporada, porque lo que está claro, de acuerdo a la forma abrupta en que terminó la segunda temporada, es que tendrá su continuación. Esto que es legítimo para el negocio de las series puede también ser una completa omisión, y con ello nos referimos a la incapacidad de saber cerrar las buenas historias, como es el caso de OZARK.
bucefalo
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