Aubrey Plaza es la baza que juega fuerte esta película. El guión está trabajado, así como las actuaciones, pero definitivamente su actriz protagonista lleva el peso de aupar el filme de sólo ‘bueno’, a ‘bastante bueno’. Carga a sus espaldas con soltura el interpretar a una mujer en sus treinta que intenta abrirse camino en la vida, como tantos otros coetáneos. Ha estudiado en la universidad, pero no encuentra trabajo de lo suyo, aparte del lastre que le supone tener que pagar un astronómico préstamo estudiantil, lo que la aboca a centrar sus esfuerzos en meramente sobrevivir y dejar aparcadas sus aspiraciones personales y laborales. Se resigna a emplearse de repartidora de comida a domicilio y a tener que compartir piso con extraños. Una situación con la que nunca soñó, que la frustra enormemente, y que por otra parte resulta muy familiar para tantos jóvenes de hoy en día. A ello se añade que Emily (Aubrey) tuvo un tropezón en el pasado con la justicia, con lo que ya está ‘marcada’ por esa anotación en su historial de penales.

Con el lema de ‘you’ve gotta do what you’ve gotta do’ por bandera, Emily se encuentra continuamente batallando entre luchar por lo que quiere, pagar las facturas e intentar dilucidar si perseguir sus sueños es de ilusos o tiene una base legítima. Por ello, todos los caminos son posibles. Y para alguien como Emily, a veces no hace falta mucho para adentrarse en los más convulsos. Ser parte del sistema que te ahoga, o decidir salirse de él y ganar una libertad que tiene, muchas veces, un alto precio que pagar.

Recomendable película, con buen ritmo y alejada de tópicos. Se aprecia que evite caer en la auto complacencia. A Aubrey Plaza nos la creemos en su papel de Emily, y su evolución como personaje es coherente y no forzada. Sentimos cómo continuamente libra una lucha interna tratando de decidir qué camino tomar, cómo posicionarse en la vida; si tomar la píldora roja, o la píldora azul.
Y hace que a cada rato nos preguntemos: si yo estuviera en el lugar de Emily, “¿de qué sería capaz?”

En principio pensaba suspenderla pero es tan WTF que no pude. De hecho cada vez me gusta más. Refleja el costumbrismo kitsch de la Costa Blanca de manera magistral. Y realmente acierta porque hay gente así, no es nada increíble, pero al mismo tiempo es surrealista. La atención a los detalles la hace sobresalir: los mercadillos, los estilismos de la madre de la niña, los cuadros de los arlequines en la pared, las plantas del bar, la canción de la feria (‘Zombie’ versión los pitufos makineros), las vecinas del barrio, la tv local… Es un poco ‘apartamento en Torrevieja meets vecinas de Valencia meets taller de pintar máscaras venecianas’.

Esta película no se planta en un lugar cómodo. No es tragedia pero cuenta una tragedia, no es comedia pero tiene momentos que te partes. Los actores es verdad que se nota que pasaban por allí y recitan lacónicamente sus líneas, pero de alguna manera eso mismo le imprime el carácter único que tiene esta película.

Yo recomiendo verla. Que luego podrá gustarte o no, pero al menos verla porque se agradece que no sea más de lo mismo

‘Simulant’ es un refrito rancio de todo lo que hemos visto hasta la saciedad en docenas de películas de robots, ciborgs, humanoides o como se les quiera llamar.

Resulta que tenemos una empresa llamada Nexxera (lo mismo podía llamarse Tyrell Corporation), que fabrica robots. Estos robots se llaman ‘simulantes’ (que lo mismo podían llamarse ‘replicantes’) y están diseñados para ser amigos de los humanos, para servirles y ayudarles. Estos se han programado para que se rijan por 3 normas fundamentales (de un original que te mueres):
1. No hacer nada ilegal
2. No dañar a ningún ser humano
3. Obedecer siempre las órdenes de su ‘dueño’

Cada modelo que Nexxera va sacando es más avanzado que el anterior, hasta llegar a un punto en que ya son tan sofisticados que no puedes distinguirlos de tu vecino. Tienen una apariencia humana perfecta y se comportan como cualquier persona, con su propio carácter, ideas, conciencia, etc. Ello plantea evidentemente dilemas éticos: ¿Hasta qué punto son máquinas? ¿Cuánto de humano hay en un ‘simulante’? ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Llegados a este punto sucede algo que nadie se veía venir. Los ‘simulantes’ se ponen chulos, en plan adolescente: ‘Tú a mí no me mandas’ (con toda la razón). Quieren ir por libre y alguno se pone bastante rebelde, por lo que los humanos deciden que al que se pase de listo lo mandan a la chatarra, derivando en un escenario de simulantes en la clandestinidad que no quieren ‘morir’ y humanos ‘caza robots’ intentando atraparlos.

Todo este refrito está servido sin ninguna gracia y sin ninguna emoción, acompañado en todo momento por una música machacona que intenta sin éxito aportar tensión.

En definitiva, en ‘Simulant’ he visto cosas que sí creeríais y, aunque esta crítica se diluya como lágrimas en la lluvia, espero que sirva para que, si alguien llega a leerla, no pierda su valioso tiempo viendo esta mediocre película.

‘Rogue agent’ es una película basada en hechos reales, en la figura y acciones delictivas de Robert Freegard, un estafador e impostor británico.

Yo desconocía completamente la existencia de este hombre. Me temía lo peor al ver que era una película de Netflix, pero me ha sorprendido para bien. Curiosamente, Netflix produjo anteriormente a esta película un documental acerca de la figura de este elemento, llamado ‘The Puppet Master: Hunting The Ultimate Conman’.

Recomendable filme, muy entretenido, con un ritmo que no decae en ningún momento, por lo que sus dos horas de duración se nos pasarán casi sin darnos cuenta.

Floja cinta que se basa en algo que ya hemos visto muchas veces: un grupo de desconocidos despierta de pronto en un lugar al que no sabe cómo ha llegado. Se encuentran encerrados. Se presentan entre sí y relatan lo último que recuerdan antes de despertar en ese misterioso lugar. Alguien los ha reunido, una mente maquiavélica que los va a someter a pruebas y juegos varios con distintos fines. Esta premisa no es original a estas alturas pero suele dar mucho juego bien llevada. Que no es el caso de ‘Uno para morir’.

Como bien reza mi crítica, es un quiero y no puedo. Reminiscencias de otros filmes similares se nos cuelan subrepticiamente desde el primer momento; ramalazos de ‘Cube’, ‘El juego del calamar’, etc. Pero a esta película le faltan carácter y personalidad. No dibuja su propio boceto sino que se va trazando sobre múltiples borradores fílmicos.

Las dinámicas de este tipo de historias nos tienen acostumbrados a que, transcurrido un tiempo de la trama, el estrés al que se ven sometidos sus protagonistas les lleva a tener roces, a pelearse e incluso a intercambiar violencia física y verbal. En ‘Uno para morir’ estos exabruptos aparecen ya desde el primer minuto, cuando apenas se conocen más que sus nombres. No tiene razón de ser, chirría. Denota prisas por introducir todos los tópicos del género. Y chirrían en general las motivaciones de todos sus personajes, desde la mente maquiavélica que juega con ellos hasta los peleles humanos.

Escasa elaboración de los caracteres de los protagonistas, reacciones muchas veces poco coherentes y superficiales, decoraciones del lugar y desarrollo del juego más bien trillados y sin aportar alguna novedad que lo aparte del cliché. A eso añadir algún giro de guión más bien poco sorpresivo y un desenlace tirando a ramplón.

En definitiva, un filme que no recomiendo y con cuyo visionado sentí que desperdicié mi tiempo.