Ladrón de pasiones fue el intento de los productores Jerry Bruckheimer y Don Simpson de lanzar al estrellato mundial a Steven Bauer, el cual había co protagonizado junto a Al Pacino un año antes la mítica Scarface. Ambos productores ya habían hecho lo mismo 5 años antes con Richard Gere y su American Gigolo. Desgraciadamente el intento se quedó en experimento, en gran parte debido a lo extraño e innovador de su argumento. Un ladrón de guante blanco asalta la casa de un matrimonio yuppie en San Francisco. Se trata de un escritor de éxito y una decoradora de interiores cuyo matrimonio no pasa de ser aburrido y convencional. En el atraco el ladrón roba por casualidad el diario de la mujer y empieza a obsesionarse con su contenido. De este modo se idea una personalidad inventada para conquistar a la mujer y satisfacer sus deseos más íntimos. Lo atrevido y friki que resultaba el argumento hizo que la película no pasara de ser una película más de la época sin conseguir el rotundo éxito que ambos productores perseguían. No obstante, el paso del tiempo, ha convertido a Ladrón de Pasiones en una obra de culto y en un reflejo del inicio de los 80, con las clases medias americanas aborregadas y adoctrinadas.

La cinta es recordada igualmente por la perturbadora interpretación de Steven Bauer, que demuestra en los 100 minutos de duración de la cinta que es el puto amo, conquistando a cualquier mujer que se le pone por delante.

En resumen, simpática y entretenida película a recuperar para los amantes del cine de los 80.

Menudo chasco me he llevado. Cuando me enteré que el gran actor, paisano de Haneke, Maximilian Schell también había dirigido películas, en el momento de mayor esplendor artístico como actor, no dudé un minuto en hacerme con su ópera prima: Primer Amor

La cosa prometía. Cinta europea, dirigida por uno de los más grandes actores europeos de segunda mitad de siglo, con fotografía nada más y nada menos que del gran Sven Nykvist, fotografo habitual de Ingmar Bergman, y con la bellísima Dominique Sanda como actriz principal.

Primer chasco: el actor principal, un jovencísimo John Moulder Brown es más flojo que El Divo interpretando Rigoletto en la Scala.

Segundo chasco: Schell en lugar de rodar un melodrama iniciático al estilo clásico, se empeña en hacer una película de arte y ensayo, cutre, con un montaje enloquecido, unos planos ridículos, vacíos, grotescos, turbios, pretenciosos, inconexos, que hacen que la película sea un tostón infumable.

Tercer chasco: me compré el DVD de este espanto en lugar de el DVD de Fuerza Bruta de Dassin, y no me devolvieron el dinero por poner a la venta semejante galleta sin azúcar.

En fin, si queréis pasar un rato aburrido,esperpéntico, soporífero, estrafalario, chabacano,rancio, gazmoño, absurdo, cargante, ñoño , no dudéis en visualizar la ópera prima del gran actor austríaco Maximilian Schell

Muchas veces pienso que a ciertas críticas le sobran las palabras. ¿Interesará a alguien leer las parrafadas que habitualmente redactamos los cinéfilos a la hora de describir lo que hemos sentido al ver una película?

Dudo si el hecho de plasmar las innumerables ideas y sensaciones que se desprenden después de ver una película que ha tocado los resortes que sustentan nuestra emoción es útil o simplemente bastaría con resumir la película con una frase escueta y sencilla que dibuje los trazos de lo que nos ha hecho experimentar el film.

Por tanto, eso es lo que voy a hacer para diseccionar esta película llamada Poesía dirigida por el genio Lee Chang-dong: No pierdan el tiempo leyendo reseñas ni intentando averiguar cual es la sinopsis sobre la que descansa la fábula planteada por el director coreano. Vean esta película y déjense hipnotizar por ella. Porque esta película es: MARAVILLOSA.

El cine expresionista alemán, fue uno de los movimientos más vanguardistas y artísticos que surgió en los orígenes del cine, que contribuyó a cimentar el concepto de arte en el cine, caracterizado por un lenguaje, decorados y forma de rodar cine único y de gran influencia en el cine americano de entre y post guerras, debido en gran parte a la masiva emigración de los grandes talentos del cine centroeuropeo a Estados Unidos tras la ascensión del partido Nazi en Alemania.

Joe May fue uno de esos directores pioneros del movimiento, que injustamente no tuvo el éxito de otros compatriotas suyos, emigrados a Estados Unidos.

Asfalto se ubica en la etapa tardía del expresionismo puramente alemán y es una cinta, en mi opinión, clave, rupturista.

De una belleza fotográfica impresionante (los primeros planos de la película con las calles de Berlín llenas de vida, y coches es puro documental de la forma de vida del Berlín de finales de los años 20), narra en clave de cine negro urbano, la historia de amor entre un ingenuo policía y una maravillosa femme fatal ladrona de joyas en cuyas tentadoras garras caería hasta el más frío de los mortales.

De un ritmo moderno, interpretaciones sublimes, carnales, fogosas (sobre todo la gran Else Heller), Asfalto es una película imprescindible para los amantes del gran cine mudo alemán, ideal para aquellos cinéfilos reacios a ver cine mudo, que se llevarán una grata sorpresa al descubrir una historia muy urbana, entretenidísima, de gran ritmo y de una calidad artística y fotográfica de primer nivel.

Nota: Imprescindible la música del DVD de la colección Criterion. Jazz y blues que hacen el visionado de la película una auténtica delicia para los ojos y los oídos

Otra de esas películas pequeñitas, entretenidas, dinámicas y contundentes que plagaron el cine americano de los años cuarenta y que desgraciadamente está muy olvidada entre los cinéfilos amantes del cine clásico.

Robert Florey, uno de esos autores de carrera ejemplar no siempre reconocida, efectúa un ejercicio espléndido al más puro estilo serie B. La película tiene una factura impecable la cual esconde el origen de bajo presupuesto de la película. La fotografía con unos fastuosos planos y claro oscuros expresionistas embellecen cada secuencia. A ello hay que sumar la presencia de tres monstruos de la pantalla muy presentes en el cine de género de los cuarenta como Dick Powell, Stephen McNally y Vicent Price (en un papel secundario y maquiavélico habitual del actor estadounidense).

Para que se hagan una idea la película se asemeja a las películas de serie negra de la RKO de los años cuarenta. Podríamos definirla como una mezcla de Venganza con Macao, ambas de la productora americana. Florey mezcla géneros como un quiromante pócimas, tocando con gran acierto el género de espionaje, thriller, bélico, nazismo y legión extranjera. Sin profundizar en particular en ellos, Florey logra un resultado final compacto y entretenido.

Igualmente la película contiene la necesaria subtrama de romance, que aunque no aporta ningún ingrediente específico en la historia ayuda a oxigenar la trama y sirve para incluir un par de escenas musicales muy típicas del cine negro de los cuarenta.

Dos escenas fantásticas abren y cierran la cinta. En la primera de tono fantástico y cine de terror seremos testigos de un aquelarre nazi en una inquietante escena inmersa en pleno final de la II GM (igualmente la película se inicia con unos llamativos planos documentales sobre los juicios de Nuremberg). La escena final rodada con unos increíbles planos expresionistas muestra la pelea final entre el héroe y el villano de la cinta, recordando a los finales de las películas made in RKO por su estupenda violencia y forma física en la que están rodadas.

En definitiva una película que merece mucho la pena ver y que no defraudará a los fans del cine de serie B americana de los años cuarenta.