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España España · Abroad (de momento)
Críticas de Shinboneniná
Críticas 807
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de septiembre de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrados a los virtuosismos técnicos y al detalle y realismo con el que se muestra la violencia en el cine de los últimos tiempos, determinadas secuencias de ‘Scarlet Street’ pueden parecer un tanto ñoñas; es posible que lo sean, pero tengamos en cuenta que Lang filmó esto hace 65 años. Además, como en toda gran película, lo que realmente importa es el argumento, los personajes y la temática.

En este caso, el argumento gira en torno a un maduro e infeliz cajero con afición a la pintura autodidacta, tipo kitsch, casado por aburrimiento, para más señas. El segundo vértice del triángulo lo forma una hermosa prostituta –es evidente, aunque no aparece como tal de modo explícito-, vaga y sin escrúpulo. Y el tercer ángulo de la cuestión lo representa el chulo de ésta, un maltratador proxeneta y vividor, con menos escrúpulos todavía. En cuanto surge la posibilidad de aprovechar económicamente el bobo aunque sincero enamoramiento que siente el pintor frustrado por la ‘actriz’, comienza la humillación. Robinson y Duryea están espléndidos, pero no me atrevo a decir lo mismo de Joan Bennett, una agradable presencia física pero, desde luego, no una gran actriz. Está bastante mejor en ‘La mujer del cuadro’.

De cualquier forma, es una película políticamente correcta en las formas pero nada complaciente en los contenidos, que ilustra un proceso de ciego enamoramiento no correspondido que desemboca en tragedia. Quizá el desenlace resulte un tanto atropellado en comparación con el ritmo firme y pausado del resto del metraje, pero ‘Perversidad’ sigue siendo un estupendo ejemplo de bajas pasiones llevadas al cine. Y sin estridencias, que es quizá menos impactante, pero mucho más duradero. Otra de esas escasas obras que no envejece.
Shinboneniná
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3
10 de octubre de 2008
42 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya el título es bastante ortopédico, en realidad, la película me ha parecido una prótesis defectuosa. Soy un admirador de los Coen, fanático recalcitrante del Nota y seguidor fiel de prácticamente toda su filmografía. Pero esta vez no; esta vez, en realidad, tampoco. Parece que la estirpe Coen atraviesa una crisis de inspiración que esperemos sea pasajera. Si esta película no viniese firmada por ellos, muchas críticas hablarían de comedia fallida, desangelada, con personajes mal perfilados y una trama entramada, valga la expresión, con todos los calzadores del mundo. Pero, ya se sabe, cría fama y échate a dormir. Ya “Crueldad intolerable” me pareció floja, y la tan celebrada “No es país para viejos”, bastante decepcionante, ante todo por su irregularidad, pues contiene tramos realmente buenos, pero otros que rayan el patetismo. Se podrían comentar montones de cosas, pero creo que el problema se reduce a uno: es una comedia sin gracia. Los diálogos, especialmente los de la primera media hora son para salir corriendo, y algunos de los actores tienen las mismas dotes para la comedia que Pavarotti para la natación sincronizada. El guión me parece flojo, flojísimo. Desde que abandonaron la comedia gamberra e irreverente y se pasaron a un registro teóricamente más refinado y supuestamente irónico, los Coen han ido de mal en peor. ¡Que vuelvan los meapisos y el trío nihilista, por favor!
Shinboneniná
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5
13 de mayo de 2009
25 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve a planear sobre el espectador esa pesada y engañosa losa, qué cosa, que significa que un guión esté “basado en hechos reales”. Luego, suele resultar que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Comparado con “Mentes peligrosas” esto es una obra maestra, pero claro, el listón estaba demasiado bajo. Los ingredientes básicos son los siguientes:

Hilary Swank, una actriz que ejemplifica a la perfección ese dicho que afirma que más vale caer en gracia que ser gracioso.
Richard LaGravenese, un director de supuesto prestigio que todavía está por aportar alguna obra reseñable.
Una historia bienintencionada y emotiva que gira en torno a una profesora inexperta y llena de ilusiones, que tiene que hacerse con un grupo de adolescentes semianalfabetos y desarraigados cuyo interés por la escuela en general, y por la Literatura en particular, es nulo.

Pero:
Ay que joderse con los catorce o quince años que dicen tener la mayoría de ellos. Se ve que no conocen las virtudes del ácido hialurónico y la Q10.
Pero todavía más increíble es lo bien que redactan, los puñeteros, que pasan de ágrafos a virtuosos de la pluma en un periquete.

No conozco el ambiente escolar estadounidense, aunque todos nos lo podemos imaginar. Sí conozco el del antiguo área de la peseta y afirmo rotundamente que esta historia no se la cree ni el que asó la manteca. Pero defiende la integración, el afán de superación, valores solidarios, los mundos de Yupi…

Es mu monita, y eso.
Shinboneniná
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9
9 de mayo de 2010
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que la familia Corleone entrara en escena se habían hecho pelis de mafiosos, pero después nada fue igual. Desde entonces tenemos la certeza de conocer los entresijos de la Cosa Nostra, más aún, de identificarnos con ese clan de malnacidos sin escrúpulos cuyo código ético se basa en la ambición, la felonía y la venganza. A partir del Don, aprendimos a distinguir entre lo que es personal y lo que forma parte de los negocios: no existe ninguna diferencia. Recuperamos a un grandioso Brando al que apenas se entiende pero cuya recreación del alma mater de la saga es, sencillamente, insuperable. También conocimos a Pacino antes de que fuera Pacino, cuando era un gran actor. Supimos, además, cómo era una boda siciliana, porque antes de Coppola nadie se había casado ni en la isla mediterránea ni en ninguna otra parte del mundo. Incluso nos dimos cuenta del verdadero significado del noviazgo procesional: a eso se le llama ir con carabina. Aprendimos igualmente que la cabeza de un pura sangre queda mucho más aparente sobre la sábana bajera que disecada en la pared del salón. Entonces entendimos cómo empezó Sinatra, para qué sirven las cisternas de los váteres de mala muerte y comprendimos el significado de la palabra vendetta. Y que mentir mirando a los ojos de tu propia esposa es pan comido para un jefe mafioso. Todos tenemos la sensación de que esto ha sido mucho más cierto que cualquier historia adornada con la etiqueta ‘basada en hechos reales’.

Todos están soberbios –guión, dirección, interpretaciones, música- , pero quizá nunca se pondere lo suficiente el trabajo de fotografía de Willis, sin cuya estética esto no hubiera sido lo mismo.
Shinboneniná
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6
1 de junio de 2008
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta biografía de un personaje tan siniestramente atractivo como el mayor verdugo oficial de un Estado moderno, Albert Pierrepoint, que se llevó por delante la vida de 608 reos, plantea temas bastante interesantes y controvertidos, pero el resultado final es un tanto decepcionante. La recreación de una sociedad rancia, en plena posguerra y racionamiento, en la que algunos individuos hacen el trabajo sucio del aparato represivo, se revela demasiado flemática y fría.
Al parecer, el verdadero Pierrepoint, bastante más apuesto que el actor que lo caracteriza, fue un gran profesional cuya máxima era no llevarse el trabajo a casa. Un artesano de la muerte, vamos. Probablemente para ello su doble vida como showman y dueño de un pub le ayudó bastante, al igual que su apática esposa. Este acercamiento al vals de la muerte no es nada berlanguiano, el humor, negro o de cualquier otro color, está ausente por completo.
A pesar de quitar la vida a individuos tan poco recomendables como los criminales nazis Josef Kramer, la bestia de Belsen, o Irma Grese (y también a algún que otro inocente), llegó a reconocer que con la pena capital sólo se obtenía venganza. Según parece, nunca dio prueba del menor sadismo, ni de que disfrutara con su trabajo. Supo mantener la distancia entre vida profesional y personal, hasta que no pudo aguantar. La eliminación de congéneres debe de acabar creando un cierto estrés. Lo mejor, el momento espantapájaros, y lo peor, el abuso de planos enfáticos y cámara lenta.
Shinboneniná
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