Ayy Techiné Techiné... no eres lo que fuiste, aunque conserves ese gusto tan insólito de convertir en héroes a personajes anodinos, simplones y que gracias a tu cine se han convertido en centros de historias, digamos, inverosímiles pero al mismo tiempo directas y hasta tiernas.
Les témois indaga en lo de siempre: personajes abruptos, que se quieren por devoción y que descansan sobre vértices algo desaprensivos, que tanto montan, montan tanto... que ahora sí puede (y quiere) y luego "ni me hables". Una Emmanuelle Béart, ya no gélida, sino de piedra recoge en su mirada y su cigarro mal cogido, el universo Techiné en todo su esplendor (esplendor en decadencia, dicho sea de paso).

Sin embargo, y gracias a un Sami Bouajila (también en la obra maestra nominada al Oscar extranjero en 2007 Indigénes) pletórico (no se puede decir lo mismo de un Michel Blanc algo cansino) y a la potencia de su interpretación al límite en una historia tan poco creíble como conmovedora, sube enteros a la película que llega sin problemas a un bien (aunque en la cabeza de su director estuviese más en vistas un 8...)

Luz silenciosa es una rareza de nuestro tiempo y Carlos Reygadas un valiente.
Valiente por osarse a poner en imágenes una historia sin historia, es decir, una anécdota como otra cualquiera (una relación de pareja), en donde lo importante no es lo que se dice, sino lo que no se dice.

Es una historia de paisajes. De contornos. De imágenes bellísimas. De largos planos secuencia de la naturaleza más inocente, donde los niños miran a la cámara y los mayores lloran a escondidas las amarguras de una rectitud evidentemente Drayiana, y en ocasiones, Berginiana.

Las amargas lágrimas que diría Fassbinder. Este, al igual que los otros dos directores europeos, son clarísimas referencias de un director atípico, absolutamente visionario y con una capacidad artística al alcance de pocos directores actuales.

Es una pena que con semejantes mimbres, la película no acabe de cuajarse por completo, de ir más allá de lo bucólico y extravagante para conseguir trascender el concepto de arte.

Pero aún así el empeño es digno de alabanza. Un notable.

PS: Abstenerse intranquilos o nerviosos... igualmente no es apta para ir en grupo (algunos querrán largarse del cine y ...)

Emotivísima es el adjetivo que mejor define la última película de Martínez-Lázaro. Un episodio tan doloroso e injusto (por otro lado muy olvidado en la memoria) que no puede sino mostrarse con sensibilidad (que no sensiblería) y mucho pulso firme para que la cosa no derive en homenaje lacrimogénico sin mayor enjundia.
Por eso, merece alabanza el buen hacer de su director, porque consigue llegar al público sin malas artes, consigue mantener al espectador sentado en la butaca gracias a un guión en su sitio y un desarrollo narrativo bien llevado a puerto.
Otro gallo cantaría si este material hubiese caído en manos de algún director incompetente: por fortuna y sin que Martínez-Lázaro sea David Lean, Las 13 rosas consigue un notable porque es concisa y directa y refleja con especial emoción lo que es obvio desde el principio.
Y todo hay que reconocerlo, la película es un genial escaparate para ofrecer unas interpretaciones femeninas de auténtico sobresaliente:
Pilar López de Ayayla, Verónica Sánchez y Marta Etura están fabulosas, y ponen de manifiesto el porqué son el futuro del cine español. Pero además, hay que destacar al resto de chicas y a una Luisa Martín absolutamente apabullante.
Me imagino que la película acaparará una montaña de nominaciones (película, director, guión adaptado, actriz principal para la López Ayala, secundarias para Etura, Verónica Sánchez y Luisa Martín -a modo de trío como en Volver-, relevación para Nadia de Santiago y Gabriella Pession y todas las nominaciones técnicas. Y seguro que el Goya al mejor guión adaptado, la música de Roque Baños, la Dirección artística y el vestuario ganan. Las actrices lo van a tener difícil por culpa de Verdú y Portillo, aunque en revelación lo veo más factible.

Tengo muchos amigos que me dicen siempre eso de que Pedro Almodóvar no podría rodar jamás una película de otro género que no fuera el suyo (que es un género sui generis entre el drama y la comedia). Algo así como que Pedro no podría (o no sabría) rodar una película de ciencia ficción, de terror, de aventuras o un western.

Yo les decía que en Pedro había talento de sobra para rodar lo que quisiera y mira por donde con Extraña forma de vida por fin he podido decirles a estos amigos: ¡Os equivocabais! Pedro sí sabe rodar otras cosas y para muestra este corto maravilloso que se apropia de forma muy natural de las constantes de un género tan brillante y único como es el western para darle otra visión personalista pero también muy pura, muy clásica.

Es un western de manual donde el desierto, los caballos, la violencia, el honor y la venganza se unen de forma prodigiosamente viva, donde es fácil ver las influencias de un Ford o de un Hawks en esa tensión narrativa y ese tono crepuscular de la historia (donde los dos personajes protagonistas están estupendamente definidos -y de repaso interpretados genialmente por Pedro Pascal y Ethan Hawke- y tienen una historia que contar sólida con cimientos fuertes detrás). Desde luego, la perspectiva gay le da una dimensión nueva muy agradecida pero sigo pensando que la película funciona igualmente a todos los niveles tanto artísticos como técnicos por la prodigiosa dirección de Almodóvar.

A pesar de ser un corto, me atrevo a decir que estamos ante la mejor obra del manchego desde la mismísima Volver. Ambas dejan un poso de melancolía y de satisfacción que son dos de las constantes de su cine (el salir de la sala reconfortado, feliz y con ganas de más). Gracias, Pedro!