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España España · Madrid, Jaca
Críticas de jaly
Críticas 779
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de mayo de 2011
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La aparición de jóvenes realizadores con una personalidad propia siempre es reconfortante, le ayuda a uno a pensar que el cine americano siempre estará cargado de nuevas ideas, y que incluso el cine más comercial será capaz de apreciarlas.

Duncan Jones fue una auténtica revelación con su primera película, Moon, y con esta segunda, pese a quien pese, confirma su sabiduría y todo lo que tiene – todavía – por decir en el mundo del cine.

Aunque algunos de los que aplaudieron una experiencia tan arriesgada como Moon han atacado a Código Fuente por plegarse más a los convencionalismos de Hollywood, es innegable que esta segunda película del joven realizador es una bocanada de aire fresco en el cine comercial y en los géneros del thriller, acción y ciencia ficción.

Porque Jones sabe manejar todos los elementos de su película a la perfección, sabe dar inteligencia a una historia de acción pero teniendo en cuenta que el espectador entienda los tecnicismos más complicados, y sobre todo es capaz de mantener al espectador pegado a la butaca con el handicap de que su película es una única escena repetida interminablemente durante todo el metraje.

En este sentido, el director goza de una sabiduría total en el uso del ritmo, de las localizaciones y de la planificación de las escenas de acción. Pero además, Código Fuente está cargada de sorpresas y de pronto, es capaz de dar un puñetazo a los sentidos del espectador convirtiendo su fantasía en un emotivo drama romántico.

Código Fuente es pues nuevo cine en su máxima expresión, una película adrenalínica, realizada con gusto y originalidad y con tres actores tan carismáticos como Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan y Vera Farmiga, que saben entregar emoción a una historia mucho más profunda de lo que parece.
jaly
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8
18 de febrero de 2017
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todos los medios cinematográficos y el propio Pablo Larraín se encargaron en remarcar, Neruda no es una película o biografía que sirva para contar la vida del poeta Pablo Neruda, sino una narración imaginada sobre "'lo nerudiano'. Y pocas veces un slogan se pliega tanto a la realidad con esta afirmación, pues Neruda, efectivamente, no se apoya en una trama o en el apasionante devenir de la vida del Poeta, sino más bien en cierta ensoñación, en la fábula de unos acontecimientos contados como si las palabras de Neruda se hubiesen destilado en imágenes.

Esa abstracción o aproximación poética (y deliberadamente abstracta por tanto), puede hacer de Neruda, la película, una experiencia algo difusa, como nublada por su propio ensimismamiento, en la que intuimos muchos sucesos importantes más que verlos, en la que atisbamos verdaderos dramas humanos más que sentirlos, lo que puede provocar la confusión e incluso el aburrimiento, de muchos espectadores. Además, al ser la película intermedia entre dos obras del calibre como son El Club y Jackie (para más datos, dos obras maestras), puede parecer una película menor del director Pablo Larraín; pero si uno se deja llevar por la propuesta definitivamente literaria de Neruda, la experiencia cinematográfica es verdaderamente emocionante.

Neruda es un juego, el juego serio de una persecución y de un perseguido, que nunca define del todo sus roles: el policía interpretado por Gael García Bernal persigue al poeta que interpreta Luis Gnecco al tiempo que su propio yo es acosado por las verdades literarias de Neruda. El poeta es perseguido por su conciencia como activista, como amante y como artista. Y el destino de ambos es árido y frío, acompasado únicamente por el ritmo de esos versos tristes, poemas de amor y de furia, que alternan en esta película musical, literaria, como compuesta más que editada, con elegancia, brío y una sensibilidad extraña, como aquella que te envuelve cuando lees un poema que es hermoso.

Todos sus actores, su bellísima banda sonora y fotografía, acompañan esta película de viajes externos e internos, de esencia artística más que narrativa, que supone un bello fresco de eso que llaman 'lo nerudiano': cierto idealismo, un gozoso y hasta hedonista sentido de la vida, un retrato compasivo de los personajes porteños y de los oscuros callejones de la bohemia, que busca incansablemente esos poemas de un futuro imaginario, que llegó y a la vez nunca llegó. Una película sentida y sensible, que evita con acierto el costumbrismo y lo panfletario en favor de lo poético y lo evocador, aunque eso suponga un riesgo para los que esperen un biopic más convencional.
jaly
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6
4 de abril de 2012
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los meses de campaña de premios de este año, me he cansado de oír y leer aquello de que Moneyball (obvio su estúpido título español, muy en la línea de sutileza de los traductores de títulos… ¿Es eso una profesión?) es una película de béisbol para aquellos a quienes no les gusta o no disfrutan del béisbol.

He jugado pocas veces a este deporte, pero he disfrutado como un enano. Otra cosa es la forma en que se ha plasmado en el cine, en una serie de películas que parecen siempre fotografías de si mismas, con los mismos recursos, lugares comunes, y tópicos costumbristas. ¿Es Moneyball diferente a todas ellas? En cierta manera si, se aleja de los personajes y situaciones habituales de ellas para centrarse en el retrato del promotor que encarna Brad Pitt. Pero con Moneyball pasa, por poner un par de ejemplos, lo que le pasaría a un espectador al que no le interesan los animales y su vínculo con los humanos en una película como War Horse, o con aquellos pocos a los que ese nuevo mundo virtual desgranado en La Red Social no les importe lo más mínimo: los tecnicismos de este campo, las gentes que lo pueblan, y los sentimientos que manejan, nos pueden importar más bien poco. La diferencia con aquellas cintas es que detrás de ellas había dos artistas con un talento descomunal (Spielberg y Fincher), mientras que Moneyball la dirige un artesano con una capacidad visual muy por debajo de aquellos, y con una experiencia cinematográfico/emocional casi nula.

Por eso Moneyball, aunque no me aburre, me deja frío, no me emociona, me importa más bien poco. Ni siquiera se si han sido capaces de trasmitirme la ansiedad de la profesión de su protagonista, porque no llego a entenderla. Los retratos de todos sus personajes secundarios me parecen escasos, como limitados por el ámbito profesional que nos cuentan.

Pero sí, es cierto, la película entretiene, se aleja de lo habitual, y ofrece una buena interpretación de Brad Pitt, el único que consigue crear a un personaje interesante y completo, más allá del campo de juego. Aunque para ver una interpretación de esta estrella verdaderamente arriesgada, mejor ver El Árbol de la Vida.

Moneyball es entonces, a mi modo de ver, una película sumamente sobrevalorada.
jaly
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6
7 de febrero de 2012
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre es refrescante que aparezcan cineastas que en su debut demuestren que no sólo tienen cosas que contar, sino que además saben cómo hacerlo y con un estilo propio. Brick, el largometraje debut de Rian Johnson (que posteriormente dirigiría The Brothers Bloom y Looper -2012-), demuestra que este director tiene personalidad propia, sabiduría cinematográfica, y tacto con su historia, cuyo mérito es mayor al saber que el escaso presupuesto con el que está rodada (apenas 450.000 $, prestados de familiares y amigos) luce de maravilla en su producción.

Porque lo mejor de Brick, además de su punto de partida totalmente original, es el enfoque que Johnson hace de su propia historia, revelando un talento total como planificador de secuencias y tomas absolutamente fascinantes.

Ese punto de partida del que hablaba es el nada disimulado ejercicio de homenaje y construcción neo-noir, situando la clásica historia de cine negro en un instituto del medio oeste americano, transformando a personajes tópicos del género en los protagonistas de su historia. Tenemos al héroe solitario y romántico silencioso, al poderoso lisiado, al consejero sabio, a la actriz ambigua, a la femme fatale, a la víctima llena de secretos, al matón peligroso... la labor de Johnson es tan buena en el guión y en la dirección (y a su vez se ayuda de un talento tan grande como el de Joseph Gordon-Lewitt) que consigue que esos estereotipos estén vivos y sean creíbles, algo francamente difícil teniendo en cuenta lo hermético de la propuesta.

Ahí es donde Brick encuentra su mayor escollo. Se empeña tanto en ese homenaje y quiere ser tan pura en su construcción de género que es una película extremadamente fría, apática por momentos, que se toma tan en serio a sus referentes como a si misma, lo que impide una verdadera conexión emocional con la historia, quedándose únicamente en un poderoso juego de género.
jaly
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7
11 de noviembre de 2011
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wolfang Petersen puede presumir de ser uno de los mejores ejecutores de los grandes blockbusters veraniegos de Hollywod de los últimos veinte años. Al margen de algún tropiezo (en particular, de la desastrosa Poseidon), sus películas son entretenidas, espectaculares, y saben aprovechar de manera indudable los colosales medios de los que disponen (Air Force One, Troya, Estallido...).

La Tormenta Perfecta pretendió en su momento alejarse de la intrascendencia general de las temáticas de esas películas (por mucho que se adaptase a Homero, se hablara del presidente, o de una epidemia que amenaza a la humanidad, eran de lo más intrascendentes... en el buen sentido), al adaptar una historia real y que conmocionó a una parte del pueblo americano por el sacrificio de varios marineros, convertidos a través de la novela basada en los hechos en un grupo de héroes anónimos de la clase obrera, hombres enfrentados a los caprichos de la naturaleza por el simple hecho de poder llevar algo de dinero a sus casas y a sus esposas.

Y aunque las intenciones dramáticas sean loables y por momentos consigan disfrazar las verdaderas aspiraciones comerciales, a La Tormenta Perfecta se le ve demasiado el plumero. Digamos que no hay en ella la introspección de personajes que un cineasta como por ejemplo Sam Mendes, haría. Sus protagonistas no tienen claroscuros, son todos ellos hombres impecables moralmente hablando, aunque beban, se peleen o lidien con los dramas cotidianos del divorcio y el ligoteo. No son presentados con complejidades o de una forma que los ensalce menos pero muestre más la posible realidad. Eso en cuanto al guión. Porque el planteamiento dramático de subrayar cada logro y cada lágrima con la efectiva pero atronadora banda sonora de un James Horner en total ebullición evidencian aún más todo lo que los responsables de La Tormenta Perfecta quieren que lloremos.

Pero es cierto que la historia emociona, en parte por lo bien hecha que está, por cómo los efectos especiales, además de crear una verdadera montaña rusa, casan con la historia; y en parte porque su reparto, que pese a estar por muy por encima del guión, es realmente bueno. Actores excelentes como John C. Reilly, Diane Lane, William Fichtner, Karen Allen, John Hawkes, y otros que en ocasiones trabajan en registros limitados (Clooney, Whalberg y Mastrantonio) pero que aquí están más que bien, crean verdadera química y emoción, y parecen ser los más convencidos de la necesidad de hacer este réquiem por los caídos en el mar, consiguiendo finalmente lo que todos los responsables de La Tormenta Perfecta quieren que hagamos: llorar a lágrima viva.
jaly
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