No estoy seguro de si sé cómo funciona el sistema de modificación de las críticas en Filmaffinity. Sin embargo, después de haber vuelto a ver la primera temporada de Westworld por tercera vez y de haber visto (por fin) la segunda temporada, me he animado a reescribir y republicar mi crítica de la serie por completo. No sólo voy a plantear una vez más todo lo bueno que le veo a la serie (que, sinceramente, es casi todo), sino que voy a tratar de ahondar en detalles y, si me extiendo en demasía, usaré la zona spoiler para seguir con la crítica. Así que, sin más miramientos, entremos en materia.

Westworld es el nombre del parque en el que ocurre la mayor parte de las tramas de ambas temporadas. En efecto, la ambientación de dicho parque es la del lejano oeste. Las personas, sobre todo las adineradas, acuden a dicho parque, poblado por anfitriones (robots) a los cuáles se les asignan historias: qué camino seguir, qué frases decir, qué pasado tienen… Es como una partida de rol en la que los jugadores (en este caso, los forasteros humanos) son los que escogen qué hacer, y los que hacen que el desarrollo de los acontecimientos varíe. Por ejemplo, un anfitrión puede escoger seguir el camino que un anfitrión le propone, o puede liarse a tiros y matar a todo el mundo. Esto es precisamente lo que muchos consideran la esencia del parque: el lado oscuro de las personas, descubrirse a sí mismo. El personaje que más se centra en esta propuesta es el del Hombre de Negro (cuya auténtica identidad es revelada al final de la primera temporada).

Quiero dedicar toda una parte de mi texto a hablar de dicho personaje quién, a propósito, es mi preferido. El Hombre de Negro es un forastero que quiere “llevar el juego a otro nivel”. No se contenta con matar anfitriones y mantener relaciones sexuales con ellos, sino que busca algo mucho más significativo. Es lo que en la serie denominan El laberinto. A pesar de que se le es reiterado en más de una ocasión que el laberinto no es para él, el Hombre de Negro lo busca pese a todo, y parece estar dispuesto a todo para encontrarlo. Cuanto más avanza la serie, más pistas se nos da acerca de quién es, de qué busca realmente, e incluso de qué encontrará al final. Esto se aplica en ambas temporadas. No es un recurso exclusivo para el Hombre de Negro, sino para la mayoría de personajes: tienen una evolución clara entre el principio y el final de cada temporada. Pero con éste en particular es con quién mejor lo hacen los guionistas.

La riqueza más grande de la serie está en el guion, en la escritura. Como la cinta de El caballero oscuro (Christopher Nolan, 2008), Westworld está plagada de datos cultos, de detalles que tan sólo un espectador observador remarcaría. La serie no es extremadamente difícil de entender, pero es compleja, sólida. Es necesario prestar atención en todo momento (como con todo buen producto cinematográfico) para enterarte de qué está pasando. Y, si te pierdes el más mínimo detalle, quizá no te desvíes del camino, pero puedes perderte también un dato profundo, interesante y bien pensado. En ocasiones puedes perderte algo tan importante como la motivación de un personaje. Es lógico.

El sistema narrativo de Westworld se basa en un método que, para mí, funciona a la perfección tanto en la primera temporada como en la segunda. Dicho sistema es el de un puzle. Las escenas nos son presentadas de manera mezclada. En cierto momento de la primera temporada, entiendes que no todo ocurre en un mismo presente, sino que puede haber cosas que en realidad han ocurrido en el pasado. La línea temporal es la misma, pero como ocurre con el personaje principal de la serie, Dolores, la duda te asalta: ¿en qué momento te encuentras? “¿Cuándo estoy?” Es necesario prestar atención a los detalles para que puedas entender cuándo ocurre cada cosa de antemano. Basta fijarte en detalles tan bobos como el logo del parque o como en un objeto que el Hombre de Negro lleva consigo para sacar conclusiones (probablemente acertadas) a partir de determinados momentos. Y no se trata solamente de imágenes. Los diálogos aportan mucho a la trama. De no hacerlo, el uso del Arma de Chejov. Algunos detalles acerca de qué dice cada personaje en según qué momentos te puede dar claros indicios de quiénes son en verdad, o de cuándo ocurre cada escena. ¡Incluso la ropa que lleva cada personaje en puntos muy concretos de la trama te puede llevar a respuestas acertadas! La serie te presenta dudas en todo momento, y es difícil resolverlas sin obtener antes respuestas: ¿cuándo ocurre cada acontecimiento? ¿Quién es realmente este personaje que me gusta tanto? ¿Quién es un robot, y quién no? ¿Qué trama Ford? La propia serie se define a sí misma a través de la frase de uno de sus personajes: “enseña, no cuentes.”

Me he centrado mucho en el apartado de la escritura, e incluso tengo la sensación de que me quedo corto. Pero quiero tocar otros temas también, como el apartado técnico de la serie.

----------------------------------LA CRÍTICA CONTINÚA EN LA ZONA SPOILER------------------------------------

Exagero, por supuesto, como de costumbre.

"Ataque a los titanes", o "Shingeki no Kyojin". Antes de verlo hace unos cuantos meses (dos veces), había escuchado maravillas sobre este anime: una innovación de todo lo que conocemos como animación japonesa, una gran historia que nos hace meternos de lleno, un universo muy bien desarrollado, temas que tratar duros e interesantes y un nivel sobresaliente a cualquier nivel.

Debo decir que "Ataque a los titanes" no es un buen anime; es más, me parece uno que roza lo mediocre en muchos de sus apartados, pero los comentaré paso por paso. No pienso que sea una serie mala, para nada; creo que simplemente está justo en la media.

Hay cosas que este anime sabe hacer muy bien: la animación (única y exclusivamente en momentos de acción, como combates) me parece una verdadera maravilla. Creo sinceramente que esto supera en casi todos los sentidos a cualquier otro medio que nos intente expresar movimiento o fluidez, como podría serlo el cine, puesto que vemos cada movimiento de los personajes y todo sucede en planos fluidos y no exagerados: vemos el movimiento sin necesidad de sentirlo.

Otra cosa que me gusta mucho de este anime es su ilustración. Creo de todo corazón que la calidad del dibujo de Ataque a los titanes es de un nivel difícil de igualar, y esto hace que visualmente sea una maravilla de ver y se convierta en una serie entretenida, o en un "shonen" a secas. No obstante, paso a comentar ahora lo negativo.

Primer punto: la animación, como decía antes, en sus combates es maravillosa... mientras que en cualquier otro momento del anime (conversaciones, escenas calmadas, aperturas del escenario, ...) es muy mediocre. Está compuesta de varios planos cutres (o que serían cutres de no ser por la ilustración) y no hay verdadero movimiento en todo lo que sucede: los personajes mueven sus ojos, sus labios, pero no hay vida en el entorno, todo es estático y eso no es animar.

En lo que concierne a su "profundísima historia", Ataque a los titanes no destaca en casi ningún apartado de su historia (salvo en unos bloques concretos cerca del final del anime, que tienen que ver con la titán hembra): la manera en que intenta hablar de temas como puede serlo el gore, la violencia, la guerra, el sufrimiento y las personas es muy superficial y todo queda en un segundo plano. Vemos dolor y sufrimiento en el fondo de la pantalla pero en ningún momento toma verdadera importancia.

Así pues, los personajes tampoco están desarrollados per se; salvo Armin, quien tiene un poco de desarrollo por su contexto y es más natural que Eren Jager y Mikasa (quienes simplemente hacen lo que el guión les dicta), pero porque es de primero de carrera. Esto impacta mucho después de todas las cosas duras que se suponen que suceden en el anime; ¿qué menos que cambiar después de haber visto tanta atrocidad y de haber "sufrido" tanto? Nada de esto se refleja en los protagonistas.

Concluiría diciendo que es una decepción de anime si me fijo en títulos como "Death Note" o en otras grandes maravillas hechas en Japón. Esperemos que su segunda temporada sea mejor.