En ella cabe casi todo... incluso llegando a una diversión auto parodiada. También coquetea con los tópicos románticos de forma encantadora.

Al parecer los fans están muy enfadados, aunque yo fui a ver una película sabiendo donde me metía y aceptando las sorpresas. Me he dado cuenta que hicieron una labor en la sala de montaje... digamos... un poco peculiar, y ahí se encuentra uno de sus mayores fallos, al no encajar correctamente las piezas con resultado coherente. Aunque ¿Debemos aguardar coherencia en algo de estas características?

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Buscando algo diferente, tropecé con esta obra teatral filmada, sobre texto de Eugene O´neill... Hace casi cincuenta años también podías tropezar con películas pedantes, que solo buscaban el autobombo, cuando el espectador, se dejaba arrastrar por obras grandilocuentes, falsamente intelectuales y plomizas. Aún sigue sucediendo.

Siempre hubo quien disfrutó del cine tedioso, como este REPARTIDOR DE HIELO, con claves que quieren entregarse profundas y solo ofrecen un rosario de escenas donde cada uno va a su rollo, contando lo que lleva dentro, con resultados soporíferos.

Tal vez el autor deseaba plasmar traumas miedos y otras cuestiones sin trascendencia, pero John Frankenheimer, su director, nos lo entregó, con un metraje muy largo, pesado y triste. Eso si... siempre debe ser aburrido, para que los "auténticos cinéfilos" puedan hablar de ella, y los pobres ignorantes, permanezcamos muy sumergidos en nuestra mas que evidente falta de cultura.

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Esta es una película de esas, destinadas para "buenas" personas de "buenos" sentimientos... que son los mismos que "alojan" a sus "buenos" padres, en una práctica residencia de ancianos esperando una "buena" muerte.

Puedo ser tan demagogo como la misma película a la que se ha valorado en esta página, de manera global con un 6,1.
Pues bien... se nos cuenta la historia de un perro profundo y reflexivo, con características humanas, al que conocemos desde cachorro y nos informa de lo que vamos viendo, poco a poco, de manera "poco" sorprendente.

Destinada como ya he dicho, para seres siempre felices con sus vidas vacías, que las llenan con productos edulcorados fácilmente digeribles...

Es una de esas películas que deben ser muy premiadas, antes que algunos nos demos cuenta de lo tremendamente aburrida que es.

Con ella ha pasado como con muchas de la especie, incluso de diferente género: Sobrevalorada por culturetas, y quienes desean parecerlo, al amparo de un aburrimiento planteado desde la melancolía triste, donde se dejan sin resolver pequeñas dudas que le dan un aire distante, lo cual hace que parezca estupenda y profunda.

Pero ante un 8,1 en esta página, uno debe replantearse cosas y admitir que tal vez no la he entendido, debido a que mi escasa sagacidad y astucia perspicacia intelectual no alcanza para esos niveles.

Nunca atravesé con el rebaño el polvoriento desfiladero.

Me produce un gran rechazo, y creo que se debe a su presentador. El protagonismo que mantiene resulta extremadamente cargante, las explicaciones sin humildad, a veces ridículas, así como su comportamiento frente a la cámara.

Como un Indiana Jones, habla de mordeduras y ataques de contrabandistas, aunque se comenta que parte de todas esas experiencias, solo forman parte del espectáculo televisivo. Continúa triunfando, muy lejos del mítico y reconocido Félix Rodríguez de la Fuente, después de 40 años de su muerte.