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España España · Badajoz
Críticas de Weis
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Críticas 185
Críticas ordenadas por utilidad
3
29 de septiembre de 2008
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por 1920, Ramón María del Valle Inclán abrió, con la obra "Luces de bohemia", el ciclo conocido como "esperpento".
Esta novedosa línea teatral se sirve de una serie de procedimientos:

- Deformación continua y constante de la realidad.

- Frecuentes contrastes y reducción al absurdo-

- Presentación de lo normal como algo extraordinario. El mundo irreal se ofrece de como inverosímil.

- Presencia reiterada de la muerte.

- Empleo de gran variedad de recursos deformantes, animalización, personificación, muñequeización, cosificación y animación.

- Tendencia al humor sarcástico.

- Libertad formal.

- Intención crítica: social, religiosa, política, histórica...

Aunque parezca increíble, el ciclo satírico cosechó un escaso éxito comercial.
Pues bien: Valle Inclán debería estar satisfecho, ya que su creación aún sigue viva. Porque "Bandidas" es un claro ejemplo, de los muchos que hay, de que el esperpento sigue en alza.

Como apunte anecdótico, el título es uno de los mas acertados que he visto en mucho tiempo. Son "bandidas" de tu tiempo y tu paciencia.
Weis
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3
5 de febrero de 2013
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
A grandes rasgos, podría decirse que uno de los productores de 'Exorcismo en Connecticut' conservaba los derechos sobre el título y quería crear, con esta segunda parte, una especie de franquicia. Resulta esta la explicación más febril y racional para encontrar el símil entre aquella y este inoperante tele film de sobremesa.

Si bien aquella no sentó ningún precedente, utilizaba recursos primarios del género de forma artesanal, como el buen cine de terror clásico, para componer un ejercicio de estilo estético y formal de atmósfera retro que no abusaba del efectismo narrativo ni visual deudor de la peor escuela de montaje psicotrópico, herencia del videoclip. En esencia, ninguna maravilla en el horizonte pero satisfactoria contienda aceptando, como espectador, las previas pretensiones. Nada de esto, como resulta evidente, se mantiene en esta secuela. Repito, de falsa continuación pues la historia y el entorno entre ambas son completamente diferentes.
Este fenómeno ha ocurrido recientemente con la segunda temporada de American Horror Story, pero no me quiero desviar de la cuestión.

Subproducto, en definitiva, sazonado por todo tipo de recursos gratuitos, meandros injustificados, lugares comunes e inoperante narrativa. Ejercicio mediocre concebido como un convencional batido de proteínas visual de categoría B repleto de trompetazos de luces incandescentes, sonidos estridentes y visitación a la época freak del estilo Creepshow más perezoso y agónico de talento.
Cualquier capítulo de segundo nivel de Masters of Horror resulta igual o un poco más satisfactorio que esta anodina pieza de exorcismos, delírium trémens y extremaunción que hacen del tópico su verdadero tributo.

Esta última, la extremaunción, más para el espectador que para el argumento.
Weis
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9
13 de enero de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
- PARTE OBJETIVA:
Tras su debut con Eraserhead, experimento cinematográfico tan fascinante como irritante, David Lynch cambia bruscamente de estilo, dejando aparcada su fascinación por la deformación de la realidad e interpretación de los sueños, y nos ofrece un fascinante relato con gran carga sentimental, y con pinceladas kafkianas inundando la pantalla, tales como la desesperación y el absurdo (sobre la pesadilla kafkiana, Cronenberg está mas familiarizado).
El cambio de terreno de su actividad, no indujo a Lynch a renunciar a su sombrío y enfermizo cine (aunque en su filmografía se distinguen claramente los encargos de los proyectos personales). Es por ello por lo que ni él ni Badalamenti impregnan la narración de sentimentalismo barato, para conseguir la lágrima fácil. Es a través del estilo, seco y penetrante (como haría, por ejemplo, Darabont en "La milla verde") donde su expresionismo reluce. Lynch convierte en una fábula un tema que en otras manos hubiera sido indigerible, humanizando al monstruo y animalizando al hombre (fiel paradigma del espejo de dos caras, el del alma). Diríase que David fue domesticado para este proyecto; aún pisando camino ajeno, se desenvuelve de maravilla (vean mas tarde "Wild at heart" y "Una historia verdadera").
La instrucción de los personajes primarios es apenas mera anécdota, al contar con dos actores tan serios y sobrados de talento. La fotografía es magnífica, su recreación, ambientada a finales del siglo XIX, fiel y magnética; el trabajo tras las cámaras de Lynch es memorable; y la interpretación de Hopkins y Hurt, sobre todo la del 2º, puede suponer, sin exagerar, una cumbre en la interpretación contemporánea. Es admirable, tras esas capas de maquillaje y postizos, la capacidad de trasmitir sinceridad y una paz espiritual que se antoja lejana por lo increíble que resulta creerlo (y éste es el claro problema de nuestro entorno: considerar como falso todo aquello que no nos concierne o a lo que los medios no nos supeditan). Hurt consigue encandilar de humildad y rectitud a nuestro herido nervio óptico, para acabar convocando una sesión extraordinaria de las siempre entrometidas e inoportunas lágrimas que inundan tus ojos. Si éstas solo deben hacer acto de presencia en escasas ocasiones, que vuelvan a reunirse pronto sobre mis párpados, porque de nuevo habré disfrutado de esta maravillosa obra de cine.

- PARTE SUBJETIVA (la necesitaba con ansia):
Pocas películas habrán conseguido que exhalara tanta tristeza, que me sintiera tan avergonzado de mi condición humana, que tras los títulos de crédito finales, aún me sintiera compungido, en estado de tribulación. Pocas se habrán convertido, para mí, en una obra maestra instantánea; pocas se me han imprimido en la memoria sabiendo que pasará en ella mucho, mucho tiempo. Pocas veces me habré sentido tan triste por no pertenecer a la época en que vivió John Merrick, por no poder haber estado frente a él, y contemplarlo como un ser "único" en este mundo.
Weis
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8
18 de diciembre de 2008
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son casi innumerables las ocasiones en que un realizador dispone de una ocasión, solo una, de plasmar su talento a través del objetivo. Ya sea por cuestión de fría crítica, de injustificado (o justificado) olvido, o por retirada hacia otros proyectos mas jocosos.
Es el caso de Dominik. El australiano adaptó, en cámara y libreto, la vida del singular Brandon Read "Chopper", un ex-convicto con ínfulas de estrella. La película destapó las dotes interpretativas de Eric Bana, y Dominik demostró oficio para retratar los personajes y relacionarlos, demostró nervio, en su realización, fotografía con poder visual, de luz y oscuridad, recargada, (como la mente de su protagonista). Hasta hace poco, Dominik engrosaba la lista de directores de trayecto efímero. Por ello, la agradable sorpresa que supone su regreso es mayúscula. Tratándose de western, hacer una revisión en una época tan devaluada para el género, requiere valor y condescendencia. Es indiscutible que el espectador asiduo buscará el equilibrio de comparación con las viejas glorias: Peckinpah, Leone, Hawks, Ford, y al no ver atisbo de fidelidad y recreación del estilo de éstos, se sentirá defraudado.
Éste moderno western se aleja de los personajes arquetipos y despiadados; del oportuno tiroteo en la calle principal, como excusa para potenciar el ritmo narrativo; de la violencia sin alma y descorazonada. Es un western de equilibrio espiritual, de introspección, en el que predominan largas charlas escritas con reflexión. Dominik dibuja en sus personajes sensaciones, recuerdos de una moral claudicante, nostalgia por el irrefrenable paso del tiempo, que exhalan una tristeza y un dolor angustiosamente cercano.
Aquí, no es mas fiero el que más frunce el ceño, no es mas peligroso el que tenga una mano mas ágil. En cambio, lo puede ser, y lo es, aquel que, con solo prestarle un mínimo de atención, te revele sus malas intenciones.
Así el señor Pitt da vida a Jesse James, un tipo de consabida fama de asesino, pero respetado a la vez que temido por el pueblo.
El director saca partido elevando, en apariencia, a Pitt como sujeto de reconocimiento, de esnobismo, para que sea Affleck el que provoque desdén, menosprecio.
Con las normas culturales triviales de apariencia, nadie fijaría ni tan siquiera los ojos en un chico amanerado en fase de madurez, de inquietudes inalcanzables y sueños, seguramente, frustrados. Así el señor Affleck (merecedor del Óscar y algo mas) da vida al cobarde Robert Ford. La redención inevitable que se despoja en cada mirada, la frustración por la pena, por la imposibilidad, el odio, el sentimiento extremo, son reacciones de esta época y de aquella. Son las crónicas de la moral en ruinas, de la naturaleza que nos impide entumecer. Son las crónicas de Robert Ford, y también las de cualquier anónimo. Son los deseos de un director, de adaptar las desgracias de nuestra existencia, a una época pasada.
Así el señor Dominik da vida a esta apasionante obra.
Weis
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5
13 de junio de 2008
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisión apocalíptica de un futuro caducado (se inspira en la época actual) pero no por ello exento de importancia.
Aunque aun no se haya consumado en nuestra época el planteamiento inicial del filme, si es verdad que en la carrera por la destrucción del planeta, los seres humanos nos hemos montado en el bólido mas rápido.
Como denuncia ciega ante una sociedad venidera, se consideraría pasable. Pero ateniendo como base principal a la sci-fi, se queda corta de recursos.

A Rutger Hauer le sienta bien la gabardina, la "pipa" de medio metro, y su aire de justiciero al margen de la "ley", esa que tan buen resultado da a la sociedad.
Y por supuesto, la señorita Kim Cattrall regalándonos un desnudo gratuito mas (¿y cuántos van ya?).

Como ciencia ficción que parece ser, el villano no puede estar formado de material blando, y su supervivencia no depende de la oxidación ineficiente de la materia orgánica.
Hace falta crear un singular malvado, un monstruo diríamos. Pero si su resultado acaba siendo la fusión de los míticos Alien y Depredador, pero con un mal día de los diseñadores, esa intriga por ver semejante asesino despiadado que te venden durante el transcurso de la película, se desvanece rápidamente.

Personalmente, opino que si van a crear a un monstruo baboso de 10 cm de uñas y de 3 metros de alto, no deberían haber esperado a enseñarlo hasta el final del metraje, y una vez hecho, tendrían que haberlo dejado desfilar un poco mas (apenas se le ve 10 minutos).

En todo caso, la película tiene momentos de ritmo y de tensión, pero en el cómputo global, sigue siendo un resultado de esquemas suficientemente trillados, y un título que pasó sin pena ni gloria, pero que ni pudo ni puede aspirar a mucho mas dentro de su género.
Weis
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