Phoebe Waller-Bridge firma el guión de 'Fleabag', serie basada en un monólogo teatral de mismo nombre y autoría. La actriz y dramaturga pone rostro, también en televisión, a la protagonista de la historia galardonada con el Fringe First Award de Edimburgo en 2013.

Considerada una versión más madura de su personaje en la serie 'Crashing' (George Kane, 2016), Fleabag es una treintañera londinense que se enfrenta a situaciones cotidianas de las que sale airosa gracias a su carácter desinhibido.

¿Cuántas veces hemos visto a una protagonista femenina presumir de su comportamiento políticamente incorrecto? El humor y la ironía son ingredientes esenciales en esta receta que despierta la empatía del espectador mediante la ruptura de la cuarta pared: la cámara es cómplice de sus travesuras.

Fleabag es una mujer moderna y gamberra, que se niega a adaptarse a la vida adulta, donde no todo es de color de rosa: La cafetería que regenta está al borde del cierre, la ausencia de su mejor amiga se ha convertido en una obsesión y su situación sentimental es tan inestable como el resto de su existencia.

Resulta sencillo intuir que, detrás del descaro y la carcajada, se encuentra una mujer real con numerosas inseguridades. La comedia que prometía ser hilarante vira hacia el drama a través del humor negro de la protagonista.

¿Es 'Fleabag' una serie feminista? Ni el propio personaje interpretado por Phoebe Waller-Bridge se atrevería a definirse como tal. ¿Puedes ser feminista si no estás satisfecha con alguna parte de tu cuerpo? ¿Y si estableces comparaciones entre personas con las que compartes género?

Sin duda, Fleabag podría identificarse con el término “mala feminista” acuñado por la escritora Roxanne Gay. La protagonista no cumple a la perfección con los requisitos del movimiento feminista, pero se convierte en representante del denominado feminismo contemporáneo, al que Phoebe Waller-Bridge somete a análisis crítico en pantalla.

'Fleabag' es una serie que pretende dar voz a la mujer real mediante una sátira de la cotidianidad, donde la sexualidad femenina no se ve silenciada y la sororidad es un medio para el empoderamiento de la mujer.

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La vida de una familia de clase media se ve alterada por la presencia de Martin (Barry Keoghan), un joven de apariencia inofensiva, presentado a través de su relación con Steven (Colin Farrell). La intrusión del adolescente en la vida privada del cirujano marca un punto de inflexión en su, hasta entonces, acomodada e inalterable existencia.

El contraste entre el plano detalle de un corazón latiendo en mitad de una operación quirúrgica y la posterior conversación banal de los cirujanos al salir del quirófano, registrada en un plano secuencia, es la carta de presentación elegida por Yorgos Lanthimos para introducir una característica del mundo actual: la pasividad.

En una sociedad, adiestrada para consumir desgracias ajenas, los individuos son inmunes al dolor. Adoptan la condición de sujetos que solo actúan cuando su seguridad se ve amenazada.

Tomando como referencia el mito griego de Ifigenia, que bautiza al filme, e incluyendo alusiones a la Biblia, Lanthimos construye un relato sobre la venganza, donde el “ojo por ojo y diente por diente” conducen a un irremediable e inesperado sacrificio, ordenado por una presencia que asciende a “divinidad”.

Los personajes son entes carentes de emoción y sentimiento, cuyas expresiones frías y congeladas, casi inertes, cobran vida al verse amenazados. La sucesión de hechos que un hombre de ciencia no puede explicar provoca el abandono del estado impasible en el que el protagonista estaba inmerso.

La búsqueda de soluciones ante lo que parece un castigo “divino” se convierte en una competencia, que activa el instinto de supervivencia y la capacidad de compasión.

En este contexto, marcado por una decisión pasada de Steven, Anna (Nicole Kidman), su mujer, representa a la mujer en la nevera, término acuñado por Gail Simone. ¿Cuál es el mayor castigo que puede recibir el protagonista masculino? La familia es concebida como su debilidad y, por tanto, objeto fácil de amenazas.

No se puede evadir la responsabilidad y la banda sonora se encarga de recordarlo: los rostros, que permanecen estáticos y pasivos ante los acontecimientos, son transformados gracias a la música, cuya fuerza actúa sobre el sentido de la imagen, resultado de una cuidada puesta en escena.

¿Es posible evitar la decisión más importante de tu vida y rendirte a la suerte? 'El sacrificio de un ciervo sagrado' es una toma de decisiones a contrarreloj. Toda acción tiene su reacción y, a veces, el precio puede ser demasiado elevado.

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