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España España · Ferrol
Críticas de Sahar
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Críticas 288
Críticas ordenadas por utilidad
5
19 de agosto de 2008
29 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vistas las desmedidas pasiones que está levantando “El caballero oscuro”, casi me da apuro decir que me ha parecido decente sin más, inferior a “Batman Begins”, y que me resulta difícil encontrar en ella algo apasionante.

Sorprendentemente Batman está bastante descuidado, y queda bastante desdibujado dentro una coralidad que funciona de un modo irregular. En un extremo tenemos a Maggie Gyllenhaal, que resulta bastante floja en su insulso papel (es de esas actrices peculiares que funcionan mejor en películas independientes), y en el otro extremo tenemos a Heath Ledger. Pensé que sería difícil apartar de mi mente su trágico final, pero la verdad es que enseguida te olvidas de que estás viendo al malogrado Ledger. No obstante también opino que se le está sobrevalorando, y que carece de la maestría de Jack Nicholson para hacer de la sobreactuación un arte.

Su personaje, influenciado por la saga “Saw”, es lo mejor pero también cae víctima de lo peor: la enorme TIBIEZA de la película, que resulta mucho menos oscura de lo que el título y la fotografía parecen augurar. Baste como muestra la cobardona resolución de esa escena en la que el Joker introduce un cuchillo en la boca del mafioso (a años luz de la dureza cortante de aquella escena entre Maribel Verdú y Sergi López en “El laberinto del Fauno”), no hay ni una gota de sangre pese a las numerosas muertes, peleas y palizas… al final ha muerto mucha gente pero no puedes precisar el número porque apenas se ha notado dramáticamente, a causa de inoportunas elipsis, y te da un poco igual.
Y no sólo es poco oscura, sino que es hasta optimista y de una filantropía un tanto ingenua (esos presidiarios dispuestos a sacrificarse).

Hay episodios planteados con excesiva rapidez; no te da tiempo de entender cómo se llega a ciertas situaciones. Y tal vez se trataba de eso: prolegómenos los mínimos, porque difícilmente se podrían explicar con verosimilitud esas situaciones. Así pues, el montaje es siempre veloz (demasiado en las escenas intimistas, lo que lastra su efectividad). Da la sensación de que no se quiere “perder tiempo” en escenas dialogadas, que dicho sea de paso, suelen consistir en un encadenado de frases casi monosilábicas, salvo un par de parrafadas pseudo-filosóficas puestas para despistar, y víctimas de algunos excesos retóricos tan enfáticos que a veces bordean el ridículo (“¿Cómo se puede ser decente en tiempos indecentes…?” guau, qué pluma…).

Todo esto no es óbice para que el último acto cobre un considerable brío, y son interesantes ciertos dilemas morales que plantea: ¿Ha de cederse ante el chantaje terrorista? (la película parece decir que hay que resistir, y dejar que las cosas empeoren antes de mejorar). También es interesante el relativismo del concepto de héroe: lo mismo se le usa que se le desecha, se le idolatra que se le repudia.
Ya no estamos en tiempos de los griegos, y la devoción hacia un héroe ya no es incondicional, sino caduca, interesada y veleta.
Sahar
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6
22 de febrero de 2009
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia dramática interesante por tratar un tema tan candente como el derecho de los homosexuales a tener hijos (sean propios o adoptados). Ya desde el título, el director se pronuncia a favor. Otra cosa es que el producto tenga tal convicción que pueda llegar a convencer a alguien contrario. Yo creo que no: es demasiado amable, se le nota el empeño en hacer parecer majísimo a ese gay paternal interpretado por Lambert Wilson. Pascal Elbé, su pareja, aparece al principio retratado de un modo menos simpático, pero pasa a ser tan encantador como el primero de una manera demasiado brusca como para resultar verosímil. Además parecen heterosexuales salvo por el hecho de que son pareja (no es que no haya homosexuales así, que los hay, pero en cosas como ésa se ve que la película tira hacia los terrenos más acomodaticios para alarmar lo menos posible).

Si esta película se hiciera en España, se diría que entra dentro del plan de derribar los valores tradicionales. Pero por suerte ha sido subvencionada por la Francia de Sarkozy, así que por ese lado se libra de la politización que todo lo invade. Otra cosa que la libra de las dicotomías fáciles izquierda/derecha, es que tiene mensaje anti-abortista.

Pilar López de Ayala, nuestra actriz más francesa por bella, elegante y sutil, tenía que acabar rodando en Francia. Está estupenda como esa madre de alquiler que acaba superada por las circunstancias.

La película me ha permitido volver a admirar el talento de Anne Brochet, una de las miradas más fascinantes del cine francés de los 80, como esa mujer sola pese a pasar de los 40, secretamente atraída por su amigo gay. Tiene una frase muy buena: “hasta en España, ese país de beatos, los homosexuales pueden casarse y tener hijos” (en contraste con Francia).
Sahar
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8
8 de enero de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El embrutecimiento del alma humana en circunstancias adversas, tema típico de Tavernier, aparece aquí suavizado mediante dos arriesgados procedimientos:

Por un lado los personajes son casi todos caricaturescos y antipáticos, lográndose una desdramatización de los terribles hechos.

Por otro lado, el verdadero drama sufrido por el protagonista ya ha tenido lugar antes de empezar: el pisoteo de un alma noble y culta en medio de un estercolero humano, sus lágrimas de rabia e impotencia, son ya cosas del pasado, no vistas ni sufridas por el espectador. Lo que se nos muestra son las consecuencias del drama eludido, el viraje hacia la locura entremezclada con una profiláctica indiferencia por parte de un Philippe Noiret magnífico (casi un "oso amoroso" al que dan ganas de abrazar pese a convertirse en un asesino en serie).

La música del gran Philippe Sarde (algo burlesca, algo inquietante) se acopla muy bien al tono de la película, jocoso pero teniendo presente que se está hablando de cosas tremendas.

Dicho tono chistoso puede hacer parecer que estamos ante una película poco sutil, una obra menor del autor, pero no hay que dejarse engañar por la apariencia: la manera de actuar del "simple" y "bobalicón" protagonista es cualquier cosa menos simple; su proceder es retorcido y avispado. Además Tavernier nos regala sus virtuosos travellings, que le otorgan gran dinamismo a la narración.

El fallo (menor y pasable) es que ciertas cosas sobrevienen de forma demasiado favorable para el antihéroe, como si todo se confabulase para que sus planes salgan perfectos.

Por último, recomiendo vehementemente evitar la versión doblada. No es que sea un forofo radical de la V.O., pero este doblaje es realmente destructor, y me atrevería a decir que la nota de esta película está perjudicada por ese doblaje infernal (ahora mismo tiene un punto más en el "Imdb").
Sahar
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8
20 de enero de 2008
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Los comulgantes” habla de cosas parecidas a “El séptimo sello” (las difíciles relaciones con el más allá, el anhelo de certezas en lugar de suposiciones…) pero de una forma mucho más negra, desesperanzada y gélida.

En una helada y árida región (de nuevo la naturaleza inhóspita tiene su razón de ser), se oficia una misa en una iglesia casi vacía, en la que el oficiante actúa como un autómata (sin transmitir lo que dice); uno de los escasos feligreses lee mientras (no) escucha; un niño aburrido se entretiene haciendo muecas; el pianista bosteza y mira la hora; a la maltrecha imagen de Cristo le faltan trozos…

No hay comunicación alguna entre lo humano y lo divino a causa del eterno mutismo de Dios, que si existe pasa olímpicamente de nosotros, y que tiene poco de benigno permitiendo las cosas que permite (en algún momento se habla de un Dios-araña al igual que en “Como en un espejo”).

Por tanto, las soluciones que busquemos a los problemas por vía divina son claramente insatisfactorias, y la religión es totalmente frustrante siempre que acudimos a ella buscando algo que sea palpablemente útil para nosotros o para el prójimo (aunque seamos sinceros: ¿es en el prójimo en quien solemos pensar cuando acudimos a la religión?).

Hasta el propio Jesús se sintió abandonado por su padre en la Cruz, sin que éste se dignase a hablarle.
¿Qué esperamos nosotros...?
¿Poder tomarnos una copa con él?

Pero no sólo hay incomunicación con Dios: la comunicación con los demás es una tarea casi igual de ardua y estéril. Desoladora resulta la relación amorosa entre el cura protagonista (con continuos malestares físicos por si no le bastase con sus tormentos espirituales) y una Ingrid Thulin genialmente patética y miope (en más de un sentido). Concretamente amarga resulta la escena de rechazo por parte de él (“me aburre todo lo que tiene que ver contigo”, tremendo…).
Qué manía se tiene a menudo de eludir las verdaderas causas de las cosas con pretextos, cuando la única verdadera razón es casi siempre un simple y llano “no te quiero” (duro, sí, pero preferible a estar acumulando insatisfacción y desatarla al final causando más daño).
Ingrid Thulin se enfrenta a algunos de los primeros planos más escrutadoramente inmisericordes y dreyerianos que recuerdo.

Lejanía con respecto a Dios, lejanía con respecto a los demás… esta película es deprimente.
Sahar
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8
8 de enero de 2009
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espléndido Jean Poiret como policía avinagrado, y descomunal Stéphane Audran como madre del apocado protagonista (un jovencito Lucas Belvaux).
Audran hace el papel de una madre paralítica, amargada por el abandono del marido, obsesiva, paranoide, despótica y dominante con su hijo, sobre el que vuelca todo su odio hacia los demás, en particular hacia el elemento femenino.
¿A alguien le suena de algo?
Efectivamente: puede decirse que Stéphane Audran interpreta a una prima francesa de la Señora Bates. Y tiene momentos geniales, como esa patética cena con su hijo, en la que come compulsivamente y se desespera, sabiendo que su hijo desearía estar en otro lugar y no con ella, mientras suena ese viejo disco que ha puesto…

La historia es muy interesante y contiene numerosos puntos de enganche (especulaciones inmobiliarias, morbosas violaciones de la correspondencia ajena, varias muertes, amoríos…) pero le falta ese plus de genio que la haga perdurar en la memoria (está bien, a ratos muy bien, se disfruta, pero siendo la segunda vez que la veía la recordaba poco).

Como en “El carnicero”, la mezcla de intriga y costumbrismo provinciano le da ese tono tan particular de Chabrol.
Como en “Las ciervas” o “La ceremonia”, se nos habla de la lucha de clases, resuelta aquí también en detrimento de los de arriba (los de abajo no suelen ser corderitos, y no están exentos de sus buenas dosis de turbiedad y puñeterismo; Chabrol es cualquier cosa menos maniqueo).
Los ecos de esta película en “La ceremonia” también se aprecian en similitudes de guión muy llamativas (como la antes citada intrusión en la correspondencia, o la trama de un hijo que cuida de un progenitor impedido, mientras siniestros especuladores ansían hacerse con su casa, que está en la historia pasada de Sandrine Bonnaire en "La ceremonia").
También hallamos esa querencia del director por la gastronomía, por el mimo y el detalle al abordar lo relativo a la alimentación.
Sahar
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