Lo digo porque el principio es maravillloso. La ambientación muy buena, y el toque de Palma está siempre presente; lo que se agradece. Pero la caga una barbaridad el guión pedante y hecho para engañar y despistar al espectador haciendo creer que se está contando la mejor historia de espionajes.

¡Ah! El final tampoco me gustó. Una película bastante desaprovechada, pero con grandes momentos de tensión. Ni se les ocurra compararla con las dos siguientes; no le llegan ni a la suela de los zapatos.

Tenemos que agradecer a Polanski el hecho de haber realizado una de las mejores (sino la mejor) películas que se han hecho desde que comenzó este siglo. Es realmente un prodigio de película, se disfruta (o sufre) cada minuto del metraje; es envolvente, alunicinante en algunas escenas. Todo el film está basado en la vida del pianista Wladyslaw Szpilman, interpretado excepcionalmente por nuestro "Manolete" particular Adrien Brody, y eso es lo que hace a este film único, consigue que nos olvidemos de la excelente panorámica general del holocausto que nos regaló Spielberg en ese clásico del cine llamado "La lista de Shindler", para centrarnos aquí en las peripecias tremendas que por las que pasa nuestro sufrido pianista (realmente una auténtica odisea).

Así que, disfruten de ella, porque les advierto que es sensacional pero a la vez cruel (escenas muy dramáticas), pero la sensación final que deja es apabullante, no sabes cual de las imagenes (ESPECTACULAR en el apartado técnico), te ha impactado más, cual de los gestos de Brody te ha impresionado más que ninguno, cual de los momentos (algunos antológicos) te ha emocionado más...

Altamente recomendable.

Buen debút. No tengo mucho más que decir, salvo que es una película extrañamente atractiva, algo que deja mucho que desear Aranoa en su cine posterior. Buen Juan Luis Galiardo y buen reparto en general. Recomendable.

Con “Boogie Nights” se puede alcanzar una idea de cual es el estilo que caracteriza a P.T Andersson. Sin duda nos encontramos con innumerables planos secuencia, pero eso no le diferencia de otros directores. Es ese uso de la música y el rápido moviendo de cámara lo que da a sus films un efecto ambiguo y a la vez sensacional. Es la sensación del ritmo frenético, del cual por ejemplo Scorsese es un maestro, pero acompañado de un tono constante y pausado que le da un equilibrio a esa velocidad, de tal forma que no nos veamos avasallados por un montón de información que no podamos asimilar. Andersson escribe en este caso un gran guión que contado de otra forma quizá no impactara del mismo modo. En “Magnolia” es parecido, pero quizá ese método aquí tenga un mérito superior al contar una historia larga en el tiempo, cuando en Magnolia la historia trascurre en un solo día (pero quitando la forma, de la cual es predecesora Boggie Nights, Magnolia es incomparable en su maestría a cualquier otro film de Andersson)

No puedo ocultar mi admiración hacia este director. También admiro esta obra en particular. Una película irónica como pocas; transmite una sensación de continua seriedad cuando realmente crea situaciones profundamente cómicas. Y es que hay que esperar hasta el final para comprender el trasfondo de la historia. La típica reflexión sobre el éxito, pero contada de otra forma. Chapeau.

De lo mejorcito de entre lo cutre. Solo de pensar que los guionistas y productores intentaron hacer una verdadera peli de acción, me entra un escalofrío y no puedo evitar descojonarme.
Es, sencillamente, tremenda. Puede que una de las películas con las que más me he reído. Una obra de arte que no muchos conocen. Obra de culto por lugares inhóspitos de la geografía sureña de Madrid. Remo y Ford Fairlane (autor de la segunda obra más casposa, incluso que mejora la presente, que se ha hecho jamás) se han convertido con el tiempo en idolos a los que reverenciar una vez al año me es más obligatorio que ir a la Iglesia. Amén. (esos inolvidables años 80)