El arte de comer elevado a una bota. Un mortal se comería una bota igual que el jula se comería una polla. Charlot, que nunca pasó de la EGB demuestra que la elegancia no está reñida con la pobreza. Un pobre poniendo la mesa igual que el mejor de los mejores. Y comiendo el pobre hombre es un hacha. Resumiendo, si tienes hambre te comes una bota pero que te den la mejor parte. Y para el jula el equivalente en carne.

Un pueblo lleno de ratas que son incapaces de defender a uno de su más insignes personajes. Son ratas malolientes y apestosas que te la jugarían a la mínima oportunidad. El hombre solamente quería ayuda ya que cuatro contra uno es mayoría absoluta. El apoyo que reciben unos y otros no está en consonancia con los méritos contraídos por la comunidad. Solo ante el peligro con música e imágenes de locura colectiva no es digna de haberla puesto un 7 y el 10 a Río Bravo tampoco fue digno.

Encarnando a Charlotte Hollis, una solterona reclusa que aún no ha dejado de llorar por el brutal asesinato del hombre que amó hace treintena y siete años, Bette Davis nos transporta al más allá de su cine. Cuando el Estado intenta expropiar su casa para construir una autopista, Charlotte pedirá ayuda a su prima Miriam y a un viejo amigo. Y es entonces cuando las tuercas dan vueltas, vueltas, vueltas y muchas vueltas y darán muchas vueltas para hacer de Canción de cuna para un cadáver una vuelta de tuerca y mejor que ¿Qué fue de Baby Jane?. Cosas del cine.

Érase una vez dos genios que unieron sus fuerzas para hacer un western de leyenda. La leyenda dice que no hay mejor western con una música tan rítmica y memorable, ni siquiera El bueno, el feo y el malo o Hasta que llegó su hora aunque me pareciera en sus tiempos. La muerte tenía un precio demuestra que el ritmo narrativo y la construcción de los personajes al son de la música es una danza de bailarines de un ser superior. La muerte tenía un precio demostró que la suciedad, los andrajos y los malolientes personajes no son sino que la inteligencia admirable de su irrepetible realizador. Vivan los andrajos y malolientes personajes sacados de las inmundas cloacas de la sociedad al son del que mejor los mimó.

No por ser de John Ford y ser su última película me voy a poner ñoño y la voy a poner por las nubes. Además no hay nubes en donde se puedan aposentar las Siete mujeres. Siete mujeres es un dramita de andar por una casa sin habitaciones, ya que sí tuvieras habitaciones harías otras cosas. John Ford y sus Siete mujeres fueron el canto del cisne de un director que fue de más a menos en mis preferencias.