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Críticas de John Giraldo
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Críticas 115
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de septiembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]

La manera como se adentra al ejercicio periodístico la película de Kevin Macdonald puede suscitar toda serie de inconvenientes, pero en el fondo la noticia investigada resalta toda la gloria: se ha dicho la verdad, o bueno, parte de la verdad, porque algunas estelas informativas faltan para terminar de armar todo el rompecabezas. A la sombra del poder es una película como las corrientes gringas en las que hay un asesinato y toda la trama es resolver el caso de por qué y quién lo asesinó. No obstante, la médula de la historia recae en Cal –Rusell Crowe-, un periodista que con escasos 40 años ejerce un tipo de periodismo un tanto inusual: el que va al fondo de los acontecimientos.

Describirlo así resulta sencillo, pero cuando lo que se busca consiste en rastrillar, es decir, realizar esa labor de Muckrakers –como se conoce a los periodistas de combate por investigar-, se encuentran realidades muy sucias y hasta complots inimaginables, aunque desde las relaciones desprendidas con el poder nada es más superior, ni siquiera la ficción o la imaginación. Del poder nada sorprende, aunque el espectador de esta película pueda sorprenderse con el desenlace de la trama.
Un político joven, brillante investiga la manera como se está privatizando la fuerza militar. Los

Estados Unidos han cambiado la manera como llevan a cabo la guerra: son soldados de corporaciones, dirigidos por empresarios y no por el estado, este se limita a regular, por eso, a los contratistas de la guerra se les llama mercenarios. Además la guerra es el mayor negocio, deja muertos, pero muchas ganancias. Y semejante problema es el que investiga Stephen Collins, un político, lo cual parece, genera otro suicidio: el de una de sus investigadoras, Sonia, con la cual, el político tiene una relación de amantes. La trama cobra intrigas, pugnas diversas en las esferas del poder y el ojo que escudriña, la pluma escarbando, el rastrillador operando es un periodista, el mismo que tiene conflicto de intereses con lo investigado, la noticia se convierte en su obsesión, y la busca más que por iniciativa propia por defender a un amigo. Todo descabellado hasta ahí, el olfato y la actitud de Cal harán ver una película inquietante.

sigo en spoiler
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John Giraldo
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9
27 de julio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]

Si ir al cine es estar prestos para ser manipulados por un filme y esperar que esa manipulación desemboque en risa, misterio, tragedia, sensibilización, llanto, euforia, un poco de racionalidad, aventuras, dramas, en fin, toda esa gama de posibilidades motivadas al ver una película, resulta un ejercicio de suspenso en extremo y casi un agobio al punto de la asfixia ver Enterrado. Pocas películas logran con tan mínimos recursos atar al espectador a la butaca. Se trata de una película española, la cual recrea el drama de un contratista estadounidense en Irak, quien es secuestrado y enterrado en un ataúd por sus captores. Hay poca luz, y cuando el espacio luminoso aparece es para mostrar con unos ángulos bien manejados las agonías del que ha sido enterrado vivo.

Toda la película es un encierro para el espectador. Con efectos de iluminación deslumbrantes, con un guión excepcional y con una historia para poner los pelos de punta, este largometraje bien puede inscribirse en una categoría: el claustrophobic movie, o el cine de claustrofobia. ¿Cuántas palpitaciones vive-sufre un espectador cuando se encuentra encerrado en una sala y más aún cuando lo observado es otro encierro? Las tensiones desatadas son múltiples, el terror se instala, el deseo por saber cómo va a terminar es una obligación. Una película con un solo personaje en escena Paul Conroy, un espacio único, sin flash backs, es plana, lineal pero imposible de dejar verla cuando se empieza, no apta para quien sus pulsaciones puedan exacerbarse.

La claustrofobia es el miedo a estar encerrados pero más que ello a saber que las consecuencias pueden ser nefastas. Ser libres es un premio innegable. Ahora, cuando uno se expone a películas tan dramáticas lo principal desde lo técnico y lo visual es que sean creíbles, y pocas situaciones en la película nos alejan de esa idea. Son 90 minutos todos para tener tensiones, asirse de cualquier lado y experimentar el alborote de las sensaciones de claustrofobia así no se padezca de ese síndrome. La salida es esperar a que se acabe y volver a respirar de modo tranquilo si no es que la película se sigue rodando en el espectador luego de haber salido de la sala.

Sigo en spoiler
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John Giraldo
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5
22 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Siente deseos de quedarse descansando en casa y esperar que otro haga lo que debe hacer usted? Si es así, esta película logra ubicar una idea, futurista, de lo que sería una vida plena, sin la necesidad que el ser humano haga algo y en cambio sea otro, una especie de androide, quien vivirá lo que tal vez usted no quiera.
Además la película muestra a un Bruce Wiillis –Tom-, aceptado como uno de los actores rudos de Hollywood, en el papel de policía, algo decadente y con una deuda familiar, quien buscará al asesino de un joven universitario que se encuentra relacionado con uno de los creadores del high-tech: los sustitutos. En medio de la búsqueda, los prototipos del sustituto se muestran como la última novedad del mundo, incluso de la vida, para hacer creer que ellos son la solución a los problemas del ser humano.
La idea del reemplazo del ser por una máquina es tan vieja como la ciencia ficción. En Los sustitutos, podemos ver cómo una corporación se apodera del mercado y se convierte en una especie de matriz que cogobierna el mundo, ofrece el esplendor, el paraíso y el verse, podría uno decir proyectarse como el que siempre uno imaginó ser. La corporación tiene cooptado el mercado con sus estereotipos, ninguno de ellos luce gordo, o sin rasgos que determinen que por ahí han pasado los años. Las máquinas, perfectas, suplantan, de modo tal, que las demás personas, si aún este concepto puede sostenerse, se enfrentan al hecho de saber quién es y quién no real. Las apariencias, como en el mundo fuera del cine, engañan.
La vida del policía trascurre con cierta pesadez, porque aunque tiene un sustituto, lo pierde en una persecución, de entrada entonces, podemos ver en las noticias cómo gracias a estas máquinas de suplantación, se ha resguardado la vida, se han bajado los índices delincuenciales, y la realidad luce armónica. Es decir, los policías, al mandar al otro a trabajar ya no exponen su pellejo, y como ellos cada uno, con el tótem de la felicidad en sus casas, acomodados desde el sofá, ordenan al sustituto cómo comportarse, parecen haber alejado toda suerte de incertidumbres. Bruce, siente que la máquina está cumpliendo esa horripilante situación de vencer al hombre, porque el hombre quiere ser máquina, entonces, se niega en seguir usando una suplantación.
Se equilibra un poco el guión, pero quedan estelas sueltas, puesto que no se sabe cómo se dieron esas máquinas, y lo que parece es que las mueven por ansias de capital, se quiere mostrar una intriga, pero no es bien lograda, salvo que al contar con varias escenas de acción se recupera la atención, pero por las balas y no por la temática. El policía, como en casi todas las películas gringas es todo: el estado, la ley, la moral, la familia, las instituciones, la salvación, de modo que en Bruce Willis se centra todo el interés. En él está el héroe y casi que su contrario. Sin embargo, aparece una resistencia al modelo de los sustitutos.
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John Giraldo
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3
14 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierto es que en Colombia aún no hemos hecho ni lo más mínimo en historias de la violencia que debieran de hacerse, y menos las del narcotráfico y todavía más pocas las relacionadas con el conflicto armado. Parece ser que los colombianos sentimos un cansancio y hostigamiento por las producciones relacionadas con estos temas que se encuentran muy cercanos a nuestras vidas. En otros países, como Chile, siguen y seguro harán películas sobre la caída de Allende, la dictadura y la violencia del Estado contra los ciudadanos, en España no se cansan y siempre nos sorprenden con películas sobre la época del franquismo, además ¿cuántos filmes pueden haber y habrán sobre la época del nazismo? no son ni muchos, ni generan reiteración.

En Colombia la sensación es la de estar agotados estos temas, producto de la saturación en la televisión, requerimos más, no sólo para exorcizarlos, sino para comprender más lo que nos ha atravesado, para mostrar las partes de esos dramas que frente a la pantalla grande son armados frente a nuestros ojos. En Coma nueva película colombiana, narra la mafia, la crueldad de la pobreza, la tiranía de las desgracias humanas: ser sicario es una forma de salir de pobre, así como ser prostituta es una vía para conseguir vivir una realidad “mejor”. Así es En Coma, realizada por Juan David Restrepo quien ha vivido la violencia, la ha re-creado en el cine y en la tv, con La Virgen de los sicarios y Rosario Tijeras.
En historias como En Coma hay lugares comunes, en la vida real abundan más. Lo reiterativo y la falta de recursos en las historias no están ya en lo técnico sino en lo que se cuenta y cómo se narra. En Hollywood sus historias son muy similares, innovan con efectos, súper hombres y con lugares, sin embargo se cuenta la búsqueda de un héroe, la necesidad de sobresalir, las urgencias de burlar la ley, la decadencia de la familia y ello aunque promueva un mismo discurso ni se ha acabado, y tal vez ni hostigue: hace parte del ideario de un espectador de cine.

Al ver En Coma, muchas situaciones llaman la atención. Es una película de catarsis de quien la dirige, es una obsesión haberla estrenado; lo técnico, de querer ser “pulcra”, se desmorona no por el ritmo sino por lo vacío de los diálogos, por lo previsible de su relato, por la intención de fabulizar, en especial de dejar moralejas. En vez de cautivar con los actores que tiene los pone en situaciones ridículas, una Natalia Paris hinchada los labios, de prostituta y esclava de un sicario: raya en lo evidente, ese es uno de los tantos problemas de la película, lo débil no es su trama es lo obvio de su presentación.
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John Giraldo
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7
1 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
El hijo mayor de Orson Welles es sin duda El ciudadano Kane, estrenado en 1941 en abril. Ese Gran Ojo como lo es el cine, permitió que nos adentráramos a descubrir la vida de un magnate, tan rico como insolente, tan poderoso como atrevido, tan particular como norteamericano, bautizado el Ciudadano Kane. Es una película tan estremecedora por hurgar en los valores de una persona multimillonaria, provocadora de múltiples comentarios, pero también que deja ver el poder, lo que hay detrás de él, la manera cómo se hace la información, lo que es y no el periodismo, en fin, una película que luego de cumplir 70 años no deja de impresionarnos sobre el cine mismo y sobre los valores para la vida.
Orson Welles llegó a ser un polémico director y un individuo presto para la creación. De él, imposible olvidar lo que hizo a través de la radio con su poderosa Guerra entre los mundos, en la que se advertía de la llegada de extraterrestres y la sensación causada, a sabiendas que era una representación ficticia, generó el pánico entre los escuchas, quienes lo asumieron como verdad. Luego vendría esta ópera prima en medio de un contexto amenazante de guerra en Estados Unidos por parte de Japón, el posible ataque a Pearl Harbor, y además el horror de la guerra corría en Europa. Con esos antecedentes Orson no sólo llegó con una obra insultante con la que no dejaron de hacerse comparativos a magnates de la época, y con una cinta que fue incluso pensada para archivarse y ser quemada por el arsenal de mensajes con los que cautivaba.
No ganó sino un Oscar como mejor guión de 9 nominaciones que tuvo. Tampoco la carrera de Orson permitió ser desenvuelta en los Estados Unidos, su vida en el exilio, lo dejó condenado a hacer cine en Europa y actuó en algunas producciones como director y más como actor. La contundencia de Kane es sencilla: recrea el imaginario de un magnate, búsqueda infalible del sistema capitalista gringo, pero más que eso, recrea la condición humana, retratada a modo periodístico. La película toda se basa en que unos periodistas, en especial, Thompson, quieren saber el significado de una palabra, la palabra quizás más famosa del cine: Rosebud. Cuyo significado hoy sigue generando análisis. ¿Qué quiere decir esa palabra? ¿Acaso es apenas una insinuación como para decir que el ser humano se pierde en estupideces?

sigo en Spoiler
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John Giraldo
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