La amistad entre dos personas, si es firme y sincera, es mas fácil de mantener que las amistades grupales.

“Veinte de Abril del Noventa” es una de las canciones mas conocidas de Celtas Cortos y hacía referencia con añoranza a los buenos tiempos de juventud en los que las risas y la confraternización lo eran todo en el devenir diario, pero el estribillo de la canción decía “Hoy no queda casi nadie de los de antes, y los que hay han cambiado”, que gran verdad, el tiempo todo lo trastoca, los recuerdos permanecen incólumes en nuestro cerebro pero cuando los queremos contrastar con la realidad intentando reunir de nuevo al grupo de amigos, las buenas sensaciones escapan como el agua entre los dedos.

Kenneth Branagh actor y director de la película sabía bien los resultados de un encuentro similar de un antiguo grupo de amigos y, con todo mérito, le sale una película redonda, con sus momentos de humor pero también con situaciones tensas y complicadas.

Una película tan real como la vida misma en la que los nostálgicos pueden disfrutar de un baño de realidad.

El negocio de las explotaciones petrolíferas en el mar en ocasiones entró en conflicto con el sector pesquero y muy especialmente con los pescadores con pequeños barcos pero suficientes para mantener a flote el negocio familiar.

Anthony Mann nos hace ver de cerca esas desavenencias en este caso en la zona litoral del estado de Louisiana con unos pescadores locales acostumbrados a la monotonía aburrida y cotidiana diaria que se sienten amenazados por la implantación de un gran negocio expansivo, las explotaciones petrolíferas.

James Stewart resulta sumamente eficiente en papeles como el que aquí realiza, el de un hombre hecho a sí mismo que mantiene altas cotas de fe y de confianza en sus propios proyectos, concienzudo en su trabajo y dando siempre la cara sin esconderse.

No es el galán de físico perfecto de enorme atractivo para las mujeres, pero si es siempre destacable su gran cordura y su enorme determinación.

Dignas de ver las guapísimas Joanne Dru y muy especialmente Marcia Henderson con una mirada absolutamente arrebatadora.

En el bosque en invierno, no son flores las que reciben al visitante sino ramas y raíces desnudas, húmedas, enmohecidas, con cientos de hojas muertas en el suelo que se elevan cuando sopla el viento y amplifican los sonidos de cualquier pisada lejana.

Robert Eggers nos traslada en su película a unos tiempos tenebrosos en los que la religión por un lado y la magia negra por otro dominaban y amenazaban los corazones de las gentes que malvivían en un mundo de hambre, frio, miseria y enfermedades.

Brillante la actuación de Anya Taylor-Joy débil en apariencia por sus enormes ojos y su blanquecina y tersa piel pero dura como el pedernal para afrontar la adversidad y los peligros.

Una película rodada con muy pocos actores pero hecha a conciencia con una ambientación y un sentido de las coordenadas espacio temporales perfectas.

A principios de los años 70 la ciudad de Nueva York tenía ingentes delitos en sus calles y un cierto número de agentes de policía más preocupados por hacer la vista gorda ante ellos a cambio de unos billetes que de cumplir con su deber.

Sidney Lumet trae a colación este tema basándose en la historia real de un policía Frank Serpico que no solo cumplió con una labor intachable en defensa de la ley, sino que además hizo todo lo que estuvo en su mano por limpiar el cuerpo de policía.

Impecable labor de Al Pacino interpretando a este policía integro que aún a riesgo de perder su propia vida siempre supo mantenerse a salvo de la corrupción policial.

Una excelente película que nos ayuda a pensar en la diferencia abismal que existe entre como deberían de ser las cosas y como son realmente.

Dicen que el dinero no da la felicidad pero ayuda a conseguirla, nadie valora mas el dinero que el que lo gana, aunque sea poco, con el sudor de su frente, en cambio los que lo han recibido a manos llenas solo por haber nacido en una familia pudiente no le dan valor ninguno y lo dilapidan sin pensárselo dos veces pues les cuesta tanto gastarlo como ganarlo.

Ernst Lubitsch trata en clave de comedia las distintas formas de gastar el dinero cuando este cae del cielo, una serie de personajes variopintos inmersos en distintos ambientes reaccionan de forma inesperada al recibir este abundante maná.

Una película entretenida sin más en la que el aporte de Gary Cooper siendo bueno es extremadamente breve y fugaz.