Pido disculpas por ser la única que escribe una crítica valorando la película con menos de un 8. Me hubiera encantado no hacerlo. Y menos después de haberme dado cuenta que, de todos los films que he consultado en Film Affinity, este es el único caso de críticas unánimamente positivas.
'Capitanes intrépidos' no es, ni de lejos, un mal relato. Muy al contrario tiene elementos que la encumbran: una historia tierna, buenas interpretaciones, estupenda moraleja... Reconociendo todo esto me encontré con un aspecto negativo que no esperaba en absoluto: me aburrí como una ostra.

Soy llorona y me conmueven multitud de películas e historias diarias. Pero no me emocionó Manuel ni ese pequeño monstruito reconvertido en santo en apenas diez minutos de película. Encontré una relación entrañable, pero no vi por ningún lado una relación que me llegara al alma. Y es curioso que me vuelva a ocurrir, como ya me sucediera en su día con 'El hombre que pudo reinar', con una novela de Kipling.

Por ello, me disculpo. Por no poseer ese don para ver lo que todos los demás críticos habéis visto.

Me acabo de dar cuenta. Debo tener un problema super gordo y yo sin enterarme. Todo el mundo hablando del pavoroso e inquietante final y yo he acabado "tiesa" de la risa en mi sofá. Vaya, vaya, vaya, con la peliculita...

Y mira que imaginaba que no me iba a gustar. Porque, a priori, tenía toda la pinta de seguir la estela Amelie (película que me aburrió sobremanera). Pero, qué va. A pesar de tener una estética parecida, la película que nos ocupa va sobre dos personas que están como cabras, tema que siempre es mucho más interesante.

Y eso que estos dos chalados se quieren, y mucho. Hay escenas preciosas pero están tan tocados del ala, que era imposible que pudieran llevar una vida convencional. Su relación no podría entenderse en nuestro mundo. Añadir además, que los actores están estupendos. (Canet se parece bastante a Patrick Dempsey lo que significa que, al menos para servidora, es un valor añadido).

No esperen ver la típica historia de amor. Preparen sus mentes para algo fuera de lo normal pero mucho más romántica (al menos para mí sí lo es) que la mayoría de historias actuales. Veánla... si se atreven, claro.

'El hombre de acero' es una película fallida por muchos motivos. No voy a extenderme demasiado en su disección pues ya hay un buen número de críticas en esta página analizando cada pequeño detalle. Sólo añadiré que es un relato hueco. Noto cuando un film es malo, entre otras cosas, porque lo que la historia me cuenta no me importa en absoluto. Técnicamente me resulta impecable pero Henry Cavill sólo tiene una expresión en todo el metraje, Amy Adams no da la talla en un rol tan jugoso como el de Lois Lane y la historia ¡ay la historia! Esta vuelta de tuerca con rollo existencial me hace pensar que los creadores de esta película han intentado abarcar más de la cuenta sin poseer algo básico: talento.

Idéntica sensación de vacío tras volver a ver 'Vientos de agua'. Es fácil identificarse con los conflictos de estos personajes. Juan José Campanella diseña un estupendo atlas humano. Aquí hay de todo: infidelidades, amistades eternas, amores atemporales, soledades, miserias... Lo que nos demuestra una cosa: el ser humano no cambia, se transforman las épocas pero nuestros sueños y fracasos siguen siendo los mismos. A fin de cuentas todos perseguimos un idéntico objetivo: la felicidad.

Intérpretes en estado de gracia, desde Eduardo Blanco hasta el (gran) Pablo Rago. Hay complicidad entre los personajes, eso se nota. No falta ni sobra nada en esta serie que mereció mejor suerte.

Cinco años ha pasado desde que la descubrí. Sé un poco más de la vida, me fijo más en los detalles.
Le adivino pequeños errores pero el corazón de esta serie es tan grande que los dejo pasar. Para qué dedicarles tiempo si lo único que quiero es que la vean. Cuando necesiten volver a creer, recurran a Campanella.

Los viernes son mi día favorito de la semana. De toda la vida, es evidente que no soy muy original que digamos. Porque no conozco a nadie, así a bote pronto, a quien le guste el lunes. Bueno, el caso es que otra de las particularidades que tengo con respecto a los viernes es que jamás he estudiado ese día, salvo en época de exámenes . Supongo que soy una afortunada porque mis carreras me lo han permitido (trabajar es otro cantar y ahí cuando lo he tenido que hacer me he jodido y punto, que no está la vida como para andarse con gilipolleces).
Tampoco he tenido nunca clases por la tarde pero ahora me ha tocado. Hoy, particularmente, no tenía ningunas ganas de ir. Pero la responsabilidad me puede, así que he terminado por acudir, afortunadamente. Y digo esto último, porque de no haber ido, me habría perdido la sorpresa que la tarde me esperaba: Cuando éramos reyes...
Este documental me ha tenido con los ojos abiertos como platos durante el tiempo que ha durado. Desde el minuto uno con la abrupta presentación de Muhammad Ali. Un tipo fanfarrón, prepotente y chulo pero también uno de los deportistas con más carisma que jamás haya visto. Los prolegómenos del combate, las diferentes personalidades de Ali y Foreman, los testimonios (especialmente Mailer y el artista negro) y, por supuesto, la música (¡qué música!). ¡Ah! Se me olvidaba también la forma en que se desarrolla, la coherencia del montaje hasta llegar al clímax final... En definitiva, una joya.